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Imagínese un anillo gigantesco de 40.000 kilómetros de largo, salpicado de volcanes y temblores, que rodea el océano Pacífico como si la Tierra necesitase de vez en cuando un ‘masaje tectónico’.
Ese es el Cinturón de Fuego del Pacífico, la región donde la corteza terrestre no conoce la calma. Aquí, la actividad sísmica y volcánica es la norma, no la excepción, y el suelo cruje más que el parquet en una casa antigua.
El nombre no es casualidad: en este cinturón se encuentran aproximadamente el 75% de los volcanes activos del planeta y tienen lugar alrededor del 90% de los terremotos mundiales.
¿Por qué tanta agitación?
La respuesta está bajo nuestros pies, en las profundidades donde gigantescas placas tectónicas se rozan, chocan y a veces se deslizan unas sobre otras, liberando colosales cantidades de energía.
VOLCAN EN ERUPCIÓN
El volcán Klyuchevskoy, ubicado en el extremo oriente de Rusia, entró en erupción el miércoles, informaron científicos rusos, horas después de que un potente terremoto provocara evacuaciones y alertas de tsunami en partes de la costa del Pacífico.
«Se observa lava al rojo vivo fluyendo por la ladera occidental. Hay un potente resplandor sobre el volcán y explosiones», informó el Servicio Geofísico de Rusia en Telegram.
El Klyuchevskoy, uno de los volcanes activos más altos del mundo, está ubicado a unos 450 kilómetros de Petropavlovsk-Kamchatsky, la capital de la región rusa de Kamchatka.
La erupción ocurrió horas después del terremoto de magnitud 8,8 que sacudió la costa de la región de Kamchatka, provocando evacuaciones y alertas tsunami en varios países.
Tectónica de placas: el motor oculto
La clave del dinamismo del Cinturón de Fuego está en la tectónica de placas. La litosfera terrestre, ese cascarón duro donde vivimos, está dividida en enormes fragmentos llamados placas tectónicas, que flotan sobre un manto semifluido como balsas sobre lava. Entre ellas, destaca la placa del Pacífico, la más grande de todas, flanqueada por la norteamericana, la sudamericana, la filipina, la indoaustraliana y otras.
Las fronteras entre estas placas son zonas de máxima tensión. Donde una placa se desliza bajo otra —el proceso de subducción— se forman profundas fosas oceánicas y cadenas de volcanes. Este proceso, que tiene nombre de villano de película, genera terremotos de gran magnitud y erupciones explosivas que pueden cambiar el curso de la historia, como bien sabe cualquier geólogo con sentido del humor negro.
¿Por qué el 90% de los terremotos suceden aquí?
La mayoría de los sismos del planeta se concentran en el Cinturón de Fuego porque es el escenario principal de la subducción. Cuando una placa oceánica, más densa y delgada, se hunde bajo una continental, la fricción y la acumulación de tensión llegan a niveles insostenibles. Cuando finalmente la roca cede, la energía almacenada se libera en forma de ondas sísmicas. Así, países como Chile, Japón, México o Indonesia se convierten en habituales protagonistas de los informativos por culpa de estos movimientos.
No todos los sismos son iguales. Los más superficiales, que ocurren a poca profundidad, suelen ser los más destructivos, mientras que los profundos, aunque liberan más energía, tienden a sentirse menos en la superficie. Además, la liberación de tensión no siempre es gradual: a veces, las placas se quedan “atascadas” durante años, acumulando energía hasta que el deslizamiento repentino provoca un terremoto devastador.
El espectáculo (y peligro) de los volcanes
La actividad volcánica es otro de los grandes protagonistas de esta zona. De hecho, si le gusta la geología de emociones fuertes, aquí puede encontrar desde el Krakatoa hasta el Popocatépetl, pasando por el Monte Fuji y el Monte Santa Helena. Las erupciones en el Cinturón de Fuego pueden ser tan espectaculares como peligrosas, capaces de alterar el clima global —como ocurrió tras la erupción del Pinatubo en 1991— o de crear nuevas islas en cuestión de días.
En abril de 2025, un nuevo episodio puso de relieve la fuerza de la región: un potente terremoto en la península de Kamchatka, Rusia, provocó la erupción del volcán Klyuchevskaya Sopka y desató alertas de tsunami que mantuvieron en vilo a la población local y a los servicios de emergencia. Las evacuaciones fueron rápidas y, aunque el tsunami fue menos destructivo de lo esperado, el episodio recordó al mundo la fragilidad de nuestras infraestructuras frente a la naturaleza.
¿Por qué el tsunami ruso no fue más devastador?
En ocasiones, los tsunamis originados por grandes terremotos en el Cinturón de Fuego no causan los estragos que cabría temer. Esto se debe a varios factores:
- Profundidad y localización del epicentro: Si el terremoto ocurre a gran profundidad o lejos de la costa, las ondas sísmicas y la energía transmitida al agua pueden disiparse antes de llegar a zonas habitadas.
- Forma del fondo marino: La topografía submarina puede dispersar la energía del tsunami o canalizarla, según el caso.
- Alertas y evacuaciones: Los sistemas de detección y las rápidas evacuaciones salvan miles de vidas cada año.
En el caso reciente de Rusia, la combinación de epicentro profundo y la eficaz respuesta de emergencia evitó una tragedia mayor, aunque la naturaleza siempre guarda sorpresas en su manga sísmica.
Curiosidades científicas del Cinturón de Fuego
El Cinturón de Fuego es una fuente inagotable de anécdotas y rarezas que fascinan a científicos y curiosos. Aquí van algunas:
- La “herradura” más peligrosa: Si se dibujara el Cinturón de Fuego sobre un mapa, tendría forma de herradura gigante. A diferencia de las de la suerte, esta trae sustos y no siempre termina bien para los supersticiosos.
- Ruidos misteriosos: Durante los terremotos superficiales, muchas personas reportan oír retumbos o ruidos extraños. No son fantasmas, sino ondas sísmicas interactuando con la superficie y las estructuras urbanas, como si la Tierra tocara la batería.
- El récord de volcanes: En este anillo se encuentran unos 452 volcanes activos, más que en ningún otro lugar del planeta.
- Tierra en constante renovación: Las erupciones volcánicas han dado origen a nuevas islas, como Surtsey en Islandia (aunque fuera del Cinturón de Fuego), o las Islas Aleutianas en Alaska.
- Los Andes, hijos del fuego: La cordillera de los Andes, la más larga del mundo, se formó gracias a la subducción de la placa de Nazca bajo la sudamericana, un proceso que sigue activo y que, de vez en cuando, da algún que otro susto a los habitantes de la región.
- Sismos “moderados” muy frecuentes: En zonas como Costa Rica, la falla es tan débil que los esfuerzos se liberan constantemente con sismos moderados o bajos, lo que significa vivir con la tierra vibrando como si fuese una cafetera italiana.
En definitiva, el Cinturón de Fuego es un recordatorio de que la Tierra está viva y no le gusta aburrirse. Así que, si alguna vez viaja a Japón, Chile o Indonesia y siente que el suelo tiembla bajo sus pies, recuerde: está pisando el escenario de la mayor obra geológica del planeta. ¡Y no olvide llevar casco… y sentido del humor!
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