Las declaraciones navideñas del papa León —tanto en las homilías de Nochebuena y Navidad como en su mensaje urbi et orbi desde el balcón de la Plaza de San Pedro— han provocado desconcierto. No por su tono compasivo, que es consustancial al mensaje cristiano, sino por el sesgo político, selectivo y marcadamente ideológico con el que esa compasión fue distribuida.
El Papa centró su atención en Gaza, Yemen y Ucrania, relegando a un segundo plano la persecución sistemática y masiva de cristianos en África y Oriente Medio, una de las mayores tragedias humanitarias y religiosas de nuestro tiempo. Este énfasis selectivo, junto con su crítica al capitalismo y su apelación a la apertura de fronteras, refleja un cruce inquietante entre discurso religioso y agenda política progresista.
Capitalismo y moral selectiva
Durante la misa de Nochebuena, el Papa criticó una “economía distorsionada” que convierte a los seres humanos en mercancías. La crítica no carece de fundamento ético, pero resulta históricamente inexacta: los sistemas de inspiración marxista han sometido a los individuos al Estado, eliminando libertad y propiedad. En cambio, los sistemas capitalistas con Estado de Derecho han generado la mayor reducción de pobreza de la historia humana, según datos de la ONU y del Banco Mundial.
La cuestión no es la reflexión ética sobre la economía, sino la presentación implícita de una cosmovisión ideológica como dogma religioso.
Gaza y Ucrania versus África: un contraste inquietante
El Papa dedicó pasajes emotivos a Gaza y Yemen, mientras la situación de millones de cristianos africanos fue relegada a menciones breves y genéricas. El silencio es especialmente llamativo en Nigeria, Sudán, Burkina Faso, Malí, Mozambique y la República Democrática del Congo, donde desde hace décadas se producen ataques selectivos, masacres, quema de templos y desplazamientos forzados.
Datos documentados (2025):
- En Nigeria, Boko Haram y Estado Islámico en África Occidental han matado a varios miles de cristianos, atacando aldeas, iglesias y celebraciones litúrgicas (Open Doors, 2025).
- En el Sahel (Burkina Faso, Malí, Níger), grupos afiliados a Al Qaeda y al ISIS han expulsado comunidades cristianas y destruido infraestructuras educativas y religiosas (Amnistía Internacional, 2025).
- En Mozambique, Cabo Delgado sufre desde 2017 ataques con decapitaciones, incendios y desplazamientos masivos (ACN, 2024).
- En la República Democrática del Congo, las Allied Democratic Forces vinculadas al ISIS han perpetrado masacres durante celebraciones religiosas (International Crisis Group, 2025).
Por el contrario, los conflictos en Gaza y Ucrania reciben cobertura mediática masiva, atención internacional y movilización política global, un contraste que evidencia un sesgo selectivo en la percepción del sufrimiento.
Genocidios invisibles: razones y geopolítica
La violencia contra cristianos africanos se produce en un contexto multifactorial: grupos yihadistas con objetivos religiosos y políticos, conflictos étnicos, lucha por recursos naturales y economías ilícitas. Los Estados locales, debilitados por golpes militares o corrupción endémica, no protegen a sus ciudadanos. La intervención de mercenarios (Grupo Wagner, Africa Corps) introduce un factor adicional de opacidad y violencia.
Occidente, por su parte, ha reducido su presencia militar y su atención política, priorizando estabilidad regional y control migratorio sobre la protección de comunidades cristianas. Esto crea un vacío geopolítico que potencias como Rusia y China explotan mediante contratos estratégicos y presencia militar indirecta (Beatriz Mesa, El fracaso de Occidente en África, 2024).
Moral selectiva y ética cristiana
El discurso papal sobre migración y refugiados implica que no acoger a los migrantes —en su mayoría musulmanes— sería un incumplimiento de la caridad cristiana. Sin embargo, esta lectura omite preguntas esenciales: capacidad de integración, seguridad social, cohesión comunitaria y responsabilidad de los Estados de origen. Confundir caridad con irresponsabilidad política y presentar una opción ideológica como mandato evangélico debilita la autoridad moral de la Iglesia.
La indiferencia ante el genocidio cristiano en África y Oriente Medio evidencia un relativismo moral preocupante. Mientras se enfatiza la compasión por algunos grupos, otros son relegados a la invisibilidad mediática y política, aun cuando la violencia contra ellos es sistemática y deliberada.
Conclusión: la religión como vehículo ideológico
El balance final es inquietante: las palabras del Papa León parecen orientadas a revestir con lenguaje religioso una agenda política reconocible, cercana a postulados progresistas occidentales: anticapitalismo retórico, victimismo selectivo, relativismo moral y silencio ante la persecución de cristianos cuando no conviene al relato dominante.
El mensaje cristiano se banaliza y politiza, mientras millones de cristianos africanos y de Oriente Medio quedan abandonados a su suerte, víctimas de una violencia que no genera titulares ni movilización internacional.
Quizá la pregunta de fondo no sea solo por qué el genocidio de cristianos en África no importa a nadie. Tal vez sea más incómoda aún:
¿Qué ha ocurrido en Occidente —y en parte de sus élites religiosas— para que algunas vidas valgan más que otras, incluso dentro del propio cristianismo?
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