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LEYENDAS, CIENCIA Y ESPEJISMOS EN EL ATLÁNTICO

El enigma de San Borondón: La misteriosa isla canaria que aparece y desaparece desde la Edad Media

San Borondón, la isla fantasma de Canarias, ha fascinado a exploradores y científicos desde la Edad Media por su desconcertante habilidad para aparecer y desaparecer

Periodista Digital 24 Jul 2025 - 08:57 CET
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Un enigma.

Pocos lugares en el mundo han alimentado tanto la imaginación colectiva como la legendaria San Borondón, la “novena isla” del archipiélago canario.

Aparece y desaparece a voluntad, se esconde entre brumas o surge inesperadamente en el horizonte atlántico.

Desde la Edad Media hasta nuestros días, su enigma ha saltado de viejos mapas a relatos de marineros, pasando por expediciones científicas que nunca han logrado resolver su misterio.

Esta isla fantasma no solo ha cautivado a los habitantes de las Islas Canarias, sino que se ha convertido en un símbolo universal de lo inalcanzable y lo desconocido.

Si alguna vez hubo un ejemplo claro de cómo ciencia y leyenda pueden entrelazarse hasta el punto de confundirse, San Borondón es el caso perfecto.

San Borondón: entre la historia y la leyenda

El origen de San Borondón se remonta al siglo VI, cuando el monje irlandés San Brandán (o Brendan) se embarcó en una travesía legendaria buscando la “Tierra Prometida”. Según los relatos medievales, Brandán habría desembarcado en una isla verde y fértil que, al intentar acercarse, desaparecía bajo sus pies o se desvanecía ante sus ojos. Esta visión épica cruzó océanos y siglos hasta quedar inscrita en el famoso Mapamundi de Hereford (1280), donde aparece representada como una isla al oeste de Canarias con forma de barco.

Durante siglos, cartógrafos europeos incluyeron San Borondón en sus mapas, otorgándole una sorprendente legitimidad. No era solo un mito oral: era “real” a ojos de marineros y estudiosos. En los siglos XVI y XVII, su silueta en forma de media luna o barco figuraba junto a las islas mayores del archipiélago. Hay quien llegó a calcularle dimensiones colosales: hasta 480 kilómetros de largo por 155 de ancho. Y aunque nunca nadie pudo demostrar su existencia física, abundan los testimonios de quienes juraron haberla visto e incluso haber pisado su suelo antes de que se desvaneciera entre brumas.

Ciencia frente a espejismos: ¿qué explica el fenómeno?

Con la llegada del pensamiento científico, surgieron nuevas teorías para explicar el misterio. La más convincente apunta a un fenómeno óptico conocido como fata morgana: un espejismo superior provocado por la refracción de la luz sobre capas de aire con diferentes densidades, habitual en el Atlántico. Este efecto puede hacer que islas reales parezcan multiplicarse o desplazarse, o incluso crear la ilusión de tierras inexistentes flotando en el horizonte.

Por si fuera poco, los errores cartográficos eran frecuentes antes del desarrollo del GPS. La combinación de brújulas inexactas, mapas imprecisos y testimonios subjetivos generaba auténticas “islas fantasma” repartidas por los mares europeos. No solo San Borondón: también existen las historias de Buss Island o la mítica Thule, tierras efímeras nacidas del error y la fascinación humana por lo inexplorado.

Un legado vivo en la cultura canaria

Lejos de disiparse con el paso del tiempo, San Borondón sigue presente en canciones populares, obras literarias e incluso debates científicos actuales. En 1957, un fotógrafo local llegó a captar lo que muchos interpretaron como una imagen nítida de la isla desde La Palma; otros han reportado avistamientos más recientes, aunque ninguno ha sido confirmado por medios objetivos.

En Canarias, hablar de San Borondón es evocar lo mágico y lo inexplicable: un recordatorio constante de que no todo está bajo control ni explicado por la ciencia moderna. La leyenda ha llegado a ser tan relevante que impulsó auténticas expediciones marítimas —la última documentada partió desde Tenerife en el siglo XIX— que regresaron con las manos vacías pero con nuevas historias para alimentar el mito.

Curiosidades científicas y anécdotas insólitas

Y para quienes piensen que ya nada nos puede sorprender: hace apenas unos años se captó frente a Tenerife al temido “diablo negro”, uno de los peces abisales más esquivos del planeta. Si algo nos enseña San Borondón es que el Atlántico sigue siendo territorio fértil para lo insólito… ¡y para dejar volar la imaginación científica!

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