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UN FÓSIL REVELA EL VERDADERO SONIDO DE LOS DINOSAURIOS

Descubren un dinosaurio que cantaba como los pájaros: el hallazgo desmonta el mito del rugido jurásico

Un fósil hallado en China revela que algunos dinosaurios no rugían, sino que emitían melodías semejantes al canto de las aves modernas

Periodista Digital 31 Jul 2025 - 10:34 CET
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Aunque la imagen clásica de los dinosaurios suele estar asociada a sonidos guturales y estremecedores —gracias, en parte, a la magia del cine—, un reciente hallazgo paleontológico ha puesto patas arriba esta percepción. Paleontólogos en China han desenterrado la primera laringe fosilizada de dinosaurio, perteneciente a un ejemplar de Pinacosaurus grangeri, un pequeño herbívoro acorazado del Cretácico tardío.

Este fósil, excepcionalmente conservado, revela una estructura anatómica sorprendentemente similar a la de las aves actuales. El análisis detallado indica que su aparato fonador no estaba diseñado para rugir, sino para emitir sonidos complejos y melodiosos. Así, lejos de ser los monstruos rugientes que imaginábamos, al menos algunos dinosaurios pudieron haber tenido voces que recordarían más a un coro de pájaros madrugadores que a los protagonistas de una película de terror prehistórica.

De monstruos rugientes a cantores emplumados

La fascinación por el sonido de los dinosaurios ha sido objeto de debate durante décadas. Hasta ahora, la falta de tejidos blandos fosilizados —especialmente en las zonas vocales— había dificultado cualquier aproximación científica rigurosa al tema. Sin embargo, el descubrimiento de la laringe fosilizada cambia radicalmente el panorama. Los paleontólogos han identificado cartílagos y huesos adaptados para modular el aire y producir una variedad de tonos y ritmos.

El Pinacosaurus grangeri, lejos de limitarse a mugidos o gruñidos primitivos, pudo emitir silbidos y gorjeos comparables a los de muchas aves modernas. Este dato no solo es fascinante desde el punto de vista biológico, sino que también arroja luz sobre la evolución del canto en las aves y sobre cómo se comunicaban estos animales hace millones de años.

La evidencia: ¿por qué sabemos cómo sonaba?

La clave está en la morfología laríngea hallada en el fósil. Las aves actuales producen su canto gracias a la siringe, un órgano especializado situado al final de la tráquea. Los mamíferos, por su parte, emplean las cuerdas vocales laríngeas. El fósil chino muestra una configuración intermedia: estructuras rígidas capaces de modular sonidos más sofisticados que un simple rugido. Esta anatomía sugiere una transición evolutiva hacia la sofisticación vocal que hoy observamos en gorriones, mirlos y ruiseñores.

Un mito jurásico hecho trizas

El hallazgo desmonta uno de los mitos más arraigados del imaginario popular: el del dinosaurio como bestia ensordecedora. Desde “Parque Jurásico” hasta innumerables documentales y videojuegos, hemos asociado el pasado prehistórico con rugidos estremecedores capaces de helar la sangre al más valiente. Sin embargo, esta nueva evidencia apunta a que muchos dinosaurios, especialmente los pequeños herbívoros y probablemente algunos terópodos emparentados con las aves, eran cantores más que rugidores.

Este descubrimiento invita a replantear cómo era la vida social y ecológica en aquellos ecosistemas remotos. ¿Se cortejaban con cantos? ¿Usaban melodías para defender territorios o alertar sobre depredadores? Las hipótesis se multiplican y abren nuevas líneas de investigación.

Curiosidades científicas: cuando la realidad supera a la ficción

Un viaje sonoro al pasado: ¿cómo habría sido escuchar el alba en el Cretácico?

Piénsalo por un momento: despertarse hace 70 millones de años no habría significado necesariamente oír rugidos lejanos ni temblar ante ecos guturales. Quizá lo primero sería disfrutar de una sinfonía coral digna del mejor bosque moderno… pero protagonizada por criaturas acorazadas paseando entre helechos gigantes.

Y aquí van algunas anécdotas para sorprender en cualquier sobremesa:

La ciencia vuelve a demostrarnos que el pasado está lleno de melodías inesperadas y sorpresas tan asombrosas como afinadas.

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