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Durante décadas, un conjunto de huesos fosilizados descubiertos en 1988 en la isla de Vancouver, Canadá, desconcertó a los paleontólogos. Estos restos, con aproximadamente 85 millones de años de antigüedad, sugerían la existencia de un depredador marino tan inusual que desafiaba cualquier clasificación conocida. Ahora, tras años de investigación, estos fósiles han sido oficialmente identificados como pertenecientes a una nueva especie: Traskasaura sandrae, un extraordinario reptil marino que cazaba de una forma nunca antes documentada en el registro fósil.
El estudio, publicado el 22 de mayo de 2025 en el Journal of Systematic Palaeontology, ha sido liderado por F. Robin O’Keefe junto a un equipo internacional de científicos de Canadá, Estados Unidos y Chile. Sus hallazgos revelan un animal que no solo impresiona por su tamaño —aproximadamente 12 metros de longitud—, sino por sus adaptaciones únicas que lo convierten en uno de los depredadores más singulares del Cretácico superior.
Un cazador con estrategia de halcón
Lo que hace verdaderamente especial a Traskasaura sandrae es su estrategia de caza, completamente inusual entre los reptiles marinos de su época. A diferencia de la mayoría de los depredadores acuáticos, que ascienden hacia la superficie para sorprender a sus presas contra la luz, este elasmosaurio hacía exactamente lo contrario: descendía velozmente desde arriba para capturar a sus víctimas, de manera similar a como cazan los halcones en el aire.
Esta revolucionaria estrategia depredadora se evidencia en la peculiar morfología de sus aletas, que según los investigadores, se asemejaban a alas de avión invertidas. Estas estructuras estaban optimizadas para el movimiento descendente, proporcionándole una ventaja única en su ecosistema marino. El profesor O’Keefe, experto en reptiles marinos de la era de los dinosaurios, ha destacado que la estructura ósea del animal revela una notable capacidad para nadar en dirección descendente, respaldando la hipótesis de su singular técnica de caza.
Además de su método de caza, Traskasaura poseía un cuello excepcionalmente largo compuesto por al menos 36 vértebras cervicales bien conservadas, aunque los científicos estiman que pudo haber tenido más de 50 en total. Esta característica lo convierte en uno de los elasmosáuridos más alargados conocidos hasta la fecha.
Un enigma de 35 años
La historia de Traskasaura sandrae es también un relato de perseverancia científica. Los primeros fósiles fueron descubiertos en 1988 a lo largo del río Puntledge, en la isla de Vancouver. Sin embargo, debido a la naturaleza fragmentaria del esqueleto adulto, los investigadores optaron inicialmente por no proponer un nuevo género cuando realizaron una primera descripción de los restos en 2002.
No fue hasta el hallazgo reciente de un esqueleto parcial en excelente estado de conservación, incluyendo el de un ejemplar juvenil, que los científicos pudieron esclarecer la verdadera identidad de este reptil. En total, tres especímenes diferentes forman parte de la colección detallada en el nuevo artículo, todos procedentes de la Formación Haslam de la isla de Vancouver.
La importancia de este descubrimiento ha sido tal que los fósiles de Traskasaura sandrae fueron adoptados como símbolo fósil oficial por la provincia canadiense de Columbia Británica incluso antes de recibir su clasificación formal.
Un nombre con historia
El nombre científico Traskasaura sandrae no es casual y encierra una conmovedora historia. «Traskasaura» honra a la familia Trask, descubridores del primer fósil, mientras que «sandrae» conmemora a Sandra Lee O’Keefe, una persona cercana a los autores del estudio que falleció tras una larga lucha contra el cáncer. Este bautizo científico representa un hermoso tributo que une la ciencia con la historia personal y humana detrás del hallazgo.
Un depredador especializado
Otro aspecto fascinante de Traskasaura sandrae son sus poderosas mandíbulas, equipadas con dientes gruesos, afilados y acanalados, perfectos para triturar conchas duras. Los investigadores apuntan a los ammonites —moluscos extintos con conchas en espiral, comunes en la zona durante el Cretácico— como su presa principal.
Esta especialización alimentaria, combinada con su singular estrategia de caza, sugiere que Traskasaura ocupaba un nicho ecológico muy específico en los océanos del Cretácico superior. Su extraña mezcla de características primitivas y derivadas, única entre los elasmosaurios conocidos, ha llevado a los científicos a considerarlo como uno de los primeros taxones de plesiosaurios en desarrollar la capacidad de cazar desde arriba.
Curiosidades científicas sobre Traskasaura y los elasmosaurios
Los elasmosaurios, grupo al que pertenece Traskasaura sandrae, han sido objeto de numerosos mitos y confusiones a lo largo de la historia de la paleontología. Una de las anécdotas más famosas ocurrió en 1868, cuando el paleontólogo Edward Drinker Cope montó erróneamente el cráneo de un elasmosaurio en el extremo de la cola en lugar de en el cuello, creando la ilusión de un reptil con una cola extraordinariamente larga.
A pesar de su apariencia serpentina, los elasmosaurios no podían doblar su cuello en forma de «S» como se representa frecuentemente en ilustraciones populares. Las vértebras cervicales estaban dispuestas de manera que limitaban la flexibilidad lateral, haciendo que el cuello fuera relativamente rígido. Esto refuerza la teoría de que Traskasaura utilizaba todo su cuerpo para posicionarse sobre sus presas antes de descender rápidamente.
Aunque los elasmosaurios como Traskasaura eran depredadores formidables, también eran presa de otros reptiles marinos más grandes, como los mosasaurios. Se han encontrado fósiles de elasmosaurios con marcas de mordeduras que evidencian estos encuentros depredadores.
La extraordinaria longitud del cuello de los elasmosaurios ha intrigado a los científicos durante décadas. Una teoría sugiere que esta adaptación les permitía acercarse sigilosamente a bancos de peces sin que el voluminoso cuerpo alertara a las presas. En el caso de Traskasaura, su estrategia de caza desde arriba podría haber aprovechado esta característica de manera innovadora.
Los fósiles de elasmosaurios son relativamente escasos, lo que hace que cada nuevo hallazgo sea extremadamente valioso para los paleontólogos. El descubrimiento y clasificación de Traskasaura sandrae es particularmente significativo porque proporciona nuevas perspectivas sobre la diversidad y evolución de estos fascinantes reptiles marinos.
El proceso de fosilización que permitió la preservación de Traskasaura durante 85 millones de años es en sí mismo un fenómeno extraordinario. Para que un organismo se fosilice, debe ser rápidamente cubierto por sedimentos que lo protejan de la descomposición y los carroñeros. La calidad de los fósiles encontrados en la isla de Vancouver sugiere condiciones de sedimentación excepcionales en los fondos marinos del Cretácico.
La participación comunitaria ha sido fundamental en la recuperación de los fósiles de Traskasaura. Desde el descubrimiento inicial por la familia Trask hasta las excavaciones posteriores, voluntarios locales han colaborado estrechamente con los paleontólogos profesionales, demostrando la importancia de la ciencia ciudadana en los avances paleontológicos.
El descubrimiento de Traskasaura sandrae no solo amplía nuestro conocimiento sobre la diversidad de reptiles marinos del Cretácico, sino que también nos recuerda cuánto queda por descubrir en el registro fósil. Cada nuevo hallazgo tiene el potencial de revolucionar nuestra comprensión de la vida prehistórica y los ecosistemas que existieron millones de años antes de la aparición de los humanos.
Más allá de su valor científico, la historia de Traskasaura sandrae encarna la esencia misma de la paleontología: una disciplina donde el azar, la paciencia y la cooperación humana se unen para desenterrar los secretos del pasado profundo de nuestro planeta. Desde una familia explorando la naturaleza por simple curiosidad hasta un equipo internacional reescribiendo la historia natural del Pacífico norte, este descubrimiento es un testimonio del poder del trabajo colectivo y la perseverancia científica.
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