En La Retaguardia de este martes 24 de Junio, Eurico Campano y el director de Periodista Digital, Alfonso Rojo, entrevistan al vicesecretario de Economía del PP, Juan Bravo para valorar los movimientos del Gobierno ante los graves casos de corrupción en que está inmerso.
Y es que no hay tregua en el Parlamento español. El ambiente, ya caldeado por las últimas revelaciones judiciales, ha estallado tras la enérgica intervención de Juan Bravo, quien ha acusado abiertamente al Ejecutivo de Pedro Sánchez de emplear “guerra sucia” y métodos propios de una “organización mafiosa” para sortear los escándalos que cercan a sus filas. Bravo, funcionario curtido y exconsejero andaluz, no se ha mordido la lengua: “Con este Gobierno, los españoles siempre pierden”, ha afirmado, mientras exigía explicaciones urgentes por la cascada de casos de corrupción y presunta manipulación política en los aparatos del Estado.
La escena se repite: sesión de control al Gobierno, bancada popular afilando preguntas y el Ejecutivo aguantando embestidas. Pero esta vez, la tensión ha subido varios grados. El PP acusa al PSOE y sus socios de Sumar de “tapar la corrupción” y sostener un Gobierno que actúa “como una mafia”, poniendo como ejemplo las recientes grabaciones filtradas donde una militante socialista supuestamente busca favores a cambio de información comprometedora sobre mandos policiales y fiscales.
El caso Koldo, Marlaska bajo lupa y las maniobras en Interior
El telón de fondo no puede ser más explosivo. El caso Koldo, que ya ha costado sudores fríos a varios exministros socialistas y amenaza con salpicar a pesos pesados del partido, sigue creciendo como bola de nieve. Las últimas informaciones apuntan a que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, habría intentado apartar a un general clave en la Policía Judicial encargado precisamente de investigar tramas vinculadas al PSOE. Una jugada que desde las filas populares no dudan en calificar como “intento descarado de obstrucción a la Justicia”. Los rumores sobre presiones internas y relevos forzados han alimentado las sospechas sobre la existencia de una “red de fontaneros” encargada de controlar daños y evitar filtraciones incómodas desde dentro del propio Ministerio.
En paralelo, se multiplican las voces que aseguran que uno de los principales investigados del caso Koldo conserva aún material sensible capaz de comprometer seriamente a José Luis Ábalos ante los tribunales. Este cóctel explosivo mantiene al PSOE sumido en una crisis interna inédita desde hace años, mientras desde Génova se frotan las manos ante lo que consideran la “decadencia moral” definitiva del sanchismo.
Guerra sucia: cloacas, fontaneros y audios comprometidos
La trama adquiere tintes propios del mejor thriller político. Los audios publicados por diversos medios muestran cómo Leire Díez, militante socialista apodada ya como «la fontanera», habría ofrecido información delicada para perjudicar investigaciones sobre corrupción —y no solo eso: también presuntos sobornos a fiscales e intentos burdos de chantaje con vídeos privados—. El PP ha hecho sangre con este asunto: acusa al PSOE de convertir el Estado en su cortijo particular, con prácticas propias “de una organización criminal”.
Entre las anécdotas más jugosas destaca cómo Díez llegó a ofrecer un supuesto vídeo sexual para frenar investigaciones incómodas o cómo fue cazada entrando y saliendo sospechosamente cerca de la sede socialista en Ferraz. Un retrato digno entre Mata Hari y tía Paqui con bolso negro y gafas oscuras.
Yolanda Díaz, Sumar y el “barco que se hunde”
En este clima crispado, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se ha convertido en blanco recurrente para los populares. La acusan no solo de tapar escándalos sino también de sostener un Gobierno al borde del naufragio solo “por el coche oficial”. Gamarra y Bendodo han sido especialmente duros, reprochándole ser “albacea del sanchismo” e interrogarla sobre cuántos escándalos más está dispuesta a encubrir antes de romper filas con Sánchez. Díaz, por su parte, ha defendido la estabilidad gubernamental frente a lo que considera ataques desmedidos y una oposición incapaz de ofrecer alternativa.
El relato popular: corrupción sistémica e inestabilidad institucional
La narrativa popular es contundente: España estaría gobernada por un Ejecutivo con más imputados que ministros, donde cada día un nuevo escándalo tapa al anterior; una deriva institucional marcada por prácticas mafiosas para perseguir jueces, periodistas o Guardias Civiles incómodos. Las referencias constantes al “Gobierno con sede en Sicilia” o a los “fontaneros del PSOE” buscan fijar en la opinión pública la imagen de un país secuestrado por intereses partidistas —y bien regado por dosis diarias de picaresca nacional.
Curiosidades recientes y datos llamativos
- El PP no solo denuncia ante el Congreso: también recurre a redes sociales e incluso memes para azuzar el tema del espionaje político.
- La célebre «fontanera» Leire Díez ya es personaje habitual en tertulias televisivas… aunque aún nadie sabe si acabará escribiendo sus memorias o fichando por Netflix.
- Según algunos diputados populares, hay más variación interna entre votos del PSOE y Sumar que entre los giros argumentales del caso Koldo.
- Entre acusaciones cruzadas, lapsus frecuentes e insultos velados (“su jefe no es Sánchez, son los trabajadores”, le espetó Bravo a Díaz), el Congreso se ha convertido estos días en el plató más seguido… después del Tour.
Un país donde cada sesión parlamentaria parece escrita por guionistas con especial talento para el suspense —y algún que otro toque berlanguiano— sigue esperando respuestas claras mientras crece la sospecha ciudadana sobre quién mueve realmente los hilos detrás del poder.
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