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«Quizá hicimos más daño del que teníamos derecho a hacer». Hay que ser muy burro y haber comido mucha alfalfa para decir una barbaridad así en la televisión española. Ninguno de los votantes del PSOE, que se sepa, rompió en carnet. Si luego decimos que el partido está muerto, se enfadan.
El oligofrénico, en este caso, es Otegui. No hacía falta decirlo, porque todo el mundo lo sabe y, además, se le nota en la cara, pero es bueno que su nombre suene en los contextos adecuados. Por otro lado, ha dado muestras, una vez más, al presumir de que su partido está limpio de corrupción. Esperemos que haya un cambio legal en España y los partidos antisistema pasen a la ilegalidad. Los ciudadanos honrados no deberíamos subvencionar a los beocios.
Quería apuntar que estamos en una situación en la que todo el mundo espera que caiga Sánchez, pero eso no puede ser. Sería como dejar a los pies de los leones a todo su entorno más próximo. Desde que ocupó la Moncloa, y dice el necio que ordenó cambiar el colchón, cuando se hace por defecto cada vez que hay un usuario nuevo, hay mucha gente hablando de su extraordinaria capacidad de resistencia, y de su habilidad para sortear trampas. Ese es el contexto que ha permitido que el oligofrénico salga a tocar la campana. A ver si cuando cambie el gobierno se investigan los atentados pendientes y aparezca él en uno o más.
El caso es que Sánchez no es resistente, ni habilidoso, ni educado, ni buen orador. El suyo es un narcisismo que seguramente no tiene cura y es tan torpe que todo su entorno está fichado por la policía. Supongo que la operatoria para sacarlos a todos de España es difícil. Podrían irse lejos, mientras él sea presidente y con permiso de los jueces. Y quedaría él. Quizá pudiera salir también luego, pero contener el narcisismo…