Se le considera uno de los más fervientes defensores del existencialismo del siglo XX, que a grandes rasgos podríamos decir que es la defensa del individuo libre el cual es responsable de sus actos. Aunque haciendo un análisis un tanto más preciso deberíamos decir que el existencialismo es una forma de pensar sobre lo individual y lo concreto en oposición a lo abstracto y atemporal.
Para Sartre, el hombre es libertad plena y por lo tanto es capaz de definirse a sí mismo, como carece de criterios a priori puede orientar sus acciones como mejor le convenga. El mismo Sartre definía el existencialismo de la siguiente forma:
- es el intento de sacar consecuencias de una posición atea coherente.
- es una filosofía que tiene como principio que no hay naturaleza humana alguna.
- una filosofía que afirma que la existencia antecede a la esencia.
Y posiblemente de las tres, para Sartre tendría preeminencia la no existencia de Dios, de hecho, él mismo llamó a su filosofía “existencialismo ateo”.
Una de sus máximas decía: “Si he suprimido a Dios padre, es necesario alguien para inventar los valores (…). Decir que nosotros inventamos los valores no significa más que eso: la vida no tiene sentido, a priori. Antes de que ustedes vivan, la vida nos es nada; les corresponde a ustedes darle sentido, y el valor no es otra cosa que el que ustedes eligen”. Ahora bien, habría que preguntar a Sartre sobre qué valores nos tendríamos que inventar, y nos diría que los que quisiéramos, siempre y cuando hubiesen sido en nombre de la libertad. Parafraseando a uno de los personajes de Dostoyevsky, en Los hermanos Karamazov, diría: “Si Dios no existiera, todo estaría permitido”.
La concepción de la moral sartriana se asemeja a una obra de arte, la situación es la misma que tiene un artista quien no tiene criterios estéticos a priori para realizar su obra. Por deducción concluimos que al hombre le está todo permitido, es decir, la medida del hombre es su poder. Pero si en vez de restringir la reflexión al arte, lo extendemos a otros ámbitos del ser humano, por ejemplo, la tecnología ¿qué pasaría? Tendríamos que recordar que el régimen nazi en su total empleo de la libertad y la técnica de su época, diseño hornos crematorios, más sofisticados que los que ya había, para que las matanzas en masa por inhalación de gas fuesen más efectivas, por poner un solo ejemplo.
La visión antropológica de Sartre interpreta la existencia de Dios como una realidad antagónica a la del hombre, de manera que si Dios existe, la libertad humana queda anulada o reducida. Un ejemplo brillante de la visión sartriana del poder total del hombre sin Dios, aparece en el personaje Calígula de Albert Camus. En la obra Calígula expresa de forma vehemente su ansia por una libertad sin fronteras, pero su mujer, Cesonia, le expone la realidad: “No podrás hacer que el cielo sea cielo, que un rostro hermoso se vuelva feo, un corazón humano insensible”. Calígula, replica: “Quiero mezclar el cielo con el mar, confundir fealdad y belleza, hacer brotar la risa del sufrimiento”. Pero Cesonia insiste: “Hay lo bueno y lo malo, lo grande y lo bajo, lo justo y lo injusto. Te aseguro que esto no cambiará”. El emperador enloquecido quiere que todo dé igual y le dice a su esposa que vivir es lo contrario a amar, mientras le coge del cuello y la estrangula, haciendo alarde de su poder, del odio, y alabando la alegría desmedida del asesino impune. Esto supondría la libertad total del hombre sin ningún concepto moral que previamente hubiese determinado su esencia, su comportamiento y su carácter de persona civilizada y racional.
Precisamente por no ser el hombre un ente aislado, expresa su libertad medida en el contexto de la coexistencia con otras libertades. En la actualidad, tal y como pretendía Sartre, se tiende a reducir el concepto de libertad al derecho individual a ejercer la libertad. Sin embargo, si la visión de la libertad se mira desde un punto de vista particular, aislado, se le arrebata al concepto su realidad humana, por no coexistir con el resto de libertades en dependencia y responsabilidad. Por lo tanto, la libertad implica el cumplimiento de una serie de obligaciones y responsabilidades, mi libertad en una estructura de libertades entrelazadas. Si no existiesen deberes que cumplir, no existiría la libertad ¿para qué la emplearíamos?
Teniendo en cuenta la idea de libertad sartriana, el ser humano filtraría lo que le podría ser útil y lo que no, de modo que el otro sería siempre algo que le serviría o le estorbaría. Las relaciones humanas no se podrían sostener simplemente mediante una pugna por realizar los proyectos individuales. Si Marx criticaba con dureza al capitalismo por reificar al individuo al tratarlo como pura mercancía u objeto, ¿qué mayor reificación es la de ver al prójimo como un simple adversario material para conseguir tus propósitos?
Una vez analizada la visión de Sartre sobre la existencia de Dios y la libertad del hombre, creo necesario repasar otros aspectos relevantes del pensamiento del filósofo francés. De especial interés son sus manifestaciones políticas que generaron controversia y admiración a la vez. El escritor rechazó el Premio Nobel de Literatura en 1964 diciendo que las relaciones con el dinero son siempre falsas, aunque admitió que al rechazar una suma tan significativa de dinero se lo iban a reprochar, porque con esa decisión aumentaría el número de ventas de sus libros y ganaría más dinero. Con la sola excepción de Karl Marx, era el intelectual occidental más leído, traducido, debatido y admirado. Tal es así, que la revista Time le comparaba con Frank Sinatra, pues nadie más llenaba auditorios con un público femenino capaz de estallar en gritos y desmayos. Desde luego fue un personaje singular donde los hubiera, y a la vez hay que reconocerle su talento literario, que no tiene nada que ver con su pensamiento personal.
Sartre apoyó abiertamente a dictadores como Josef Stalin, el líder cubano Fidel Castro y el genocida camboyano Pol Pot, de esta manera se convirtió en uno de los intelectuales más controvertidos del siglo XX. Perteneció al grupo que aceptó participar en el Congreso de Intelectuales que organizó Stalin, y cuando el mundo empezó a conocer las prácticas asesinas del dictador ruso – campos de concentración, hambrunas inhumanas, sometimiento de la persona hasta niveles extremos, etcétera-, decidió hacerse seguidor de Mao Zedong, el dictador chino, y principal discípulo de Stalin, que provocó la muerte por hambre de alrededor de cuarenta millones de compatriotas en cuatro años.
En el mundo árabe encontró un aliado debido a su antiimperialismo, antiamericanismo y anticolonialismo. Sartre se ganó la confianza de la intelectualidad del tercer mundo. En el prólogo del libro Los condenados de la Tierra del escritor martiniqués Frantz Fanon, escribió: “Matar a un europeo es matar a dos pájaros de un tiro, suprimir a la vez a un opresor y a un oprimido”, la conclusión a la que llegó es que “queda un hombre muerto y un hombre libre”.
Su desprecio por el colonialismo le llevó a criticar con ferocidad la política antisionista británica, de tal forma que en 1947 declaró: “No nos podemos desvincular de los hebreos”. Con rapidez se mostró ambivalente sobre la cuestión de Israel y Palestina. Apoyó la creación del Estado de Israel y a la vez el derecho de los palestinos a volver a la tierra que acababa de ser nombrada como Estado de Israel, luego se mostró proisraelí y propalestino. Visitó Israel en 1967 y en su intento de mantener la neutralidad en el conflicto árabe-israelí consiguió la incongruencia total. Durante este viaje perdió la categoría que el mundo árabe le había dado.
El 5 de septiembre de 1972 la organización árabe “Septiembre Negro” tomó como rehenes a los deportistas israelíes que participaban en los Juegos Olímpicos de Múnich. Los once deportistas fueron asesinados. Jean Paul Sartre escribió un artículo titulado “Acerca de Múnich” en el que decía: “En esta guerra, la única arma de los palestinos es el terrorismo (…). Ese pueblo abandonado, traicionado y exiliado solamente puede mostrar su coraje y la fuerza de su odio organizando ataques mortales”. Insólita apreciación la de desear que se cometan actos terroristas, pero Sartre era así, y más insólito es, cuando después de visitar Gaza, años antes, junto a su pareja Simone de Beauvoir, quedó impresionado por las paupérrimas condiciones de vida de los campamentos allí montados, y de las que responsabilizó a los países árabes. No sabría cómo catalogar este comportamiento, si como hipocresía desalmada o como incongruencia inadmisible. Fruto de sus continuas contradicciones, llegó a decir que nada le ataba a lo que había escrito, lo cual no deja de ser una falta de compromiso nada entendible.
Aunque por desgracia, el comentario sobre el terrorismo palestino no es de extrañar en un personaje de estas características. Como antes dije, al dejar de lado a Stalin se hizo un ferviente seguidor de Mao, elogiaba su “violencia revolucionaria” que practicaba como expresión de moralidad superior. El éxtasis le llegó en un momento en el que dijo, -acerca del régimen maoísta-: “Un régimen revolucionario debe deshacerse de un cierto número de individuos que lo amenazan y no veo otro medio para ello que la muerte (…). Probablemente, los revolucionarios de 1793 no mataron a suficiente gente”. No creo que haya que dar explicación alguna sobre esta sentencia, y no está sacada de contexto, ese fue el contexto recurrente en la vida de Sartre.
Precisamente por haber dicho lo anterior, destaca de forma casi extravagante el hecho de que cuando fue hecho preso por el régimen nazi en 1940, y una vez en el campo de prisioneros Stalag 12 D, decidiese escribir una breve obra de teatro basada en la religión. Tras hablar con unos sacerdotes, también cautivos, Sartre se puso a escribir una obra dedicada a la Navidad, Barioná el Hijo del Trueno, que según los que asistieron fue una magnífica exposición de lo que significa el Misterio de la Navidad. Cosa que no dudo, porque la capacidad intelectual de Sartre era muy superior a la media de cualquier coetáneo, y por ese motivo sabía muy bien cómo hablar, escribir y actuar en cada momento y frente al que tuviese delante. Esta es la respuesta del porqué de la confección de Barioná, no la escribió porque en un momento concreto fuese tocado por la mano de Dios, ni experimentase un hilo fino de conversión, simplemente le sirvió de divertimento en una situación de represión como la que vivían todos los reos en un penal nazi.
Tal es así, que haciendo gala de lo que ya había dicho en varias ocasiones, que a él nada le ataba a lo que escribía, tardó años en reconocer la obra porque no le identificaba e intentó que no se publicase hasta que esto ocurrió en 1962. Cuando se publicó dijo lo siguiente: “El hecho de que adoptara el tema de la mitología del cristianismo no significa que hubiera cambiado la dirección de mi pensamiento, ni siquiera por un momento, durante mi cautiverio”. Para él no fue más que un mero acercamiento estético y lo demuestra cuando incluye al cristianismo dentro de la mitología. Por lo tanto, y conociendo el pensamiento sartriano, sus escritos son lo suficientemente ateos como para hacer de este episodio una exégesis suavizante.
En 1943, poco tiempo después de ser puesto en libertad, su “compañera” Simone de Beauvoir fue expedientada y dejó la docencia, por corrupción de una menor, se demostró que practicaba ocasionales tríos con Sartre y una alumna. Este era el talante moral de la pareja. Bien conocida es la relación epistolar que frecuentaba con Beauvoir acerca de los encuentros sexuales que cada uno de ellos tenía por separado en sus continuos viajes en solitario. El consentimiento fue mutuo, la noción, tan extendida hoy, del poliamor, sino la inventaron ellos, sí la ensalzaron como práctica “común y saludable».
El único propósito que he tenido con el presente artículo, ha sido el de mostrar la personalidad y el carácter de este complicado personaje que asombró a gran parte de la intelectualidad del siglo pasado. Mientras tanto, Sartre, mostraba su admiración por los dictadores más siniestros de la época y vendía su ateísmo como símbolo de libertad total frente a las “ataduras” de la religión. Especialmente contra la ética y moral cristiana.
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