Ya está aquí la tercera temporada de ‘Paquita Salas’ la serie creada por Javier Ambrossi y Javier Calvo que el 28 de junio 2019 se estrenó en Netflix. Seis capítulos de mayor calado emocional y dramático que en entregas anteriores pero absolutamente inolvidables.
Sí. Ellos lo saben y explotan esa imagen pública de esnobismo cultural. Pero prejuicios a aparte, sería un delito negar sus habilidades artísticas y su talento. La tercera temporada de ‘Paquitas Salas’ lo ha vuelto a demostrar.
Esta vez son seis y no cinco los capítulos que componen la temporada y , además, son un poco más largos (entre 28 y 38 minutos). La trama comienza desde el infierno de su protagonista hasta su resurgimiento. El final, de hecho, es un sentido (y narcisista) homenaje a todo el universo de ‘Paquita Salas’ que podría poner el punto final a la ficción (esperamos que no sea así).
Paquita (Bryes Efe), arranca sola, triste, retirada y humillada pero el hartazgo le hace volver al ruedo de la representación artística aunque el camino no sea fácil. Leo muchas críticas que destacan el giro dramático de la serie en esta temporada por encima de la comedia. Es cierto, a medias.
Un servidor se ha reído a gusto con golpes de guion indiscutiblemente brillantes pero, sobre todo, ha llorado. Mucho. Los Javis, con su deje aleccionador , nos mandan mensajes morales en cada capítulo, y aunque algunos se reducen a la filosofía barata de Mr Wondefull, están realizados con tal maestría que te los tragas, y con gusto.
Los dos últimos capítulos son, de sobra, de lo mejor que le ha pasado a la ficción televisiva española en años. Todo un pulso entre el costumbrismo y la cultura hipster, entre el humor bizarro y el dardo en el corazón. Y todo sin perder la esencia local. En el quinto, por ejemplo, se atreven a hacer una relectura de ‘La casa de Bernarda Alba’ pero evidenciando lo que ha cambiado la vida en España; ahora, las mujeres salen a la luz, hay solidaridad entre ellas, luchan y se ponen el mundo por montera (Doy, personalmente, las gracias a los Javis por el que, seguramente, sea el capítulo que más me ha removido en décadas).
Hay algo que hay que volver a destacar. Por mucho que ahora se vea en todo el mundo, Paquita sigue siendo nuestra. ¿Es una serie de nicho? Si. Gracias a dios. Quien no sea de aquí o quien no pertenezca al mundo audiovisual puede perderse muchas cosas. Además de los guiños directos, podemos leer entre líneas referencias a Olvido Hormigos, a Toño Sanchís , a José Bono, a Paco León y a miles de profesionales anónimos que trabajan en la tele.
Las referencias a la cultura pop y el largo ( y cansino, a veces) listado de cameos (todos amiguetes de los Javis) siguen siendo marca de la casa. Un hogar reconfortante, brillante y rebosante de nostalgia sana. Larga , larguísima, vida a ‘Paquita Salas’. (Ah, sí, Ana Allen aparece y el homenaje que recibe es de lo más bello que hemos visto esta temporada).
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