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LA RETAGUARDIA

¡Ábalos activa la autodestrucción del Partido Estalinista Obrero Español!

Las filtraciones muestran la dureza de Sánchez con sus críticos y destapan la trastienda de las luchas internas en el socialismo español

Periodista Digital 13 May 2025 - 10:07 CET
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La política española no da tregua y en La Retaguardia de este martes 13 de mayo damos buena cuenta de ello. Eurico Campano desmenuza la trastienda de los mensajes de Sánchez con el director de El Catalán, Sergio Fidalgo, Mario Garcés y Juango Ospina.

Los recientes mensajes de WhatsApp desvelados entre Sánchez y Ábalos han sacudido los cimientos del PSOE y han puesto en evidencia no solo la tensión interna, sino también el carácter implacable del presidente ante cualquier atisbo de disidencia en su partido.

Los mensajes, recuperados por la Guardia Civil en el marco del llamado caso Koldo, reflejan un universo donde las estrategias políticas se mezclan con reproches personales, afectos traicionados y una visión poco edificante de algunos barones socialistas.

La trastienda del poder: Sánchez, Ábalos y la gestión del partido

Lo que comenzó como una relación de confianza plena —«uña y carne», según algunos socialistas— terminó convertida en un pulso lleno de desconfianza y reproches. En los mensajes publicados se aprecia a un Pedro Sánchez que no tolera las maniobras internas. No duda en calificar a sus críticos con adjetivos nada diplomáticos: «petardo» para referirse a Lambán, «lamentable» para Vara, o incluso «pura hipocresía» para los que osaban cuestionar su liderazgo o su estrategia respecto a la amnistía y pactos con el comando político de ETA, Bildu.

Entre las perlas que deja este cruce digital figura el célebre «el que se mueve no sale en la foto», convertido en mantra por el presidente para recordar a los barones díscolos que en el PSOE quien desafía paga caro su osadía.

Por si fuera poco, los mensajes también dejan constancia de cómo Sánchez exigía a Ábalos acallar las críticas internas: «¿Hablaste con el petardo de Vara?», inquiere. Y Ábalos responde: «Sí. Excusas peregrinas». La réplica del presidente es tajante: «Lamentable. Falta de solidaridad. Luego bien que pedirá recursos de esos PGE». No hay lugar para la duda: Sánchez gobierna con puño de hierro… al menos en WhatsApp.

Iglesias y Podemos: aliados incómodos

Los mensajes también revelan una profunda incomodidad de Sánchez con las formas de Pablo Iglesias y su entorno de Unidas Podemos. El presidente expresa reiteradamente su molestia por lo que considera una comunicación unilateral, donde Iglesias lanzaba anuncios antes incluso de cerrar acuerdos oficiales. Ejemplo paradigmático: el vídeo sobre medidas antidesahucios publicado por Iglesias mientras Ábalos comparecía ante los medios sobre lo mismo. «¡Qué torpe es Iglesias lanzando su vídeo en plena RP!», escribe un Sánchez exasperado, que no duda en tildar al líder morado de practicar un «cuñadismo» impropio del gobierno.

Esta dinámica generó tensiones constantes dentro del Ejecutivo, con frustraciones acumuladas por filtraciones y anuncios improvisados que minaban la confianza entre socios. La coalición progresista se mantenía a flote, sí, pero a costa de muchos mensajes cruzados (y no precisamente cariñosos).

Reacciones políticas: cortafuegos y munición electoral

La publicación de estos chats ha tenido varias respuestas:

Entre confidencias y silencios: ¿reconciliación o ruptura definitiva?

El relato adquiere tintes casi novelescos si se repara en episodios como el abrupto cese de Ábalos —«este viaje ya terminó. No cuento contigo para la nueva etapa»— o las peticiones desesperadas del exministro para salvar su reputación ante una destitución sin explicaciones públicas. Tras meses sin hablarse tras aquel portazo digital, ambos volvieron a cruzar mensajes tiempo después, esta vez marcados por cierta nostalgia política e incluso reconocimiento personal.

En 2023, tras las elecciones generales, Sánchez llegó a confesarle a Ábalos «echarle de menos» y valoró su amistad; un giro digno de guion televisivo tras años compartiendo estrategia… e intrigas.

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