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España sin Presupuestos: la gran estafa institucional del Gobierno de Pedro Sánchez

Carolus Aurelius Cálidus Unionis 29 Sep 2025 - 16:13 CET
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“Cuando apuntamos con el dedo hacia la luna, siempre hay quien no la ve porque se queda mirando el dedo”.

Mañana, 30 de septiembre de 2025, expira el plazo que establece el artículo 134 de la Constitución Española para que el Gobierno presente su proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE). Y, salvo milagro, Pedro Sánchez y su Consejo de Ministros incumplirán de nuevo la obligación constitucional. Será el tercer año consecutivo sin presupuesto nuevo: España sigue viviendo con las cuentas de 2022, prorrogadas como si fueran un traje viejo que ni encaja ni tapa.
Esto no es un tecnicismo, no es un formalismo: es la mayor irresponsabilidad política, económica e institucional cometida en democracia desde 1978.

En 2018, Sánchez le espetó a Mariano Rajoy:

“Un Gobierno sin presupuestos es tan útil como un coche sin gasolina”.

Hoy, él mismo conduce un vehículo sin combustible, sin dirección y cuesta abajo… pero se niega a apartarse del volante.

La anomalía: gobernar sin presupuestos

El artículo 134.3 CE es claro:

“El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado, al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior”.

No hacerlo no es solo un desliz: es un incumplimiento constitucional. La prórroga automática de presupuestos está prevista para casos excepcionales, no como sistema ordinario de gobierno.

En Alemania, Austria o Suecia, si un gobierno no logra aprobar presupuestos, cae o convoca elecciones. En Estados Unidos, un bloqueo presupuestario provoca un shutdown, cierre de la administración. En España, en cambio, se normaliza el golpe blando presupuestario como si fuera una astucia política más.

¿Por qué Sánchez no presenta presupuestos?

Porque no tiene mayoría parlamentaria. Y porque no quiere reconocerlo.

Sánchez evita someterse al Congreso: no quiere que la derrota presupuestaria certifique su debilidad. Prefiere prorrogar, improvisar y gobernar por decreto.

Consecuencias: la demolición institucional

No presentar ni aprobar presupuestos implica:

Todo ello sin control, sin debate, sin hoja de ruta. La democracia representativa vaciada de contenido.

La hipocresía: propaganda y corrupción

Mientras España se gobierna con presupuestos zombis, Sánchez y sus ministros:

Todo ello con un denominador común: dinero público sin control parlamentario.

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