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ALERTA CLIMÁTICA GLOBAL ANTE UN FUTURO CADA VEZ MÁS SOFOCANTE

Pronóstico del Tiempo para los próximos 5 años: Más calor mortal y más fenómenos meteorológicos extremos

Las previsiones internacionales advierten: el clima será aún más extremo y peligroso en el próximo lustro

Periodista Digital 29 May 2025 - 09:04 CET
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¿Te imaginas mirar la predicción meteorológica para dentro de cinco años y leer “olas de calor mortales, lluvias torrenciales y sequías extremas”?

Pues no hace falta imaginar tanto.

Los últimos informes internacionales, como el publicado recientemente por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), ponen cifras y fechas a lo que ya venimos notando en la piel (y en el ánimo): el cambio climático está acelerando los extremos del tiempo y los próximos cinco años serán aún más duros.

Palabras clave como cambio climático, olas de calor, fenómenos extremos y salud pública han dejado de ser abstractas.

Ahora son el pan nuestro de cada día.

De hecho, la OMM advierte que, entre 2025 y 2029, hay una probabilidad cercana al 80% de que al menos uno de estos años supere el récord histórico de temperatura global, situándose por encima del umbral crítico de 1,5 °C sobre los niveles preindustriales.

Sí, ese límite que los científicos llevan años señalando como frontera roja.

¿Qué significa esto en nuestra vida diaria?

Hablemos claro: más calor implica más problemas. Las olas de calor prolongadas no solo hacen sudar la camiseta; también multiplican los riesgos para la salud —sobre todo en mayores, niños y personas con enfermedades crónicas—. La mortalidad relacionada con el calor extremo ha aumentado en ciudades europeas, americanas y asiáticas. Además, los sistemas sanitarios se ven desbordados ante picos inusuales de ingresos por golpes de calor e insolaciones.

Por si fuera poco, este aumento térmico viene acompañado por lluvias torrenciales, inundaciones históricas, incendios forestales devastadores y sequías que arruinan cosechas. El informe anual sobre desastres naturales calcula que solo en el último año se han producido más de 150 eventos climáticos extremos a nivel mundial, con un coste económico superior a los 417.000 millones de dólares. No es solo una cuestión ambiental; es un desafío directo para la economía global y la seguridad alimentaria.

Medio ambiente y salud: una relación cada vez más tensa

Los efectos del clima extremo no se limitan a titulares alarmistas. Las altas temperaturas facilitan la proliferación de enfermedades transmitidas por mosquitos —como dengue o zika— en regiones donde antes eran desconocidas. También agravan las alergias por el aumento del polen y complican la vida a quienes padecen asma o enfermedades respiratorias.

El medio ambiente responde a estas agresiones con cambios rápidos: pérdida de bosques por incendios, desaparición acelerada de glaciares y erosión costera debida al ascenso del nivel del mar. Los agricultores ven cómo sus cosechas se marchitan por falta (o exceso) de agua, mientras que las ciudades deben invertir miles de millones en adaptar infraestructuras para resistir lluvias torrenciales o sofocantes olas de calor.

Por si fuera poco, la desigualdad social se intensifica: las comunidades más vulnerables —sin acceso a aire acondicionado ni recursos médicos— son quienes pagan el precio más alto por estos extremos climáticos.

El arte (y la ciencia) de predecir lo impredecible

Quizá lo más curioso (y frustrante) es que los avances científicos nos permiten anticipar estos fenómenos con una precisión cada vez mayor… pero no siempre logramos evitar sus peores efectos. Los superordenadores del Met Office británico y satélites como Copernicus escanean el planeta día y noche buscando patrones climáticos peligrosos. Aun así, las sorpresas siguen llegando: desde lluvias monzónicas fuera de temporada hasta tormentas tropicales cruzando latitudes insólitas.

Entre las curiosidades científicas destaca cómo pequeños cambios en la temperatura superficial del mar pueden desencadenar huracanes monstruosos. O cómo las ciudades —con sus “islas de calor”— pueden registrar hasta 7 grados más que su entorno rural cercano durante una ola cálida.

Y ojo al dato: cada grado adicional que sube la temperatura global implica un 7% más de vapor de agua en la atmósfera… lo que se traduce en lluvias mucho más intensas cuando finalmente caen. Una especie de “ahorro forzoso” nada recomendable.

¿Qué podemos hacer? Y otras preguntas (no tan) retóricas

Frente a este panorama, gobiernos e instituciones proponen planes ambiciosos: desde acelerar la transición a energías renovables hasta restaurar bosques y adaptar infraestructuras críticas. Pero la velocidad del cambio climático exige algo más: cooperación internacional real, innovación tecnológica —y sí, también cambios individuales— para reducir emisiones y prepararnos ante emergencias meteorológicas cada vez más frecuentes.

Como sociedad, toca repensar desde cómo construimos nuestras ciudades hasta qué comemos o cómo nos desplazamos. Porque el pronóstico para los próximos cinco años está escrito en letras grandes: más calor extremo, eventos meteorológicos impredecibles… pero también oportunidades para reinventarnos.

Anécdotas y curiosidades científicas para sorprender en cualquier conversación

En definitiva, aunque el pronóstico meteorológico para el próximo lustro sea desafiante —por no decir sofocante—, entender qué está ocurriendo es el primer paso para adaptarnos (y reírnos un poco ante lo imprevisible del clima). Porque si algo nos enseña la ciencia es que anticiparse puede salvar vidas… ¡y hasta algún picnic veraniego!

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