En estos días, convocado el Segundo Congreso extraordinario de la Federación Socialista andaluza, hay un par de preguntas en la calle que se rebasan entre ellas y que, aunque con redacción similar, son formuladas, (también sentidas) con intenciones distintas:
– ¿Qué le pasa a Alfonso Guerra?
– Y ¿Qué pasa con Alfonso Guerra?
La primera de ellas surgió como consecuencia de la noticia que dio, o medio ocultó, el diario El País para justificar la ausencia de Alfonso Guerra en el Congreso Extraordinario que los socialistas andaluces van a celebrar en Granada los días 23 y 24 de noviembre. El diario de Prisa justificaba la posible no asistencia de Guerra por la rotura (¿supuesta?) de una de sus piernas. Pero no contestaba tres de las preguntas que normalmente preocupan a la prensa: cómo, cuándo, dónde. Ni aclaraba cuál de las piernas era la rota, cómo se había producido la fractura, hasta dónde llegaba la gravedad, o qué consecuencias podría tener el hecho en una persona de una edad como la suya.
En días sucesivos, a pesar de tratarse del antaño Vicepresidente del Gobierno, la noticia apenas si tuvo eco. En el mismo Congreso de los Diputados, lugar en el que se cuecen y fabrican noticias, no se «bullía» nada en torno a la supuesta fractura de una de las piernas del único de los diputados españoles presente en el Congreso en las 10 legislaturas habidas hasta la fecha. Los diputados socialistas, a la pregunta «qué le pasa a Guerra», contestaban con comportamientos harto elocuentes: O bien reformulaban la pregunta, como puestos de perfil. O se escabullían del tema con disculpas varias. Una de ellas era tan significativa y literaria que no parecía fruto de la improvisación culta:
«¿Qué importa que Guerra tenga o no tenga rota la patita? Puede que, como la mujer honesta de la Tristana de Galdós, Guerra esté mejor con la pata quebrada y en la cocina de su casa»
Claro que importa. Y más a las puertas de un Congreso Extraordinario en el que Susana Díaz, «paracaidista o no», se va a hacer con el poder total en Andalucía, facultada para tapar pretéritos no demasiado gloriosos, averiguar y descubrir pasados tortuosos posiblemente corruptos, e incluso (bajo ambos o sobre ellos) impulsar el futuro de un socialismo actualmente confuso y una carrera política personal, la suya, con magnificas expectativas de futuro y con, al decir de uno de sus conmilitones, «ya demasiados cadáveres políticos de compañeros a sus espaldas a pesar de su corta edad».
A media mañana del miércoles se presentó la ocasión de conocer qué le pasa a Guerra de boca de Soraya Rodríguez, la portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados, que atendía a la prensa en la M-30, el pasillo que circunvala el Hemiciclo del Congreso.
ACLARAR Y CONFUNDIR
La portavoz aclaró (y confundió a la vez) algo, pero poco: Según ella, Guerra tiene rota una pierna. Pero las explicaciones no casan con la claridad que es exigible en estos casos. Y es que la portavoz dijo que Guerra tiene la pierna fracturada y escayolada, sin aclarar cómo fue el accidente (si es que lo hubo), los efectos que produjo en el hueso o en los huesos que se hayan roto o astillado (si es que existen en ese estado), ni contestar algunas de las preguntas que ya respondían los galenos cuando los egipcios hacían sus pirámides: diagnóstico, tratamiento y pronóstico.
En su defecto, sí dijo algo que, aun para los inexpertos en traumatología, parece extraño cuando se trata de una persona de 73 años: Escayola durante un mes y en casa. Una simple llamada a un traumatólogo y su opinión, hicieron que aumentara la incertidumbre. Y es que, aun sin conocer el estado de la pierna supuestamente fracturada, el galeno hablaba de férulas, de tratamientos modernos para las roturas de piernas en personas de esa edad, y de periodos de reposo muy superiores a los 30 días dichos por Soraya Rodríguez.
Por eso, la segunda de las preguntas, que remoloneaban por el aire, empezó a cobrar importancia:
¿Qué pasa con Alfonso Guerra?
Con ella, surgieron las especulaciones, las conjeturas, el análisis y repa-so de lo ocurrido en la pasada Conferencia Política, e incluso las teorías más diversas para analizar las capacidades actuales de Guerra y Susana Díaz en Andalucía; y comparar las posiciones, supuestamente encontradas entre ellos, sobre la realidad del socialismo catalán y la forma en que el socialismo español, desde Ferraz, la Junta de Andalucía o desde la Federación Socialista Andaluza, debe encarar el futuro.
Y las hay para todos los gustos: Desde los que opinan que Guerra, con la pierna quebrada en la cocina de su casa, ha decidido abandonar Sevilla. Hasta los que esperan que, con fractura o sin ella, aparezca por el Congreso, «en persona o por delegación», para hacer valer su entidad y razones. Pasando, además y de corrido, por todas la intermedias que, para beneficio de los socialistas andaluces, esperan algunos que consistan en el «feliz ayuntamiento» de la entidad e inteligencia de Alfonso Guerra con el empuje de la que parece llamada a convertirse en la nueva líder del socialismo andaluz y, por qué no, del socialismo español (de momento con Guerra, o sin él).
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