Por José María Arévalo
(La bóveda contiene algunas sorpresas, como la gran alfombra central, un verdadero ejemplo de pintura ilusionista)
Hace tanto que vi los Museos Vaticanos -como treinta años- que ya no me acuerdo si vi la Sala Constantino o estaba ya cerrada. Sí recuerdo haber visto pinturas de Rafael pero no soy capaz de recordar cuales. Por eso me han entrado muchas ganas de volver, a pesar de las grandes colas que hay que aguantar para entrar, cuando he leído la noticia hace unos días, de manos de Cristina Cabrejas, de la agencia EFE, que titula “Los secretos vaticanos de Rafael”, y que cuenta cómo el palacio pontificio recupera los frescos que el pintor realizó en la Sala Constantino con una técnica experimental, como es el óleo sobre pared.
Los Museos Vaticanos -explicaba- vuelven a recobrar todo su esplendor tras la última restauración llevada a cabo en la Sala Constantino, la mayor de las estancias que proyectó Rafael en el palacio pontificio. Ahora, esta cámara luce todo su color después de descubrirse dos pinturas del artista renacentista.
Los frescos, que han sido rescatados gracias al trabajo de más de 10 años, fueron el último legado del también arquitecto, que no pudo contemplar acabada su obra ante su prematura muerte a los 37 años.
Como consecuencias de los trabajos, los millones de visitantes que acudieron a los Museos Vaticanos en la última década no pudieron contemplar en toda su inmensidad los frescos, que representan la batalla del primer emperador católico, Constantino, contra las tropas del también soberano Majencio en el Puente Milvio.
«Hoy celebramos no solo un hito de conservación, sino también una nueva posibilidad de lectura crítica y visual de uno de los lugares simbólicos de la pintura renacentista. El Salón de Constantino vuelve a ser un atlas figurativo de raro poder narrativo y simbólico», declaró la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta.
La espectacular habitación «luce completamente diferente a la que se podía observar hace 10 años», tras recuperar los verdaderos colores que podían verse en las ceremonias del siglo XVI.
Además del descubrimiento de los colores originales, mucho más brillantes y llenos de luz, como el cielo sobre la batalla, la gran sorpresa de la restauración fue el hallazgo de dos figuras que había realizado Rafael, «como prueba la pintura al óleo sobre la pared que estaba en la zona reformada, una técnica que dominaba muy bien», pues el resto del gran fresco fue completado por sus colaboradores con otras técnicas.
Se trata de Comitas (Mansedumbre) e Iustitia (Justicia), figuras femeninas alegóricas situadas a la derecha de la Visión de la Cruz y la Batalla del Puente Milvio, ya que los talentosos alumnos de Rafael Giovan Francesco Penni y Giulio Romano no se animaron a continuar la vía experimental de su maestro y volvieron a la técnica habitual. «Es una sala con muchísima decoración; no hay un solo rincón que no esté pintado. Toda esta estancia ha sido analizada exhaustivamente y ha presentado numerosos descubrimientos, novedades tanto técnicas como estilísticas. Así que, de alguna manera, al ser una habitación tan importante para la Historia del Renacimiento, hemos reescrito la historia, la historia del arte», asegura Jatta.
Un adelantado a su tiempo
La responsable de los Museos Vaticanos destaca que con este descubrimiento y el de la técnica realizada se puede asegurar que Rafael «estaba realmente por delante de los demás».
«Vivió aquí en Roma, trabajó para dos grandes pontífices y creó el proyecto iconográfico de esta importante sala. En esta estancia de Constantino existe esa transición entre la Roma que era pagana hacia la ciudad cristiana. Así que, quizás, estamos ante la sala políticamente más importante, la más fuerte», destaca Jatta.
«Luego dejó esta tierra después de tres días de fiebre alta con un virus que nos lo arrebató a todos, especialmente a la corte de León X en ese momento, dejando a todos desconcertados. Así que este es el último legado de Rafael, sin duda», explica la directora vaticana.
Fabio Piacentini, director de la restauración, señala que «la técnica del óleo sobre la pared es muy inusual y si Rafael hubiera podido pintar todas estas paredes, de unos 400 metros cuadrados, habríamos tenido una obra aún más hermosa. Además, en la bóveda, que se construyó y pintó unos 60 años después, hubo algunas hermosas sorpresas, como la gran alfombra central, un verdadero ejemplo de pintura ilusionista».
Los expertos consideran que uno de los momentos más emocionantes de la restauración fue comprobar «cómo los artistas, en este caso los miembros del taller de Rafael, pero también el propio creador renacentista en las dos figuras, lograron transformar la materia, la química, en algo tan maravilloso y sensacional como es la capilla Constantino».
Home