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El tigre de Tasmania, también conocido como tilacino, ha capturado la imaginación del público desde su extinción en 1936.
Este fascinante marsupial, que no era realmente un tigre sino un depredador con rayas en su lomo, desapareció de la faz de la Tierra debido a la caza intensiva y la pérdida de hábitat. Sin embargo, recientes avances científicos han reavivado la esperanza de su posible regreso.
El último ejemplar conocido de Thylacinus cynocephalus murió en cautiverio en el zoológico de Hobart, Tasmania, el 7 de septiembre de 1936.
Esta hembra de edad avanzada, capturada en el Valle Florentino de Tasmania, marcó el fin de una especie que alguna vez habitó no solo la isla de Tasmania, sino también Australia continental y Nueva Guinea.
La historia del tigre de Tasmania es un triste recordatorio de cómo la intervención humana puede llevar a la extinción de una especie. Hace unos 3.000 años, el tilacino desapareció de la Australia continental, posiblemente debido a cambios climáticos y la competencia con los dingos. Sin embargo, fue en Tasmania donde su destino se selló definitivamente.
La llegada de los colonos europeos a Tasmania en el siglo XVIII marcó el principio del fin para el tilacino.
Entre 1830 y 1909, se llevó a cabo una intensa campaña de caza, alentada por recompensas, para eliminar a este depredador que se alimentaba del ganado de los colonos. Esta persecución, combinada con la destrucción de su hábitat y la aparición de nuevas enfermedades, aceleró drásticamente su extinción.
Curiosamente, aunque el último tigre de Tasmania murió en 1936, la especie no fue declarada oficialmente extinta hasta la década de 1980.
Esta demora refleja la esperanza persistente de que algunos ejemplares pudieran haber sobrevivido en áreas remotas de Tasmania.
En las décadas posteriores a su extinción, se han reportado miles de avistamientos tanto en Tasmania como en Australia continental. Estos informes, aunque nunca confirmados, han mantenido viva la leyenda del tigre de Tasmania y han alimentado la esperanza de su posible supervivencia.
Sin embargo, la ciencia moderna está tomando un enfoque diferente para traer de vuelta al tilacino. En lugar de buscar ejemplares supervivientes, los investigadores están explorando la posibilidad de «desextinguir» la especie mediante avanzadas técnicas genéticas.
Un paso crucial en este proceso ocurrió en 2017, cuando un equipo de la Universidad de Melbourne logró secuenciar parcialmente el genoma del tigre de Tasmania. Este avance se realizó utilizando los restos de un ejemplar joven conservado en el Museo Victoria de Australia.
Más recientemente, se ha logrado un hito aún más significativo. Gracias a la cabeza de un espécimen conservada en etanol durante 110 años, los científicos han conseguido reconstruir el 99,9% del genoma del tilacino. Este logro extraordinario abre nuevas posibilidades para la potencial resurrección de la especie.
El proyecto Thylacinus Genetic Restoration Research (TIGRR), liderado por la Universidad de Melbourne, está a la vanguardia de estos esfuerzos. Con una donación de 3,4 millones de euros, este ambicioso programa no solo busca traer de vuelta al tigre de Tasmania, sino también desarrollar técnicas genéticas que puedan ayudar en la conservación de otros marsupiales en peligro de extinción.
Para avanzar en su objetivo, los investigadores del TIGRR están trabajando en la secuenciación de especies cercanas al tilacino, como el dunnart, el demonio de Tasmania y el numbat. Este último, un marsupial que comparte hasta el 95% de su ADN con el tigre de Tasmania, podría ser clave en el proceso de resurrección.
Sin embargo, el camino hacia la «desextinción» del tigre de Tasmania no está exento de desafíos y controversias. Los científicos deben considerar cuidadosamente las implicaciones éticas y ecológicas de reintroducir una especie extinta en un ecosistema que ha evolucionado sin su presencia durante casi un siglo.
Algunos expertos argumentan que la isla de Tasmania se ha mantenido «prácticamente inalterada» desde la desaparición del tilacino, lo que podría facilitar su reintroducción. Incluso se sugiere que el regreso del tigre de Tasmania podría ayudar a restablecer el equilibrio ecológico y contribuir a la conservación de otras especies en peligro, como el demonio de Tasmania.
No obstante, otros científicos advierten sobre los posibles riesgos de este enfoque. La Dra. Cath Temper, experta en mamíferos del Museo de Australia del Sur, señala que la probabilidad de que el tigre haya sobrevivido en el continente australiano es extremadamente baja. Esto plantea preguntas sobre la viabilidad de reintroducir la especie en áreas donde ha estado ausente durante milenios.
A pesar de estos debates, el tigre de Tasmania continúa capturando la imaginación del público y la comunidad científica por igual. Su historia sirve como un poderoso recordatorio de los efectos devastadores que la actividad humana puede tener sobre la vida silvestre, al tiempo que inspira esfuerzos innovadores para preservar y potencialmente restaurar la biodiversidad perdida.
Mientras los científicos continúan avanzando en sus esfuerzos por «desextinguir» al tilacino, el debate sobre la ética y la viabilidad de tal empresa sigue en curso. Sea cual sea el resultado, la historia del tigre nos recuerda la importancia de la conservación y el impacto duradero que nuestras acciones pueden tener en el mundo natural.
Curiosidades:
- A pesar de su nombre, el tigre no estaba relacionado con los tigres. Era un marsupial carnívoro, más cercano a los canguros y koalas que a los felinos.
- Podía abrir su mandíbula hasta 120 grados, una capacidad única entre los mamíferos.
- Las hembras tenían una bolsa marsupial que se abría hacia atrás, a diferencia de la mayoría de los marsupiales.
- El último tigre conocido en cautiverio, conocido como Benjamin, murió aparentemente por negligencia al ser dejado fuera durante una noche fría.
- En 2005, una revista australiana ofreció una recompensa de un millón de dólares por la captura viva del tigre.
- Existen menos de 10 minutos filmados del tigre, todos grabados en el zoológico de Hobart.
- Aunque se extinguió en 1936, no fue declarado oficialmente extinto hasta 50 años después.
- Los aborígenes australianos representaron al tilacino en sus pinturas rupestres hace miles de años.
La extinta criatura:
- Aspecto único: El tigre de Tasmania se parecía a un perro grande con rayas en su lomo, lo que llevó a que a menudo se le llamara «lobo de Tasmania». Sin embargo, no estaba relacionado con los lobos ni con los perros. Era el último miembro conocido de la familia Thylacinidae y se cree que compartió un ancestro común con los marsupiales.
- Extinción: El tigre de Tasmania se extinguió en la década de 1930. La caza excesiva, la destrucción de su hábitat y las enfermedades introducidas por los colonizadores europeos contribuyeron a su desaparición.
- Comportamiento nocturno: Era conocido por ser un animal nocturno, lo que significa que principalmente cazaba durante la noche. Esto hacía que fuera difícil de observar en la naturaleza.
- Bolsa marsupial: Como marsupial, las hembras tenían una bolsa en la que llevaban a sus crías. Podían dar a luz a un máximo de cuatro crías en una camada.
- Longevidad: El tigre de Tasmania tenía una esperanza de vida de alrededor de 5 a 7 años en la naturaleza, pero podía vivir más tiempo en cautiverio.
- Sonido único: Se creía que el tigre de Tasmania emitía un sonido característico, a menudo descrito como un chillido o aullido lastimero. Algunos testigos afirmaron que estos sonidos eran desgarradores.
- Posibles avistamientos: A pesar de su extinción, ha habido informes esporádicos de avistamientos no confirmados del tigre de Tasmania. Sin embargo, no existen pruebas concluyentes de que la especie haya sobrevivido.
IMAGENES EN COLOR
Las famosas imágenes en blanco y negro tomadas hace nueve década del último tigre de Tasmania en cautiverio ahora han sido coloreadas por el especialista francés Samuel François-Steininger.
El lobo marsupial o tilacino, también conocido como lobo de Tasmania, tigre de Tasmania o tilacín, fue un marsupial carnívoro originado en el Holoceno.
Era nativo de Australia, Tasmania y Nueva Guinea y se extinguió en el siglo XX.
El naturalista David Fleay filmó el metraje original en blanco y negro en el zoológico de Beaumaris, Hobart, en diciembre de 1933, y han sido conservadas en los archivos del NFSA (National Film and Sound Archive Australia).
La película de Fleay coloreada presenta a Benjamin, el último tilacino cautivo.
Vemos a Benjamín acostado, caminando por el perímetro del pequeño recinto, abriendo bien la boca, oliendo el aire y rascándose.
Fleay, un conservacionista que avanzó en la cría de especies en peligro de extinción en cautiverio, fue mordido en las nalgas después de filmar la película. Con poco menos de 80 segundos, el metraje de Fleay es la película individual más larga de las 10 películas de un tilacino separadas que se sabe que existen.
La NFSA escaneó el negativo de la película original utilizando un escáner de película Scanity HDR (alto rango dinámico) y envió archivos ProRes de ultra alta definición a Samuel en París.
Luego, el equipo de Samuel comenzó una extensa investigación antes de embarcarse en el proceso de coloración.
«Para el tilacino, enfrenté un tipo diferente de desafío y responsabilidad. Tuve que cuidar las raras imágenes filmadas y rendir homenaje al último representante de una especie, que desapareció hace 85 años. Me preocupo mucho por los animales y descubrí la historia del tilacino mientras vivía en Australia en 2012, y realmente me conmovió».
Según declaró, el escaneo 4K proporcionado por la NFSA fue absolutamente impresionante para un negativo de 35 mm de 1933, aunque fue muy difícil de colorear porque, aparte del animal, había pocos elementos en el marco.
Y debido a la resolución y la calidad de la imagen, había muchos detalles: el pelaje era denso y mucho cabello tenía que estar detallado y animado.
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