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DESCUBRIMIENTO REVOLUCIONARIO EN EL OCÉANO PACÍFICO

El ser ‘ni vivo ni muerto’ descubierto en Japón, que contradice lo que sabemos sobre la evolución y la vida

Un microbio marino descubierto por azar en Japón desconcierta a la ciencia al situarse en la frontera entre lo vivo y lo inerte

Periodista Digital 01 Ago 2025 - 18:22 CET
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En el inmenso catálogo de rarezas que ofrece la naturaleza, pocas pueden presumir de poner patas arriba los cimientos de la biología como lo ha hecho Sukunaarchaeum mirabile.

Este microscópico ser marino, detectado durante un estudio de secuenciación genética en Japón, no es ni una bacteria, ni un virus, ni una célula corriente.

Es, según sus descubridores, el habitante más enigmático del planeta: un organismo que ni vive ni muere según los criterios clásicos, pero que existe, se replica y desconcierta a todo aquel que se cruza en su camino.

El hallazgo se produjo casi por casualidad, o mejor dicho, por ese fenómeno tan querido por los científicos llamado “serendipia”.

Mientras analizaban el genoma del plancton marino Citharistes regius, los investigadores japoneses detectaron un bucle de ADN que no cuadraba con nada registrado hasta la fecha. “Era como encontrar un jeroglífico en una sopa de letras”, admiten.

Tras exhaustivos análisis, el resultado fue sorprendente: se trataba de una forma de vida completamente nueva que, de algún modo, se sitúa en el límite mismo de lo que la ciencia considera estar vivo.

¿Vivo? ¿Muerto? ¿Ambas cosas a la vez?

El gran enigma de Sukunaarchaeum mirabile radica en su genoma ultraminimalista: apenas 238.000 pares de bases.

Eso es menos de la mitad del tamaño del genoma arqueal más pequeño conocido y, para mayor asombro, aún menor que el de muchos virus.

Su código genético contiene solo lo absolutamente esencial: instrucciones para replicarse, transcribir y traducir el ADN. Nada de lujos ni adornos biológicos.

Aquí llega el verdadero giro argumental:

Esta paradoja sitúa a Sukunaarchaeum a medio camino entre lo que entendemos por vida autónoma y vida parasitaria. Por un lado, tiene maquinaria propia; por otro, necesita un huésped. Así, los biólogos han comenzado a llamarlo “la entidad celular más cercana a una estrategia de existencia viral jamás descubierta”.

Un eslabón perdido en la evolución

El descubrimiento ha provocado un auténtico terremoto en la comunidad científica, porque obliga a replantear la frontera entre virus y células, y a reconsiderar cómo pudieron surgir los primeros seres vivos en la Tierra.

Su hallazgo, publicado en la plataforma científica bioRxiv, ha puesto sobre la mesa nuevas preguntas:

No menos importante es el simbolismo de su nombre. “Sukuna” alude a una deidad japonesa diminuta, y “mirabile”, del latín, significa “maravilloso”. Un homenaje a su tamaño minúsculo y a su capacidad de asombrar incluso a los más escépticos.

Redefiniendo la biología con humor y asombro

El caso de Sukunaarchaeum mirabile es un recordatorio de que la ciencia nunca está completamente escrita. No solo desafía la taxonomía biológica clásica, sino que abre la puerta a nuevos debates sobre el origen de la vida y la posibilidad de que existan entidades similares en otros mundos. Como suele suceder, el hallazgo fue más fruto del azar que de una búsqueda dirigida, lo que da pie a esa vieja máxima de laboratorio: “Si no entiendes lo que ves, probablemente has hecho un descubrimiento”.

Palabras clave como “vida”, “virus”, “células primitivas”, “origen evolutivo” y “genoma mínimo” aparecen ahora en todas las conversaciones sobre el tema en los congresos de biología, y no es para menos: estamos ante un ser que podría reescribir capítulos enteros de los libros de texto.

Anécdotas y curiosidades científicas

¿Sabías que…?

Este pequeño gigante de la biología invita a mirar el mundo microscópico con nuevos ojos, porque, como suele decirse entre científicos, “la vida es mucho más rara de lo que la imaginación puede concebir”. Y, a veces, la realidad supera cualquier ficción… incluso la de los seres “ni vivos ni muertos”.

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