El Padre don José Ignacio Dallo, un Ángel humano

En mí ya larga vida, solo he conocido a dos sacerdotes que me parecieron dos Ángeles, enviados por Dios para ayudar a transitar por la vida, camino del Cielo (en mi caso, más bien del Purgatorio).

Uno de ellos fue don José Ignacio Dallo, a quien Dios llamó a su lado el día 9, tras una larga peregrinación por  la vida, siempre a su servicio, y ayudando a las personas que tuvimos la dicha y el  honor de cruzarnos en su camino.

“La tradición cristiana describe a los Ángeles Custodios como a unos grandes amigos, puestos por Dios al  lado de cada hombre, para que le acompañen en sus caminos. Y por eso nos invita a tratarlos, a acudir a ellos” (Es Cristo que pasa, 63)

Muchos de nosotros encontramos ese Ángel, ese hombre de Dios, en la persona del Padre Dallo.

Por eso su muerte humana nos ha entristecido, pero estamos seguros de que desde el Cielo, seguirá velando por todos nosotros.

El Padre Dallo era y es uno de estos navarros auténticos, de una pieza, capaz de poner en su lugar a su Arzobispo, cuando se desvió de la tradición católica, con absoluciones colectivas, sin que hubiera un estado de necesidad que justificase tal  excepcional medida.

Y pagó duramente por ello, sin clemencia alguna, ni del nefasto Arzobispo, cuyo nombre ni voy a mencionar, pues no vale la pena, sino lo que es peor, por todos sus sucesores, Pastores de la Iglesia que peregrina en Navarra.

Misericordia… ¡pero no para los nuestros!

En varias ocasiones me explicó lo sucedido, sin apasionamiento, a pesar de haber sido víctima de una gran injusticia, con un miserable Arzobispo que le amenazó hasta ¡con reducirle al estado seglar!, suspensión “a divinis”, pero nunca vi que alzara su voz contra la Iglesia, navarra y universal, de la que siguió siendo un gran servidor.

¿Manías, envidias, maledicencias…, tan propias de determinados eclesiásticos, que en lugar de cumplir con su deber, prefieren criticar a los que sí lo hacen, y por lo tanto les dejan en mal lugar…?

(Revisando el Archivo Linz de la Transición Española, leo lo siguiente:

«Más de doscientos sacerdotes contra monseñor Cirarda».

223 sacerdotes de la Asociación Sacerdotal San Francisco Javier de Navarra han hecho público un comunicado en el que protestan enérgicamente por la injusticia inicial mantenida del que fue y es objeto el ejemplar sacerdote don Ignacio Dallo”.

Los 223 sacerdotes interpretan en su nota como positiva en sustancia la protesta de los fieles de la diócesis y afirma que está inequívocamente impulsada por puro amor y fidelidad a la verdad de la Santa Madre Iglesia…”).

Esto es lo que ha quedado para la Historia. La pura verdad.

El Padre Dallo era y es una persona brillante, sobresaliente, de matrícula de honor, de las que dejan huella, y no dejan indiferente a nadie.

Con la cabeza bien amueblada, prosiguió su labor,  incorporando a miles de seglares en pro de la Unidad Católica de España, a través de la Unión Seglar de San Francisco Javier, que él  fundo, y que prosigue su labor, editando el periódico católico Siempre P´Alante, y realizando unas Jornadas Anuales que ya van por las XXXIV, recientemente celebradas.

¡Y espero que las XXXV, Dios mediante, rindan el  homenaje debido al Muy Ilustre y Rvdo. Don José Ignacio Dallo Larequi, Canónigo de la Catedral Metropolitana de Pamplona, pues es de Justicia!

Termino ya, pues la emoción me empieza a embargar. ¡Gracias, don José Ignacio, por acercarme y acercarnos más a Dios, con la intercesión de la Virgen del Pilar!

Solo por eso, y por muchas cosas más, su vida ha sido una siembra interminable, que estoy seguro el Señor le agradeceré como merece.

Descanse en paz, Padre Dallo.

Nunca le olvidaremos.