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BATE RÉCORD DE AUDIENCIA EN SU CAPÍTULO FINAL

¿Fue realmente bueno el final de ‘Mar de plástico’?

Muchas muertes y un desenlace 'justo' para una de las series más punteras de los últimos años

Sergio Espí 20 Dic 2016 - 12:30 CET
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Por fin supimos quién era el asesino del martillo. ‘Mar de plástico’ terminó definitivamente el 19 de diciembre de 2016 en Antena3 ante un estupendo 20,6% de la audiencia. Las tramas se cerraron en un capítulo trepidante (aunque inverosímil) cuajado de referencias .

‘Mar de plástico’ ha sido una buena serie. No grande pero sí buena. No ha supuesto una revolución televisiva más allá de su estética pero ha dignificado un poquito más nuestra ficción. No era ‘Vis a Vis’, no, pero sus creadores pueden estar contentos.

Como siempre, y más si hablamos de un thriller español, el punto débil ha sido la trama. Inverosímil por momentos (muchos), retorcida de más e intensa. Ese es el mayor error de la ficción patria, la incapacidad de mezclar tonos. O es una comedia loca o algo muy grave. No hay término medio.

En ‘Mar de plástico’ se engolaba mucho la voz. Cada secuencia parecía un panegírico. Entre las caras de intenso de Rodolfo Sancho y esas frases lapidarias, creímos estar viendo un sermón apocalíptico. Seguimos sin entender que el humor no es malo, que hay que darle un desahogo al espectador. No hay que confundir calidad con seriedad, ni entretenimiento con giros locos.

Pero repito, me lo he pasado muy requetebien con ‘Mar de plástico’. Su propuesta de thriller luminoso era arriesgada. Enmarcarla en los viveros andaluces (con la riqueza argumental que da eso) ha sido un acierto. Hubiese sido mejor un guion más pensado y menos retorcido (por no decir mamarracho) pero como producto de consumo veloz ha sido impecable.

Las virtudes de la serie han sido muchas: desde el tratamiento de la imagen, la puesta en escena, la apuesta por el contenido adulto y, sobre todo, algunas interpretaciones para enmarcar.

Destaco, a nivel artístico, la labor de Andrea del Río (Pilar, la nazi-narcotraficante-explotadora-camarera-chunga, en general), una actriz que debería estar quitándole papeles a todas las Adrianas Ugartes del mundo y que nos ha puesto los pelos de punta sin perder la empatía por ella. Brutal.

También habría que destacar el buen hacer de Patrick Criado (pelín pasado de vueltas pero que le ha sabido sacar todo su jugo a un personaje imposible), Lisi Linder (el trabajo de esta chica andaluza haciendo de rusa ha sido intachable) y, en la segunda temporada, Miquel Fernández (qué bien se lo ha tenido que pasar el actor haciendo de Pablo, un personaje tan loco como aplaudible).

¿FUE BUENO EL FINAL? (OJO, SPOILERS)

Pero vayamos a lo que importante: ¿El final estuvo a la altura? Primero decir que me alegro de la tendencia de cerrar las series con un par de temporadas, así nos evitamos desvaríos argumentales y cancelaciones indignas. Si seguimos así, tal vez logremos reducir los setenta minutos por episodio. Estamos en Navidad, por pedir que no quede.

El caso es que, lo que me gustó del desenlace fue la unión argumental entre la primera y la segunda temporada. Que la mente pensante de todos los crímenes (o casi todos) fuera Fernando (Patrick Criado) mola. Tiene lógica. Eso sí, que su mano ejecutora sea su hermano Sergio, el deficiente mental, pues es muy loco. En serio, ¿un chico así, por dirigido que vaya, puede tomarle el pelo a la Justicia durante tanto tiempo?

Sergio mató a todo el mundo menos a Marta, la primera víctima, la novia de Héctor y mujer de Pablo. ¿Quién fue? Pues estaba claro, su marido, el mismo que contrató al amante de su esposa para resolver el crimen. ¿Tiene lógica? Te lo intentan justificar pero no, no cuela.

Tras el duelo final entre Héctor y Pablo, una especie de parodia ‘Seven’ y cualquier spaghetti western, el segundo acaba muerto mientras que el primero, herido.

Los espectadores (en una estupenda propuesta de A3) pudieron votar por el final de la serie: ¿Venganza o justicia? Ganó la justicia, lo que significaba que el personaje de Rodolfo Sancho, Héctor, sobrevivía. En la otra opción moría.

Por otro lado, Fernando, por malo, se queda sin cumplir su venganza del todo puesto que no logra matar a su odioso padre, Juan Rueda, quien pudo sobrevivir, in extremis, al último ataque del asesino del martillo.

Otro que murió fue Vlad, el socio de Juan Rueda, un personaje que nunca cuajó por mucho que se empeñaran.

En definitiva, me fui contento a la cama. Me gustó el final, por imposible que fuera. Me lo pasé bien. Ahora toca repasar un poquito más los guiones, acortar los capítulos y ya tendremos las series soñadas.

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