Se está criticando mucho a Bono y sus sociedades instrumentales por no ser muy propio de socialistas obreros tener tanto patrimonio ni de tanto postín en las zonas de mayor pijerío, ni de origen tan inexplicable.
Pero la actual tercera autoridad de la Monarquía, tras su Majestad y su primer ministro, aunque proceda del grupo del viejo profesor Tierno de cuando se asoció al PSOE oportunamente recauchutado por el capital alemán y la CIA, para que le respetaran los trieníos de méritos por la Causa, también sigue la tradición socialista hispana en esto.
En momentos de crisis y de extrema debilidad de la demanda como los presentes no deja de ser una suerte que gentes con posibles como Bono y sus correligionarios compren o permuten bienes inmobiliarios.
Además de reactivar la demanda de bienes de lujo o “exclusivos” que de otro modo caería en picado, con su correspondiente efecto llamada para otros próceres y próceras del pertinaz socialismo, hay que considerar el mérito y sano patriotismo de invertir en España en bienes que uno no se puede llevar en caso de que la cosa se degrade tanto que haya que salir de naja, preferiblemente a países sin extradición, cuando, en cambio, la moda está, entre quienes lo tienen, en poner el tesoro a salvo en oportuna hierofanía monetaria en ciertos países opacos. Por si lo de Grecia se extiende y España también va a la quiebra y con ella, la casta gobernante o al menos mandante hasta ahora, se viera obligada a buscar otros lugares de residencia.
La actitud de Bono es ejemplar en este asunto al dar moral al sufrido y horrorizado contribuyente que se siente embarcado contra su voluntad en un avión a la deriva, ya casi sin combustible y maniobrado por pilotos suicidas.
Y hay que resaltar su independencia y autonomía, inasequibles al desaliento:
Contra los deseos del risueño pacifismo multiculturalista oficial del gran líder de León que era de Valladolid, “antes morir que matar”, Bono ha vendido armamento sofisticado al amigo Chavez, de Venezuela, el que según nuestros jueces tiene funcionarios de doble militancia.
Contra los deseos del Vaticano, el católico Bono vota sin despeinarse la Ley que proclama al aborto como un derecho de la mujer.
Contra los deseos de su cordial enemigo Guerra, que pretendía que sus conmilitones disfrutaran en su bien merecido ocio de rústico botijo y proletario pañuelo de hierbas, Bono está realizando una gran labor para acercar al mundo de parados, desahuciados y expulsados del sistema con la promoción de deportes antes considerados chic o de élite como la hípica.
Sin embargo, la envidia, ese defecto nacional tan combatido por el socialismo, sigue haciendo estragos, y cabe esperar que, al cabo, como su amigo el juez Garzón, si la unidad de poder pero triplicidad de funciones no funcionase adecuadamente, acaso no pueda disfrutar de su patrimonio obtenido en ejemplar y heroica lucha sin cuartel por la defensa de los trabajadores y trabajadoras de esta bendita tierra de Pablo Iglesias y María Santísima.
¡Qué Dios, sea de Valladolid o de León, reparta suerte!
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