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Hay expertos y sobre todo feministas, que sostienen lo contrario

El instinto maternal en el reino animal y las feministas

Es complicado sostener que el deseo de ser madre no sea innato, universal y vaya codificado en nuestro ADN

Yéssica Salazar Actualizado: 14 Ago 2024 - 07:28 CET
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Distintas especies demuestran que el instinto maternal animal existe y es igual o incluso más fuerte que el humano.

Del mismo modo que el los seres humanos estamos dotados de un instinto innato de dar protección y cuidados a los más indefensos, los animales también lo tienen.

Viendo las enternecedoras escenas del vídeo, es complicado sostener que el deseo de ser madre no sea innato, universal y vaya codificado en nuestro ADN.

En cualquier caso, hay expertos y sobre todo feministas, que sostienen lo contrario.

Alegan que la maternidad es ‘cultural‘ y que no existen pruebas que avalen la existencia de un impulso instintivo por tener hijos en todas las mujeres.

El instinto maternal en el mundo animal es un tema fascinante que muestra la diversidad de comportamientos entre diferentes especies:

Mamíferos

  1. Elefantes: Las madres elefante son conocidas por su increíble devoción y protección hacia sus crías. Viven en manadas matriarcales donde otras hembras ayudan a cuidar a los pequeños.
  2. Canguros: Los canguros llevan a sus crías en una bolsa durante varios meses después de su nacimiento. Las crías, conocidas como «joeys», permanecen en la bolsa hasta que son suficientemente grandes para salir y explorar.
  3. Osos: Las osas son madres extremadamente protectoras. Pueden volverse muy agresivas si perciben una amenaza hacia sus crías, y pasan mucho tiempo enseñándoles a cazar y sobrevivir.

Aves

  1. Pingüinos emperador: Los padres pingüinos emperador, tanto machos como hembras, se turnan para incubar el huevo y cuidar del polluelo. Los machos mantienen el huevo caliente sobre sus pies durante meses mientras las hembras van a buscar comida.
  2. Águilas: Las águilas construyen nidos enormes y cuidan a sus crías hasta que son lo suficientemente fuertes para volar. Ambas parejas de águilas suelen participar en la crianza.

Insectos

  1. Abejas: La abeja reina pone todos los huevos en la colmena, y las obreras se encargan de cuidar a las larvas. Alimentan a las crías y las protegen de posibles amenazas.
  2. Arañas lobo: Las hembras llevan a sus crías en su espalda durante un tiempo después de que nacen, protegiéndolas hasta que son lo suficientemente fuertes para valerse por sí mismas.

Peces y Anfibios

  1. Caballitos de mar: En esta especie, es el macho quien lleva los huevos en una bolsa especial hasta que eclosionan. El macho se encarga de proteger y oxigenar los huevos.
  2. Ranas: Algunas especies de ranas, como la rana de darwin, cuidan a sus renacuajos en bolsas especiales en sus cuerpos, o incluso en sus bocas, hasta que se desarrollan completamente.

Reptiles

  1. Cocodrilos: Las madres cocodrilo son muy protectoras con sus crías. Después de que los huevos eclosionan, llevan a sus crías al agua en su boca y las cuidan hasta que son suficientemente grandes para defenderse solas.

EL INSTINTO MATERNAL

El instinto materno ha generado un gran debate y sus detractores insisten en que no existe una predisposición genética que impulse a las mujeres a desear ser madres, o a cuidar y defender a sus hijos en caso de llegar a tenerlos.

Esta es, por ejemplo, la postura de la filósofa francesa Elisabeth Badinter –que es madre y abuela– y afirma que el instinto maternal es un mito y la madre perfecta no existe.

Afirma que son muchas las que no desean tener descendencia, por lo que esto no puede constituir un instinto: los instintos no son opcionales.

Las conductas maternales, que son aquellas reacciones mediadas por la hormona oxitocina y dirigidas a garantizar la supervivencia del recién nacido aparecen únicamente cuando el bebé ha llegado al mundo, no antes.

Por tanto, el instinto está más relacionado con cuidar de la nueva que con un deseo innato de crearla.

Una vez establecido que no existe una tendencia universal grabada en nuestra genética que nos impulse a convertirnos en madres, cabe preguntarse de dónde surge la idea de este extendido instinto maternal. Pues bien, la respuesta la encontramos en las construcciones sociales y culturales.

El concepto de familia como centro de la sociedad y de la maternidad como culmen de la vida de una mujer, es cultural. Indefectiblemente todos nos vemos influenciados por las creencias e imposiciones colectivas.

Al vivir en sociedad crecemos rodeados de una serie de ideas y conceptos respecto a lo que es normal, lo que es deseable, hacia donde debemos dirigir nuestra vida.

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