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Un fenómeno cotidiano que revela los trucos del cerebro humano

El ‘efecto umbral’: el misterio de por qué se nos olvida lo que íbamos a hacer, cuando cambiamos de habitación

Cruzar una puerta puede borrar de nuestra mente la tarea más clara; la ciencia explica este curioso lapsus y su utilidad evolutiva

Periodista Digital 02 Ago 2025 - 07:52 CET
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¿Es más saludable la Coca-Cola mexicana que la de EEUU o todo es una cuestión de sabor?

Seguro que te ha ocurrido: te levantas del sofá, decidido a buscar las llaves, el móvil o ese libro tan interesante.

Cruzas la puerta y, de repente, tu mente se queda en blanco. ¿Qué demonios venía a buscar? Este fenómeno, tan universal como frustrante, ha sido bautizado por la ciencia como “efecto umbral” o “doorway effect” y no, no es una señal de despiste crónico ni una alerta temprana de deterioro cognitivo.

Es, sencillamente, el resultado de cómo nuestro cerebro gestiona la información y prioriza lo relevante en cada contexto.

Desde hace años, neurocientíficos y psicólogos se han sentido fascinados por estas pequeñas “lagunas mentales” que parecen activarse al cambiar de entorno físico.

Investigaciones recientes han desvelado que cruzar una puerta no solo nos lleva a otra habitación: también induce al cerebro a crear una especie de “corte” en la memoria de trabajo. En otras palabras, pasar el umbral hace que nuestro sistema nervioso archive lo anterior para dar prioridad a lo nuevo.

¿Por qué ocurre el efecto umbral?

La clave está en cómo nuestro cerebro segmenta la realidad. Según estudios pioneros realizados en la Universidad de Notre Dame, al cambiar de espacio físico, el cerebro interpreta que comienza un nuevo episodio contextual. Es como si abriera una “carpeta” diferente para cada escenario y, al pasar de uno a otro, la información activa en la mente queda archivada en la carpeta anterior.

Este proceso tiene una ventaja evolutiva: nos permite gestionar mejor la enorme cantidad de estímulos que recibimos a diario. Así, cuando entramos en un nuevo entorno (por ejemplo, al pasar del salón a la cocina), nuestro cerebro prioriza lo que ve, oye y siente en ese preciso momento. La tarea anterior puede quedar relegada temporalmente o incluso perderse entre los pliegues del hipocampo hasta que algún estímulo (un objeto familiar, un olor característico) nos ayude a recuperarla.

Lejos de ser un fallo, este mecanismo es una estrategia eficiente para evitar la saturación mental. Imagina tener todos los pensamientos y tareas pendientes activos todo el tiempo: sería como navegar por internet con 500 pestañas abiertas… y eso sin contar los anuncios emergentes de la memoria emocional.

Más allá del olvido: ventajas inesperadas

Lo sorprendente es que este pequeño “borrón” cerebral no implica una mala memoria; al contrario, es señal de un sistema cognitivo sano y selectivo. Al segmentar recuerdos por contexto, el cerebro reduce interferencias y mejora la eficiencia del aprendizaje. De hecho, cambiar de ambiente favorece la memorización de información nueva porque renueva las llamadas “claves contextuales”, minimizando así el riesgo de mezclar tareas o confundir prioridades.

En resumen:

Y si alguna vez te has sentido culpable por olvidar qué ibas a hacer tras cruzar una puerta… puedes respirar tranquilo: tu cerebro solo está haciendo su trabajo.

Estrategias para burlar al efecto umbral

Aunque este fenómeno forma parte natural del funcionamiento mental humano, existen algunas técnicas sencillas para reducir su impacto:

  1. Repetir mentalmente (o en voz alta) la tarea pendiente antes de cambiar de habitación.
  2. Evitar distracciones durante el trayecto (nada de revisar el móvil o iniciar conversaciones nuevas).
  3. Utilizar recordatorios visuales como notas adhesivas o listas visibles.
  4. Practicar mindfulness o atención plena para mantenerte centrado en el presente.

Estos trucos ayudan a mantener activa la intención original incluso después del cambio de entorno.

Curiosidades científicas sobre el olvido al cruzar puertas

El mundo del efecto umbral está repleto de anécdotas y datos curiosos dignos de una novela policiaca (con menos crímenes pero muchos más despistes):

La próxima vez que te quedes mirando el techo tras cruzar una puerta sin recordar tu propósito inicial, puedes consolarte pensando que formas parte del gran club humano del olvido contextual… y quizá aprovechar para inventarte una excusa creativa (“he venido aquí a pensar en física cuántica”). Porque si algo nos enseña el efecto umbral es que hasta los lapsus tienen su lado fascinante.

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