Más información
Creo que en esta vida no hay acto más hermoso y placentero que el del perdón sincero. Y así como para que exista discusión hacen falta dos personas, en el perdón con una basta.
El perdón, al igual que el amor, no necesita de correspondencia.
Tiene vida propia y por sí solo basta. No está en nuestra mano el obtener el perdón de aquellos a los que hemos ofendido, pero sí el de perdonar a los que en algún momento nos ofendieron a nosotros.
Aun aquellos que no tengan muy claro lo del perdón cristiano, deberían de hacerlo, aunque tan solo sea por hacer la puñeta, ya que como dijo Oscar Wilde: “Perdona a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más”.
Perdona a tu enemigo, pero guárdate de darle la espalda.
Todo esto, que está muy bien, es si hablamos de personas; de seres humanos.
¿Pero qué sucede cuando nos encontramos con seres que, con sus actos, (infanticidas, parricidas, terroristas, y tiranos), han perdido cualquier atisbo de humanidad?
¿También hay que perdonarlos?
No sé. Tal vez, perdonar a canallas sanguinarios, sea labor de Dios, y la nuestra, enviárselos.
Más en Columnistas
CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL
QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE
Buscamos personas comprometidas que nos apoyen
CONTRIBUYE
Home