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Imagina cruzar el umbral de un edificio en el corazón de Madrid y, de pronto, ser transportado a la serena belleza de un jardín privado de la China imperial. Eso es exactamente lo que ocurre desde esta semana en el Centro Cultural de China en Madrid, donde ha abierto sus puertas la exposición “Anshan Cuijin: La Elegancia del Estilo de Vida Tradicional Chino”. No es solo una muestra de objetos; es una experiencia inmersiva, un susurro directo desde la dinastía Qing hasta nuestro presente.
La inauguración, este pasado martes, reunió a un nutrido grupo de personalidades que dejaron claro la importancia de este puente cultural, el Embajador de China en España, Yao Jing, y la Subdirectora del centro, Xu Tingting. Acudieron también figuras clave del sector cultural español, como Gloria Elizo o Álvaro Romero, de la Fundación Casa de Alba, tejiendo así un diálogo desde el primer momento. La sensación compartida era de expectación ante un viaje que prometía ser singular.
El viaje comienza en cuanto entras. La exposición no se limita a colgar piezas en una pared. Ha recreado cuatro espacios escénicos completos que son, en realidad, cuatro estados de ánimo, cuatro poemas visuales. Nombres como Esencia Florida, Pabellón del Viento Apacible, Salón tras la Nevada o Pabellón de la Elegancia Floral no son caprichosos. Cada uno encapsula un momento y una emoción profundamente ligados a la vida de los eruditos en los jardines y patios del Palacio del Príncipe Gong de Pekín.
Aquí reside el gran acierto del proyecto, comisariado por Ma Jianghao: su concepto de “expresión contemporánea de la cultura tradicional”. No se trata de mirar el pasado con nostalgia, sino de integrar su esencia en un lenguaje que hoy podemos entender y sentir. Más de 110 piezas —desde muebles y vestimenta hasta objetos de estudio y diseño contemporáneo— dialogan entre sí, creando una narrativa continua. La madera tallada, los tejidos delicados, la porcelana… todo habla de una filosofía donde la armonía con la naturaleza y la búsqueda de la tranquilidad interior no eran lujos, sino pilares de la existencia.
Uno de los tesoros que no hay que perderse es la micro-exposición dedicada al maestro Pu Xinyu, una figura colosal del arte chino del siglo XX. Sus obras de caligrafía y pintura no son un apéndice, sino el alma clásica que da contexto a todo lo demás, recordándonos la importancia de la pincelada y la poesía en la formación del espíritu.
Tras el acto inaugural, el propio comisario guió a los primeros visitantes. Ma Jianghao destacaba la minuciosidad del montaje, cómo cada elemento estaba colocado para evocar la serenidad de aquellos estudios donde se escribía poesía, se pintaba y se meditaba. Los asistentes coincidían en esa sensación: era fácil olvidar que estabas en la calle General Pardiñas. El ruido de la ciudad se desvanecía, reemplazado por una atmósfera de paz contemplativa.
Las declaraciones de los protagonistas durante la inauguración van directas al corazón de lo que significa esta exposición. El Embajador Yao Jing lo resumía con claridad: “La estética arquitectónica china siempre ha defendido la paz, la tranquilidad y el respeto por la naturaleza, reflejando nuestra filosofía de vida”. No es una lección de historia, es una invitación a comprender una forma de estar en el mundo.
Por su parte, Xu Tingting, Subdirectora del Centro, subrayaba el diálogo bilateral: “‘Anshan Cuijin’ muestra la belleza de jardines y estudios tradicionales y abre un diálogo entre China y España sobre nuestra percepción compartida de la belleza”. Y ese diálogo encuentra ecos inesperados. Álvaro Romero, de la Fundación Casa de Alba, señalaba las “sorprendentes similitudes” entre el Palacio del Príncipe Gong y el Palacio de Liria, abriendo la puerta a futuros intercambios que enriquezcan a ambas instituciones.
Quizás la voz que mejor conecta el patrimonio con el presente es la de Lu Wenjie, Subdirector del Museo del Palacio del Príncipe Gong. Su institución, custodia de un legado excepcional de la dinastía Qing, ha sido clave para hacer esto posible. Para él, esta exposición “conecta tradición y vida contemporánea, guiando al visitante por un viaje estético único”. Y esa es, en definitiva, la sensación con la que sales.
“Anshan Cuijin” es una oportunidad excepcional y gratuita que Madrid no debe dejar pasar. Hasta el 8 de marzo de 2026, tienes tiempo para sumergirte en este rincón de paz y elegancia. El centro abre de martes a viernes en horario de mañana (11:30 a 13:30) y tarde (17:30 a 20:30), y los sábados por la mañana (11:30 a 14:00). No hace falta reserva, solo la curiosidad por dejarse llevar.
Al final, la exposición consigue algo mágico: que, por un rato, te sientas un poco más en armonía. Es un recordatorio poderoso de que la belleza, cuando está bien contada, no tiene fronteras ni épocas. Es un regalo cultural en el momento justo. Simplemente, no te la pierdas.
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