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Jesús Calvo Pérez: «Juicio en Málaga, tras ocho años de espera»

Jesús Calvo Pérez 20 Oct 2025 - 11:06 CET
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El 1 de octubre de 2025, hemos sido citados dos sacerdotes a declarar, acusados por delitos “de odio”, por una comunidad marroquí ¡catalana!,  por nuestras declaraciones públicas (Don custodio Ballester y yo), contra la entrada ilegal de foráneos, ante las adversas consecuencias contra nuestra Patria, en todos los sentidos.

Resumiendo, manifesté:

“Señorías, rechazo categóricamente el concepto de ODIO, por inadecuado ante la causa de que se acusa.

Una cosa es denunciar “la permisibilidad de la ilegalidad” de entrada de extranjeros a nuestras costas,  otro tema es odiar a esas pobres personas engañadas y esquilmadas por las mafias, a quiénes no se conocen personalmente.

Señorías,  “las vallas de  Ceuta y de Melilla, ¿son una declaración de odio…?”.

El artículo 510, 1, del Código Penal, usa en sentido estricto el odio (que implica la persecución y extinción de lo perseguido, persona o cosa), cuando solo se trata de la autodefensa nacional ante peligros sociales,  económicos, familiares, raciales,  religiosos y culturales, de estas infiltraciones paulatinas pero constantes.

Son avisos de peligros próximos, y no solo una llamada a la violencia homicida contra los invasores. No hay que confundir los efectos evitables con la intención homicida de seres instrumentalizados por los planes ocultos ya descritos en “el plan Kalergi” (véase el libro ADIOS EUROPA, del autor Gerd Honsik), con el intento de crear la “raza superior judía” como soberana en Europa, y en el  Mundo,  degradando la raza blanca a una raza mestiza, dominable y manejable, para tomar el poder en una globalización o mundialismo como dictadura mundial: negros y asiáticos degenerarían la raza blanca.

Los riesgos de estas invasiones son seis, sino alguno más, que no me dejaron explicar en el  juicio, y que yo llevaba escritos:

Uno. Peligro de inseguridad ciudadana, dadas las ocasiones delictivas de gentes ociosas, que nada tienen que perder, pues nada poseen.

Dos. Competencias desleales contra nuestros agricultores, pagando peonadas de esclavitud, como está ocurriendo en USA con  los ilegales mejicanos.

Tres. Peligros sanitarios, por venir sin certificados médicos que aseguran que no son portadores de enfermedades desconocidas o ya erradicadas en España.

Cuatro.  Peligros de camuflar terroristas y fanáticos, haciéndose pasar por inmigrantes.

Cinco. Peligro de proxenetismo, cuyo tema ha sido tratado en el Senado.

Seis. Mientras este descontrol invasivo no se ataje, se genera el “efecto llamada”, con lo que la invasión se multiplica.

¿Cómo no van a venir sin son acogidos sin condiciones contractuales de trabajo, sin certificados médicos (como llevaban nuestros emigrantes a Alemania),  ni económicas…?

Claro, en España, “todo vale”.

El  trasfondo de la cuestión emigratoria, y eso es lo grave, es que responde al plan masónico sionista “del  rostro oculto” Kalergi, que busca la destrucción de la vieja Europa, atacando la cultura metafísica griega, de la moral patriótica y escolástica cristiandad, y su transformación en una tierra desierta, globalizada, empobrecida y achatada bajo la guía de Estados Unidos.

Anunciaba así el plan sinárquico de la destrucción de la Iglesia Romana y del Papado, por obra de los pueblos nórdicos, o sea luteranos, para llegar al  Nuevo Orden Mundial, NOM: de aquí la ley que viene de las tinieblas”, como  dicen los enemigos masónicos de Dios y de las Patrias.

El plan Kalergi consiste en esa destrucción de la vieja Europa por las peonadas de ISIS (estado islámico), bien vistas por políticos, intelectuales, periodistas y eclesiásticos “teológicamente correctos”.

¿Cómo acabará  todo esto (a más largo plazo…?

Con la descatolización de las últimas naciones católicas europeas.

Cuando en el  juicio se me acusó de haber publicado contra la invasión, de “traída de piojos”, respondí: “Ojalá solo trajesen piojos”.

Preparémonos para un “violento tsunami, un diluvio de fuego” (San Luis María Grignion de Montfort).

Agradecemos a nuestro abogado, don Manuel González, la defensa valiente que nos hizo a los dos sacerdotes.

También la ayuda de don José Luis Jerez Riesco, abogado e historiador, y el artículo del ínclito ex juez, fiscal, abogado y larga serie de títulos, Don Ramiro Grau Morancho, que nos hizo el pasado 27 de septiembre de 2025, sobre el anunciado juicio, es digno de la mejor gratitud.

“La verdad os hará libres” (Jn,  8).

La fiscalía se basó más en el tema de la “convivencia”, como una paz gratuita a cualquier precio, apelando a eso de los derechos humanos, como si fuese una paz sin condiciones,  “la paz del mundo”,  que Cristo combatió, en contra de la paz de las conciencias cumplidoras (“la paz de los hijos de Dios”, San Pablo).

Y,  con  la conciencia tranquila, me someto al veredicto de la Justicia de los hombres, y de Dios.

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