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La relación entre España y Estados Unidos atraviesa una de sus mayores crisis diplomáticas recientes. La chispa: la decisión del Ministerio del Interior español de adjudicar un contrato de 12,3 millones de euros a Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones, para el suministro de servidores y servicios destinados a gestionar las escuchas judiciales y policiales. Un movimiento que ha desatado todas las alarmas en Washington y Bruselas, y que amenaza con provocar un terremoto en el intercambio de inteligencia entre ambos países.
Los sistemas OceanStor 6800 V5 de Huawei, ahora responsables de almacenar comunicaciones interceptadas por orden judicial en España, no solo están presentes en la plataforma SITEL —utilizada por la Policía Nacional y el CNI— sino que también equipan los centros de mando de la Guardia Civil, donde se custodian investigaciones sobre narcotráfico, crimen organizado y terrorismo internacional.
La polémica no surge solo por la magnitud tecnológica del contrato, sino por el contexto geopolítico: Huawei está considerada por gran parte del bloque occidental como una extensión tecnológica del Partido Comunista Chino. Y aquí nadie quiere jugar con fuego.
Estados Unidos reacciona: advertencias y amenazas
Pocos días después de hacerse público el contrato, dos pesos pesados republicanos del Congreso estadounidense —el senador Tom Cotton y el congresista Rick Crawford— enviaron una carta a Tulsi Gabbard, directora nacional de inteligencia bajo la administración Trump. En ella instaban a revisar o restringir drásticamente la información que Washington comparte con Madrid para evitar que datos sensibles caigan en manos chinas.
La advertencia va más allá del simple malestar diplomático. Estados Unidos ya ha prohibido a Huawei operar en redes 5G y sistemas críticos nacionales; Reino Unido, Alemania, Francia o Suecia han seguido ese camino. España, sin embargo, desafía abiertamente tanto las recomendaciones de sus aliados como las directrices claras de Bruselas, que lleva años alertando del “alto riesgo” de espionaje vinculado a Huawei.
La reacción estadounidense no se ha hecho esperar:
- Petición formal al Gobierno para revisar los protocolos de cooperación en inteligencia.
- Amenaza explícita de limitar o incluso suspender el flujo de información estratégica relacionada con terrorismo, crimen organizado o ciberseguridad.
- Presión directa al Ejecutivo español para ofrecer garantías sobre el aislamiento total de Huawei respecto a datos compartidos por Washington.
Bruselas: incomprensión y reproches
Desde Bruselas tampoco llegan buenas noticias para Moncloa. La Comisión Europea considera “incomprensible” que España renueve acuerdos tecnológicos con Huawei justo después de pedir a los Estados miembros que excluyan a esta empresa de infraestructuras críticas. El mensaje es claro: cualquier país que ignore las advertencias se expone a riesgos serios para su seguridad nacional y la del conjunto europeo.
- La UE lleva dos años advirtiendo sobre los peligros potenciales de ciberespionaje asociados a Huawei.
- El nuevo contrato es visto como un desafío abierto a las políticas comunes europeas en materia tecnológica y de defensa.
Huawei: ¿arma tecnológica del espionaje chino?
Las sospechas sobre Huawei no son nuevas, pero sí cada vez más difíciles de ignorar:
- La ley china obliga a las empresas como Huawei a colaborar con los servicios secretos del régimen si así se les requiere.
- El temor es que servidores y sistemas gestionados por la compañía puedan facilitar un acceso encubierto al sistema legal español —y por extensión, a información sensible compartida por aliados— sin dejar rastro visible.
En palabras poco diplomáticas: Estados Unidos no se fía ni un pelo, y algunos sectores dentro del CNI comparten esas dudas. El historial global de Huawei —vetos, expulsiones y sanciones desde Londres hasta Canberra— pesa demasiado como para ignorarlo alegremente.
Inteligencia artificial: ¿un agravante oculto?
El debate sobre Huawei llega en pleno auge de los avances en inteligencia artificial (IA). Los nuevos sistemas policiales basados en IA pueden procesar miles de horas de grabaciones interceptadas, identificar patrones sospechosos y anticipar amenazas. Pero esa potencia analítica también multiplica el valor —y el riesgo— si la infraestructura subyacente queda comprometida.
Un servidor vulnerable hoy puede ser una mina abierta para algoritmos chinos mañana:
- Sistemas basados en IA dependen más que nunca de la integridad y privacidad total del dato.
- Un acceso encubierto permitiría no solo robar información puntual, sino entrenar modelos predictivos para anticipar operaciones occidentales o manipular estrategias futuras.
La paradoja: mientras España presume de digitalización e innovación policial basada en IA, entrega la base tecnológica —los datos más sensibles— a una empresa bajo sospecha permanente.
Factores políticos: aliados incómodos y presión interna
En este embrollo geopolítico tampoco ayuda el ambiente político nacional e internacional:
- En Bruselas se mira con preocupación el alineamiento estratégico del Gobierno español con regímenes poco alineados con los valores occidentales: desde contactos con representantes venezolanos hasta acuerdos con China e incluso acercamientos polémicos en Oriente Medio.
- Algunas voces internas recuerdan el papel decisivo que jugó José Luis Rodríguez Zapatero como mediador oficioso entre Huawei y administraciones socialistas españolas.
- El clima político español tampoco favorece la transparencia: sectores críticos dentro del propio PSOE temen estar hipotecando relaciones clave por contratos tecnológicos puntuales.
¿Y ahora qué? La inteligencia española prepara planes B
El temor a una ruptura realista ya no es ciencia ficción. La comunidad de inteligencia española ha comenzado a preparar planes alternativos ante una posible suspensión (o reducción drástica) del flujo informativo procedente de Washington. Se multiplican los encuentros discretos al máximo nivel entre Moncloa, Interior y altos cargos policiales.
En juego está mucho más que un simple contrato tecnológico:
- Acceso privilegiado a información sobre amenazas globales.
- Capacidad real para anticipar ataques terroristas o ciberataques organizados.
- Confianza mutua forjada durante décadas entre ambos lados del Atlántico.
Un pulso tecnológico con impacto global
El pulso entre Washington y Madrid por culpa de Huawei trasciende lo puramente técnico. En una era donde los datos son oro —y la inteligencia artificial multiplica su valor— entregar las llaves digitales a un actor sospechoso puede salir caro. Muy caro.
Mientras tanto, Bruselas aprieta, Estados Unidos amenaza y China observa expectante cómo su joya tecnológica reabre viejas grietas entre aliados históricos. Y todo esto sucede mientras las máquinas piensan cada vez más rápido… aunque aún no deciden quién es realmente digno de confianza.
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