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La infancia media, un territorio fascinante para la ciencia

Qué pasa en nuestro cerebro entre los 6 y los 12 años, la fase en la que construimos nuestra personalidad

Entre los seis y los doce años, el cerebro vive una revolución silenciosa que moldea la personalidad y la forma de ver el mundo

Periodista Digital 16 Jul 2025 - 03:59 CET
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Pocos sospechan que entre los seis y los doce años ocurre una de las etapas más fascinantes del desarrollo humano.

Mientras el foco de muchos estudios se concentra en la explosión de habilidades del bebé o en las turbulencias adolescentes, la llamada infancia media transcurre, en apariencia, con cierta calma.

Sin embargo, bajo esa superficie tranquila, el cerebro infantil vive una auténtica revolución que deja huella para toda la vida.

Durante este periodo, los niños no solo consolidan conocimientos académicos; están tejiendo, sin saberlo, los hilos fundamentales de su personalidad y su manera de relacionarse con el mundo.

Según recientes investigaciones en psicología evolutiva, es aquí donde se amplía el abanico emocional: aparecen sentimientos complejos como la vergüenza o la culpa y se aprende a reconocer matices emocionales en uno mismo y en los demás.

La fábrica de la identidad: cómo nos descubrimos

La etapa entre los 6 y 12 años es conocida por algunos expertos como “los años olvidados”, pero nada más lejos de la realidad. Durante estos años, cada niño comienza a preguntarse quién es y cuál es su lugar en el grupo. Es un proceso silencioso pero imparable: se desarrolla lo que los científicos llaman una teoría avanzada de la mente, es decir, la capacidad de entender que los demás tienen pensamientos, emociones y motivaciones propias.

Este avance permite a los niños salir del egocentrismo propio de etapas anteriores y ponerse en el lugar del otro. Por ejemplo, a partir de los nueve años, pueden comprender que un final puede ser feliz y triste a la vez—como ocurre con La Sirenita—y no solo blanco o negro.

La autoimagen cobra fuerza y se empieza a construir una identidad más sólida. Los grupos de amigos ganan protagonismo; ya no son solo compañeros de juego sino espejos donde mirarse e incluso modelos a seguir o evitar. Aquí también surge el reto de enfrentarse a la comparación social: el éxito o el fracaso ya no dependen únicamente del adulto sino que son evaluados por el propio grupo.

Cerebro: conexiones nuevas y superpoderes emocionales

En esta etapa se produce una intensa reorganización cerebral. Las conexiones neuronales que no se usan tienden a desaparecer (la famosa poda sináptica), mientras que las más útiles se fortalecen. Esto explica por qué es un periodo óptimo para aprender nuevos idiomas o desarrollar habilidades lógicas y abstractas.

Uno de los avances más sorprendentes tiene que ver con la regulación emocional. Si hasta ahora eran los adultos quienes ayudaban al niño a calmarse tras una rabieta o consolarle ante un disgusto, poco a poco son ellos mismos quienes aprenden estrategias para gestionar sus emociones: desde distraerse jugando hasta reinterpretar lo que les ha ocurrido para sentirse mejor.

Esta habilidad tiene nombre propio: reevaluación cognitiva. Consiste en cambiar nuestra interpretación de un hecho para modificar su impacto emocional. Por ejemplo, si un niño suspende un examen puede decidir verlo como una oportunidad para mejorar en vez de un desastre absoluto.

De la curiosidad científica al sentido moral

La infancia media también se caracteriza por un creciente interés hacia el funcionamiento del mundo. No es casualidad que surjan preguntas filosóficas o científicas inesperadas (“¿Por qué existe la gravedad?”, “¿Qué pasa cuando morimos?”). Este deseo de indagar está vinculado al desarrollo del pensamiento lógico y deductivo, lo que permite a los niños responsabilizarse cada vez más de sus actos.

Además, según teorías como la de Erik Erikson, esta etapa implica superar el reto psicosocial de “laboriosidad versus inferioridad”: sentirse capaz frente a nuevos desafíos o desarrollar inseguridad ante las comparaciones negativas con otros. El modo en que se resuelvan estos dilemas marcará su autoestima futura.

Curiosidades científicas del cerebro infantil

El cerebro nunca deja de sorprendernos, pero durante esta etapa despliega algunas habilidades dignas de mención:

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El cerebro infantil entre los seis y los doce años es un universo en expansión donde cada experiencia cuenta. Y aunque no siempre lo recordemos como adultos, esos “años olvidados” son quizá los más decisivos para convertirnos en quienes somos hoy.

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