Dos detectores separados por miles de kilómetros han captado la misma señal que corresponde a la fuente de ondas gravitacionales más potente jamás observada.
Los científicos que operan los detectores LIGO (siglas en inglés de Observatorio de ondas Gravitacionales por Interferometría Láser) y Virgo anunciaron este miércoles 2 de septiembre haber detectado la mayor fuente de ondas gravitacionales registrada hasta ahora y admitieron que su hallazgo genera en realidad más preguntas que respuestas.
Así lo indicó Alan Weinstein, miembro de LIGO y profesor de física en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), al presentar el hallazgo.
Pero, ¿Qué es una onda gravitacional?
Es una onda invisible que se desplaza a la velocidad de la luz. Albert Einstein postuló su existencia ya en 1915, como parte de la teoría de la relatividad general, pero el fenómeno solo se detectó experimentalmente en 2015 precisamente a través de LIGO.
Tal y como predijo Einstein hace más de un siglo, los fenómenos más violentos del cosmos producen estas ondulaciones del espacio-tiempo —el material del que está hecho el universo— que viajan a la velocidad de la luz en todas direcciones como si fueran las ondas de una piedra tirada a un estanque. Al llegar a la Tierra tras recorrer inabarcables distancias cosmológicas, estas ondas son tan débiles que Einstein era escéptico de que pudieran captarse.
De qué se trata la nueva onda gravitacional captada
Fue captada el 21 de mayo de 2019, tanto por LIGO como por Virgo, y apenas duró una décima de segundo. Desde entonces, científicos procedentes de 19 países se han encargado de analizarla, hasta descubrir que se trata de una nueva onda gravitacional sin precedentes.
La primera peculiaridad es que esta onda gravitacional es la más lejana que se ha detectado jamás, por proceder de una distancia de 7.000 millones de años luz.
Pero, su origen es lo que más ha llamado la atención de los científicos, pues parece proceder de la fusión de dos agujeros negros que dieron lugar a otro, de tamaño mediano.
El resultado ha sido una onda gravitacional extraña, totalmente diferente a las detectadas hasta el momento.
Según ha explicado en un comunicado uno de los autores de la investigación, publicada en dos estudios de las revistas Physical Review Letters y The Astrophysical Journal Letters, “lo visto hasta ahora era como un chirrido, mientras que esta nueva onda gravitacional es más bien como un ‘bang’”.
Las masas excepcionalmente grandes de los dos agujeros negros originales así como del agujero negro final plantean una gran cantidad de preguntas sobre su formación.
La mayoría de las señales de ondas gravitacionales confirmadas hasta la fecha provienen de una fusión binaria, ya sea entre dos agujeros negros o dos estrellas de neutrones, por lo que esa es la primera hipótesis que barajan los científicos, que creen estar ante la fusión más grande entre dos agujeros negros con masas de 85 y 66 veces la masa del sol.
Teóricamente, se conoce que las ondas gravitacionales pueden originarse a partir de explosiones de supernova, agujeros negros, choques de cuerpos muy masivos, la rotación de una estrella de neutrones heterogénea o radiación gravitatoria remanente del Big Bang.
Sin embargo, las que se han logrado detectar procedían originalmente de la fusión de agujeros negros o el choque de estrellas muertas. En este caso, que sea tan diferente a las demás lleva a pensar que podría tratarse de algunas de las otras opciones.
La corta duración de la señal lleva a los investigadores que la descubrieron a pensar que, quizás, podría haber sido generada por algo nuevo.
Algunos expertos, creen que podría deberse al colapso de una estrella dentro de nuestra propia galaxia, aunque es poco probable, pues esto habría dado lugar a una explosión de supernova y no hay señales que indiquen que ocurriera.
También podría derivarse de una cuerda cósmica. Esta es una alteración hipotética del espacio-tiempo cuya existencia no se ha podido demostrar hasta el momento.
Pero, sin duda, la opción que más emociona a los científicos es que los dos agujeros negros que la originaron en realidad no procedieran del colapso de estrellas masivas, como viene siendo lo habitual. En cambio, podrían ser agujeros negros primordiales, originados durante la expansión de la densa materia del universo en el mismísimo Big Bang.
Estos agujeros negros son candidatos a tener las claves de la materia oscura. Si realmente fuesen el gatillo que activó el “Bang”, estaríamos ante una noticia clave para la historia de la ciencia.
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