Ya otro presidente (Cañellas), atrapado, también en los sargazos de este tipo de prácticas, fue obligado a dimitir por Aznar
Al procesamiento de María Antonia Munar (Unió Mallorquina), presidenta dimisionaria del Parlamento balear, sigue ahora otro procedimiento judicial similar contra Jaume Matas, ex presidente del Consell y ex ministro en uno de los gobiernos de José María Aznar.
Ni Matas ni Munar están solos en sus idas y venidas a los juzgados: jueces y fiscales también se interesan por las andanzas de antiguos consejeros y altos cargos.
En todos los casos, las acusaciones que penden sobre ellos son similares: prevaricación, cohecho, falsedad en documento público, indicios de enriquecimiento ilícito…
Las conocidas cuentas del rosario de la corrupción. Dineros en manos de quienes no pueden justificar su procedencia aunque la policía y los fiscales la residencian en el ámbito del abuso de la posición de poder.
Recalificaciones irregulares; contratas públicas que se asignan a dedo y contratistas agradecidos que manejan mucho dinero negro. No es de ahora, la cosa viene de lejos.
Ya otro presidente (Cañellas), atrapado, también en los sargazos de este tipo de prácticas, fue obligado a dimitir por Aznar.
En el «caso Palma Arena», los encausados han sido altos cargos del PP, pero la crónica negra de las islas nos ha deparado, también, algunos episodios de corrupción relacionados con alcaldes o concejales socialistas.
Y es en este punto en donde tiene sentido la pregunta que encabeza este apunte, ¿qué pasa en Baleares? ¿Por qué no reaccionan los electores? Para mí, es un misterio. Por desgracia, en otras partes de España -Andalucía, Valencia, Madrid- también están siendo investigados casos de corrupción, pero, convendrán conmigo que lo de Baleares, va camino de llevarse la palma.
