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Los lunes, revista de prensa y red 

Tres foramontanos en Valladolid 30 Oct 2023 - 07:26 CET
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“La nueva subida del salario mínimo supondría un ‘impuesto’ extra para los empresarios de 3.800 millones al año”, de José Rosado del Moral; “Mentiras arriesgadas”, de Toni Aira; “Pedro Sánchez desconcierta, sobre todo a los suyos, con sus dos últimas mentiras”, de Benjamín López; y “Ione Belarra: Una conflictiva agitadora”, de Pilar Ferrer

(Viñeta de Nieto en ABC el pasado día 25)

LA NUEVA SUBIDA DEL SALARIO MÍNIMO SUPONDRÍA UN ‘IMPUESTO’ EXTRA PARA LOS EMPRESARIOS DE 3.800 MILLONES AL AÑO

Artículo de José Rosado del Moral publicado en El Debate el pasado día 25

Un aumento del SMI a 1.545 euros mensuales dispararía el gasto en cotizaciones sociales para los empleadores. Un salario mínimo de, al menos, 1.500 euros al mes, según se desprende del acuerdo entre PSOE y Sumar. Aunque ninguno de los dos partidos ha querido concretar nada, Yolanda Díaz ha dejado claro que con esa cantidad «no se puede vivir con dignidad». Tras un aumento del SMI del 47 % cinco años, estaríamos hablando de un incremento del 43 % en solo un año y del 110 % desde 2018 a pesar de que los economistas no recomiendan más saltos. A las puertas de una recesión, esta subida dejaría temblando a buena parte del tejido empresarial de nuestro país.

El conflicto viene por el dichoso 60 % establecido por el Consejo Europeo. Esta institución fijó como objetivo en 2008 una remuneración mínima sobre el sueldo medio neto correspondiente a cada país para promover la inclusión social y combatir la pobreza. Sin embargo, las estadísticas salariales se publican a toro pasado –en España el INE publicó en junio de 2023 los datos de 2021–, por lo que establecer ese 60 % resulta imposible.

Trabajo creó en 2021 un grupo de expertos que calculase el 60 % del salario neto en España aislado de la inflación, pero basaron el análisis en la Encuesta de Estructura Salarial de 2018. Con los ERTE y la inflación disparada por la invasión rusa de Ucrania, los datos del INE sobre 2020 llevaron a este grupo a ofrecer una horquilla de entre 1.012 y 1.049 euros para 2023, con el consiguiente cabreo de los sindicatos, que no entienden por qué no se siguen los datos de las declaraciones de Hacienda. Finalmente, el Ejecutivo aumentaría el SMI a 1.080 euros mensuales en 14 pagas –1.260 euros al mes–.

Ahora, la cifra ofrecida por Yolanda Díaz –1.545 euros, concretamente– se basa en la mediana salarial en España, cifra con la cual «no se puede vivir con dignidad» en nuestro país, según ha apuntado la vicepresidenta segunda. Lo cierto es que es una cantidad con la que subsiste buena parte de los trabajadores de nuestro país. Según los últimos datos de la EPA –correspondientes al año 2021, cuando el SMI era de 955 euros–, un 17,53 % de los empleados cobra de 0 a 1 SMI, mientras que otro 46,84 % recibe de uno a dos SMI. Es decir, casi un 65 % de los trabajadores no ganaba en 2021 más de 1.910 euros al mes.

«No cabe duda de que los efectos del salario mínimo en los salarios en la economía dependen de multitud de factores, como la estructura productiva o la proporción de trabajadores con bajos salarios», señala el catedrático José García Montalvo, catedrático de Economía de la Pompeu Fabra. «Por eso no se puede sostener que cualquier aumento es inocuo sobre el empleo ni que existen niveles ‘mágicos’ –como el 60 % del salario medio– hasta los cuales el salario mínimo no tiene efectos contraproducentes. La evidencia muestra que los resultados son muy sensibles a las condiciones iniciales del mercado laboral», añade.

Los estudios muestran que las subidas han tenido un efecto moderado en el empleo, aunque concentrados en colectivos más vulnerables, como jóvenes o inmigrantes. Pero una nueva subida podría tener un impacto mayor. «Yo pediría cautela», comenta Marcel Jansen, director de Investigación del área laboral de Fedea. «La última subida se acerca al 60 % del salario medio y deberían evitarse más saltos. La mejor estrategia es acordar una senda gradual para el SMI con los interlocutores sociales que permita mantener el poder adquisitivo y, a continuación, evaluar, su impacto en el mercado laboral», agrega.

Según un estudio de Fedea, la pérdida de empleo tras la subida del SMI estuvo concentrada en empresas con menos de 5 empleados. No es un asunto baladí ya que estas microempresas representan el 92 % del tejido empresarial de nuestro país. También se notaron diferencias entre personas con contratos fijos y temporales, o sectores con una actividad centrada en el comercio o la hostelería.

No obstante, para el coordinador del Gabinete Económico de CCOO, Luis Zarapuz, las subidas del SMI «han sido compatibles con la creación de empleo», por lo que es necesario mantener el 60 % «mediante actualizaciones ordinarias anuales, que no requieran de cambios extraordinarios tras varios años sin revisarlo». «Una vez realizado ese mayor esfuerzo inicial, se debe converger con el SMI de los países nuestro entorno, pero aquí el impulso del SMI debe proceder en gran medida de la capacidad de hacer crecer el salario medio y el valora añadido generado en España», apunta.

Jansen, por su parte, aboga por un SMI que diferencie por edades, así como la posibilidad de incluir un complemento autonómico, ya sea por vía legal o negociación colectiva, que tenga en cuenta las diferencias entre las comunidades.

3.800 millones más al año

Otra cuestión es el aumento de costes laborales. El trabajador aporta una cuota del 6,45 % a la Seguridad Social, pero en el caso del empresario o autónomo, este pago asciende al 30,4 % de la base imponible. En definitiva, un trabajador que cobre el SMI le cuesta a su empleador casi 1.650 euros. Con un salario mínimo de 1.545 euros mensuales, estos costes aumentarían hasta los 2.350,46 euros, un 43 % más. Con 1,92 millones de trabajadores cobrando el salario mínimo, hablaríamos de un aumento del coste de casi 3.800 millones al año.

Por eso, Roberto Pereira, presidente de Economistas Asesores Laborales, advierte de que «tenemos que valorar que lo importante es conocer cómo se ve afectado el poder adquisitivo de los trabajadores ya que, aunque se revise el SMI, si la tasa de inflación absorbe el incremento salarial, evidentemente el poder adquisitivo es menor, y eso significa un empobrecimiento de la clase trabajadora».

Artículo en: https://www.eldebate.com/economia/20231025/nueva-subida-salario-minimo-supondria-impuesto-extra-empresarios-3800-millones-ano_148759.html

MENTIRAS ARRIESGADAS

Artículo de Toni Aira publicado en La Vanguardia el pasado día 24

Hasta ahora, tanto el PSOE como Junts han ido bien, sobre todo si lo que buscan es el acuerdo. Poca filtración, escasa declaración y remotos reproches, en todo caso verbalizados con sujeto elíptico. Los nervios y la verborrea gestual y declarativa de otros partidos no los ha movido del guion. Al contrario, los ha reforzado en una posición central. Pero ahora que el calendario apremia es cuando más tendrán que afinar, especialmente los socialistas, si es que de verdad contemplan una investidura de Pedro Sánchez.

Carles Puigdemont, como el resto, hace política y se ve sujeto a muchas de sus tácticas, igual como las puede aplicar. Pero leerlo en términos de política convencional es un error. Pensar que el efecto de la presión que se pueda ejercer sobre él tiene algo que ver con el que se conseguiría sobre los partidos que hasta ahora han apoyado a la coalición de izquierdas es tanto como abocarse a la crónica de un fracaso anunciado. Y eso, en teoría, el PSOE no lo quiere y es lo suficientemente profesional para evitarlo. Si de verdad se lo propone, repito. Porque ir a las urnas, aparte de un nuevo elemento de desgaste para la imagen de la política y de un nuevo motivo de preocupación para muchos ciudadanos y agentes económicos, puede ser una lotería. Pero también es cierto que tanto Junts como los socialistas podrían tener expectativas positivas de cara a un nuevo período electoral, si llegan ahí con sus posiciones bien mantenidas.

Sánchez podría hacer campaña pidiendo una mayoría para tener un gobierno que no dependa ni de la extrema derecha ni del “chantaje del independentismo radical” que él habría resistido. Con Vox en declive y con el PP conducido a bandazos, Sánchez tendría opciones. Quizás entonces no necesitaría de Junts, podría tirar de apoyos de otros partidos más proclives o dóciles, y misión cumplida.

Puigdemont, por su parte, también podría llevar a su partido a un escenario óptimo, ahora que la marca ha quedado bien posicionada en el escaparate como firme y no domesticada. Son el problema de quien no reconoce que en Catalunya hay un problema. Si, a partir de ahí, algo sustancial se mueve en Madrid, podrán decir que habrá sido por su irrupción en escena. ¿Que el PSOE no se mueve como Junts considera que sería preciso? Comicios. Y no hace falta mirar a los sondeos (que ahí están) para ver que tampoco les iría mal.

¿Pero, realmente, unos y otros quieren elecciones? No es su primera opción, aunque tampoco la temen. Junts aún menos que el PSOE. Lo demuestra, callando más y compartiendo menos mentiras arriesgadas.

¿Recuerdan aquella película de Arnold Schwarzenegger, Mentiras arriesgadas, de 1994? Su título, en inglés, era un oxímoron: Mentiras verdaderas. Es decir, una verdad (o media verdad) que cuando se verbaliza pasa a ser mentira. Sucede en una negociación cuando se filtra algo antes de cerrarse un acuerdo. Y ahí es cuando la cosa muta en lo que fue el título de la versión en castellano: Mentiras arriesgadas. Arriesgadas, reitero, si lo que se busca es el acuerdo, que hecho no está.

Artículo en: https://www.msn.com/es-es/noticias/espana/mentiras-arriesgadas/ar-AA1iIRqD?ocid=msedgntp&cvid=a7d7243738aa4f8aafca442370f1b668&ei=62

PEDRO SÁNCHEZ DESCONCIERTA, SOBRE TODO A LOS SUYOS, CON SUS DOS ÚLTIMAS MENTIRAS 

Artículo de Benjamín López publicado en ESdiario el pasado día 23

Pedro Sánchez miente hasta cuando no habla”, ironizaba un diputado del PP hace unos días. Se refería así al silencio de Pedro Sánchez sobre la ley de amnistía, un silencio que efectivamente constata una mentira, una doble mentira. Y es que el candidato a la investidura se comprometió hasta en dos ocasiones a fijar su posición sobre la ley de amnistía.

La primera fue el pasado 16 de septiembre. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, era el candidato a la investidura designado por el Rey y Pedro Sánchez estaba en Nueva York para su participación en la Asamblea General de la ONU. Allí tuvo un encuentro informal con los periodistas ante los que se comprometió a fijar su posición de forma clara sobre la ley de amnistía cuando fuera él el candidato a la investidura. Sánchez mintió.

La segunda mentira es mucho más reciente. Tras recibir el encargo del Rey para someterse a la investidura, Sánchez compareció el 3 de octubre en el Palacio de la Moncloa. Los periodistas le preguntaron entonces por su posición sobre la amnistía que, como hemos visto, se había comprometido a dar en ese momento. Pero Sánchez dio una patada a la pelota hacia adelante. “Cuando hable con todos y escuche su parecer fijaré mi posición”, dijo entonces.

Sánchez terminó su ronda de consultas con todos -menos con Vox- el pasado 13 de octubre y seguimos sin saber su propuesta para la ley de amnistía. Sabemos ya, eso sí, que es partidario de esa ley y que, de hecho, el PSOE tiene ya una propuesta concreta que no ha desvelado. Así lo reconoció a la prensa en privado en la recepción del Palacio Real con motivo de la celebración del 12 de octubre.

CERROJAZO INFORMATIVO: LA COMISIÓN NEGOCIADORA NO NEGOCIA

Sánchez no solo ha mentido con su silencio, sino que ha impuesto un cerrojazo informativo total sobre la marcha de las conversaciones con Junts, con el prófugo Carles Puigdemont, para conseguir los siete votos que necesita para ser investido.

Ese cerrojazo crea incertidumbre entre los socialistas. Hay preocupación porque todo va despacio, mucho más lento de lo previsto. En un primer momento el objetivo de Sánchez era una investidura rápida antes de que acabara el mes de octubre. Ahora ya se habla de la segunda quincena de noviembre, poco antes de que expire el plazo para ir a unas nuevas elecciones.

La realidad es que además de Pedro Sánchez, solo Félix Bolaños, Santos Cerdán, Salvador Illa y María Jesús Montero conocen la situación real de esa negociación. Ni la Comisión negociadora nombrada supuestamente para ese fin tiene conocimiento directo y concreto.

Es una comisión ‘fake’, que participa en un paripé que incluye reuniones en Ferraz. Recuerda mucho al Comité de Expertos da la pandemia de Covid que nunca existió. Este sí existe, se hace fotos incluso pero no decide nada ni tiene información. De ahí que Patxi López, la cara más visible de esa Comisión, haga un papelón cada vez que comparece ante la Prensa, limitándose a soltar frases hechas del tipo de “no me consta” o de la manida “el diálogo como método y la Constitución como marco”. Y de ahí no le sacan porque no sabe nada.

De hecho tanto es el miedo de los socialistas a meter la pata que en los últimos días cada vez es más difícil obtener declaraciones públicas de dirigentes o diputados al respecto. Huyen literalmente de la Prensa. Son conscientes, por su falta de información, que cualquier cosa que digan puede ser una metedura de pata y nadie quiere cargar con esa responsabilidad.

Pedro Sánchez miente hasta cuando no habla”, ironizaba un diputado del PP hace unos días. Se refería así al silencio de Pedro Sánchez sobre la ley de amnistía, un silencio que efectivamente constata una mentira, una doble mentira. Y es que el candidato a la investidura se comprometió hasta en dos ocasiones a fijar su posición sobre la ley de amnistía.

La primera fue el pasado 16 de septiembre. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, era el candidato a la investidura designado por el Rey y Pedro Sánchez estaba en Nueva York para su participación en la Asamblea General de la ONU. Allí tuvo un encuentro informal con los periodistas ante los que se comprometió a fijar su posición de forma clara sobre la ley de amnistía cuando fuera él el candidato a la investidura. Sánchez mintió.

La segunda mentira es mucho más reciente. Tras recibir el encargo del Rey para someterse a la investidura, Sánchez compareció el 3 de octubre en el Palacio de la Moncloa. Los periodistas le preguntaron entonces por su posición sobre la amnistía que, como hemos visto, se había comprometido a dar en ese momento. Pero Sánchez dio una patada a la pelota hacia adelante. “Cuando hable con todos y escuche su parecer fijaré mi posición”, dijo entonces.

Sánchez terminó su ronda de consultas con todos -menos con Vox- el pasado 13 de octubre y seguimos sin saber su propuesta para la ley de amnistía. Sabemos ya, eso sí, que es partidario de esa ley y que, de hecho, el PSOE tiene ya una propuesta concreta que no ha desvelado. Así lo reconoció a la prensa en privado en la recepción del Palacio Real con motivo de la celebración del 12 de octubre.

CERROJAZO INFORMATIVO: LA COMISIÓN NEGOCIADORA NO NEGOCIA

Sánchez no solo ha mentido con su silencio, sino que ha impuesto un cerrojazo informativo total sobre la marcha de las conversaciones con Junts, con el prófugo Carles Puigdemont, para conseguir los siete votos que necesita para ser investido.

Ese cerrojazo crea incertidumbre entre los socialistas. Hay preocupación porque todo va despacio, mucho más lento de lo previsto. En un primer momento el objetivo de Sánchez era una investidura rápida antes de que acabara el mes de octubre. Ahora ya se habla de la segunda quincena de noviembre, poco antes de que expire el plazo para ir a unas nuevas elecciones.

La realidad es que además de Pedro Sánchez, solo Félix Bolaños, Santos Cerdán, Salvador Illa y María Jesús Montero conocen la situación real de esa negociación. Ni la Comisión negociadora nombrada supuestamente para ese fin tiene conocimiento directo y concreto.

Es una comisión ‘fake’, que participa en un paripé que incluye reuniones en Ferraz. Recuerda mucho al Comité de Expertos da la pandemia de Covid que nunca existió. Este sí existe, se hace fotos incluso pero no decide nada ni tiene información. De ahí que Patxi López, la cara más visible de esa Comisión, haga un papelón cada vez que comparece ante la Prensa, limitándose a soltar frases hechas del tipo de “no me consta” o de la manida “el diálogo como método y la Constitución como marco”. Y de ahí no le sacan porque no sabe nada.

De hecho tanto es el miedo de los socialistas a meter la pata que en los últimos días cada vez es más difícil obtener declaraciones públicas de dirigentes o diputados al respecto. Huyen literalmente de la Prensa. Son conscientes, por su falta de información, que cualquier cosa que digan puede ser una metedura de pata y nadie quiere cargar con esa responsabilidad.

Artículo en: www.msn.com/es-es/noticias/espana/pedro-sánchez-desconcierta-sobre-todo-a-los-suyos-con-sus-dos-últimas-mentiras/ar-AA1iFgxQ?ocid=msedgntp&cvid=a0e2a8794d9f4db6a8aa625ab04a3b50&ei=14

IONE BELARRA: UNA CONFLICTIVA AGITADORA

Artículo de Pilar Ferrer publicado en La Razón el pasado día 22

Aprovecha todavía su cargo como ministra, que pese a todo no piensa dejar, para manipular la agenda internacional en el conflicto de Oriente Medio.

Utiliza la guerra entre Israel y Hamas para buscar protagonismo ante un partido decadente. La ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ha provocado un gran conflicto diplomático, ejerce de «verso suelto» dentro del Gobierno, disfraza su debilidad para repetir en la coalición social-comunista, desdeña a su eterna rival Yolanda Díaz, exige a Pedro Sánchez denunciar al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ante el Tribunal Penal Internacional y reclama codirigir la política exterior para apoyar la investidura del candidato socialista.

La podemita está metida en una cascada de burradas dialécticas en su papel de agitadora conflictiva. El Partido Popular invoca su cese inmediato, mientras Sánchez mira para otro lado. Produce vergüenza ajena que el presidente del Gobierno en funciones tolere estos ataques de Belarra, quien mantiene su poltrona en el Consejo de Ministros y un pugilato con la lideresa de Sumar sobre la invasión de Ucrania, la posición de España en el Sáhara y el drama entre Israel y Palestina. Aprovecha todavía su cargo como ministra, que pese a todo no piensa dejar, para manipular la agenda internacional en el conflicto de Oriente Medio.

Olvida la ministra en funciones que el Gobierno es un órgano colegiado, por lo que todos sus miembros responden al unísono de las decisiones adoptadas. Pero como una radical abanderada de Palestina, a dónde por cierto no viajará para estar con los oprimidos, vocifera desde su despacho y acude a agitar la calle en coche oficial. Una deleznable actitud de la extrema izquierda con doble vara de medir. Ione Belarra agrava cada día las relaciones diplomáticas de España y exige un embargo de armas por parte de la Unión Europea ante lo que considera un genocidio. Naturalmente no condena los brutales crímenes de Hamas, a quien tampoco define como organización terrorista. En cualquier país democrático sería impensable su permanencia en el Gobierno y su salida fulminante. Con el objetivo de recuperar el espacio de la izquierda radical desde su batacazo en las elecciones autonómicas del 28-M, las dos «zarinas» rojas, Ione Belarra y Yolanda Díaz, mantienen un enfrentamiento para ver quién de las dos va más allá. Por supuesto ninguna de ellas dejará su sillón y prebendas en el Gobierno, y tampoco viajarán a la franja de Gaza para apoyar a sus amigos palestinos, ni denunciaran el terrorismo de Hamas. Produce sonrojo que el presidente en funciones tolere estas actitudes de sus ministras para salvaguardar su investidura. Y mucho menos en un momento en que, además, España ejerce la presidencia de la unión Europea.

Ione Belarra, una extremista aburguesada en su ministerio, se enfrentó a una querella tras haber acusado de prevaricación al Tribunal Supremo por retirar el acta al diputado canario Alberto Rodríguez y es «el brazo armado» del verdadero jefe de Podemos, ahora en la sombra, Pablo Iglesias. «Belarra sigue la estrategia que Iglesias le marca», aseguran varios ministros. El líder morado pensó que podría manejar a Yolanda Díaz desde fuera y no ha sido así. Por ello, Belarra es su embajadora dentro del Ejecutivo. Ha pasado de activista callejera, sin experiencia de gestión y un currículum profesional en blanco, a ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 en el Gobierno de España. Secretaria general de Podemos por el dedazo de Pablo Iglesias, la llamada «Niña de la curva» llegó a lo más alto de la política merced a su amistad con Iglesias e Irene Montero, y reivindica el amor como motor de la actividad pública. Bien lo aplica ella, pues desde su fulgurante ascenso enchufó a su pareja, Ignacio Eduardo Ramos, como asesor en el grupo parlamentario en el Congreso de UP, en la Secretaría de Estado de su ministerio y en la Ejecutiva del Consejo Ciudadano Estatal del partido. Son las cosas del querer de la nueva izquierda instalada ya en la casta más profunda.

Experta en contraprogramar algunas Leyes como la de Vivienda, adjudicándose el éxito de la misma, se marcó un incendiario tuit tras la retirada del escaño a Alberto Rodríguez, contra la entonces presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y la Sala del Tribunal Supremo presidida por el magistrado Manuel Marchena, que generó un grave enfrentamiento entre los poderes del Estado. El PP y Vox llevaron al Congreso su reprobación como ministra, algo que le trae al fresco dada la necesidad de Pedro Sánchez de contar con los escaños podemitas, intocables para la investidura.

Su elección por Pablo Iglesias como nueva lideresa morada fue muy polémica, con acusaciones de pucherazo en las votaciones y falsear las cuentas del partido. Pero todo quedó bien atado, aunque sus relaciones con la otra musa roja, la ahora líder de Sumar, Yolanda Diaz, nunca han sido buenas. «Cuando dos mujeres quieren mandar, lío seguro», advierten en el partido.

Ione Belarra Urteaga nació en Pamplona, vino a Madrid para estudiar Psicología y participar en foros migratorios, contra los desahucios y movimientos de izquierdas próximos al 15-M. Entonces conoció a los activistas del núcleo fundacional de Podemos y de inmediato sintonizó con el tándem Iglesias-Montero que la auparon al estrellato.

Bajo apariencia un tanto tímida esconde una personalidad de hierro, una mirada vitriólica al más puro estilo comunista que proclama el amor como motor de la política con Ignacio Eduardo Ramos, su pareja y padre de sus dos hijos. Desde su llegada al gobierno por el dedo de Iglesias, la ministra comunista se ha metido en varios bretes con su defensa del Frente Polisario en el conflicto con Marruecos, la Ley Trans, su petición de que no se detenga al fugitivo Carles Puigdemont si vuelve a España y la Reforma Laboral. Fanática del patinaje de velocidad, que practicaba en el club Txantrea de Pamplona, sus «patinazos» son sonoros.

Artículo en: https://www.larazon.es/espana/ione-belarra-conflictiva-agitadora_2023102265349f3732dc750001b25c6d.html

 

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