“Hay que dejar la vanidad para quienes no tienen otra cosa que exhibir” Honoré de Balzac, escritor francés autor de La comedia humana
La vanidad ha estado con el hombre desde que este fue creado. El postureo – una nueva forma de vanidad – es reciente y se ha incrementado a la sombra de las nuevas tecnologías y redes sociales. Mientras la vanidad alcanza la categoría de pecado, no en balde es hija de la soberbia, aunque más estúpida; el postureo no pasa de ser una gilipollez más de las muchas que nos van llegando conforme avanzamos en la “cultura” del progreso. Es una actitud artificiosa y falsa y a quién la practica se le llama postureta. Pero ojo, el postureo y el postureta pueden hacer tanto daño o más que la vanidad y la estupidez. La vanidad, fruto de la presunción, rompe los espejos en los que se mira; el postureo, fruto de la tontuna urbanita, rompe los móviles que la fotografían.
Las mil y una noches es una recopilación de leyendas árabes cuyos orígenes se pierden en los tiempos; en una de esas leyendas nos habla de una ciudad de cobre construida al principio de los tiempos por el rey Ad, un personaje mítico, llamada Iram de las columnas. En uno de sus viajes sobre su alfombra voladora, Salomón la descubre y logra entrar en ella, Allí encuentra una placa enorme en cobre rojo con inscripciones escritas por Sheddad, hijo de Ad que hablan sobre lo vano de la vida y la vanidad del hombre.
¡Entra aquí para saber la historia de los que fueron los dominadores! – ¡Todos ellos pasaron ya! ¡Apenas tuvieron tiempo de descansar a la sombra de mis columnas! – ¡Fueron dispersados como sombras por la muerte! ¡Fueron dispersados por la muerte como la paja por el viento! – Yo tenía diez mil corceles en mis caballerías. Diez mil vírgenes en mi harén e infinitas riquezas – Yo creía que mi poder era eterno, pero llegó el día de mi muerte – Y aquel día reuní a mis caballeros, a mis reyes y a mis jefes. En su presencia hice que trajesen mis tesoros – Os los daré, les dije, si prolongáis un día mi vida sobre la tierra- ¡Pero ellos bajaron los ojos y guardaron silencio! Entonces morí. ¡Y mi palacio se convirtió en el asilo de la muerte! – ¡De qué y para qué me ha servido todo!
Volviendo a Salomón. Él mismo, acercándose el final de sus días y por sus experiencias, escribió: “No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue parte de toda mi faena. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” Eclesiastés 2;10 – 11
Sardanápalo fue un rey sirio que vivió hace cerca de dos mil años. Ordenó poner esta inscripción en su tumba: “Caminantes, comed, bebed y amad. Todo lo demás es vanidad”
Abderrahman III que reinó durante medio siglo el califato de Córdoba, nos dejó la siguiente reflexión: “Cincuenta años han transcurrido desde que soy califa. Tesoros, honores, de todo he gozado y todo lo he agotado. Los reyes, mis rivales, me temen y me envidian. Todo lo que desean los hombres me ha sido concedido por el cielo. Pero en este largo espacio de felicidad aparente he calculado el número de días que me he sentido feliz. Este número asciende a catorce. Mortales, apreciad por esto la grandeza, el mundo y la vida…”
De la vanidad se ha escrito a lo largo de siglos en todas las religiones y civilizaciones. En algunas de ellas se ha considerado pecado capital. Se sigue hablando de la vanidad en estos tiempos y se seguirá hablando ad aeternum porque la vanidad forma parte de la naturaleza humana. El postureo, es esa nueva vanidad estúpida y gilipollezca, pero tan dañina como la vanidad y la estupifdez juntas. No, no forma parte de la naturaleza humana, su tontuna es secundaria a los estándares de relaciones humanas establecido por la posverdad, el buenismo y el progreso de donde nace apoyada en las nuevas tecnologías que nos han infiltrado en las meninges que, no basta con cenar en un buen restaurante, hay que sacar fotos de los platos, del entorno y de los acompañantes y enviarlos cada 5 minutos a todos los que figuran en nuestros contactos, Si no es así, ni la cena, ni el viaje al Caribe, ni la compra del vestidito o zapatillas etc. se han producido ¡Ni que decir si cambias de coche!
Cuando han pasado los estímulos del postureo y nos encontramos a solas, nos damos cuenta – algunos – de que nosotros, los hombres y mujeres, tan solo somos unos seres muy limitados y repletos de taras, carencias y sueños envueltos en papel de colores.
Recordar, que a los vanidosos y posturetas acérrimos, les pasa casi siempre lo qué a Narciso, que de tanto mirarse en las cristalinas aguas del río para contemplar su belleza, un día, queriendo atrapar su imagen, cayó y se perdió en las profundidades del río y de su vanidad. Le pasa a todos los narcisitas.
Que esto le suceda a quienes pasean su vanidad y su postureo sin el mínimo decoro, no afecta a la marcha de un país, pero cuando es el gobierno el que, formado por ladrones vanidosos, corruptos posturetas y puteros estúpidos, al frente del cual está el vanidoso, el postureta paradigma de la vanidad y el postureo, este país acabará ahogado en las pútridas aguas de su política, política de feria de vanidades, mascarada, ambiciones y codicias.
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