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NUEVOS VÍNCULOS ANIMAL-HUMANO

El cerdo: el mejor amigo del hombre que nunca imaginaste

El cerdo doméstico conquista corazones y demuestra una inteligencia y empatía sorprendentes en su relación con las personas

Mario Lima 20 Jun 2025 - 16:19 CET
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¿Quién no ha escuchado mil veces eso de “el perro es el mejor amigo del hombre”? Lo curioso es que, mientras todos miramos a nuestros canes con ojos de amor incondicional, hay un animal en la granja que lleva años esperando su turno para colarse en nuestro ranking afectivo: el cerdo doméstico. Sí, has leído bien. Ese mismo animalito al que muchos solo asocian con el jamón o las caricaturas, resulta ser uno de los compañeros más fieles y sorprendentes que puedes tener. Y no, no te estamos gastando una broma.

Imagina por un momento llegar a casa después de un día largo, y que te reciba un cerdito moviendo la cola, buscando tus caricias y hasta tratando de llamar tu atención para jugar. No es ciencia ficción: cada vez más personas eligen a los cerdos como mascotas, y quienes han dado el paso aseguran que estos animales no solo son cariñosos y extremadamente limpios, sino que también desarrollan un vínculo emocional profundo con sus humanos. El cerdo ha dejado de ser únicamente un protagonista de cuentos para convertirse en una mascota con todas las letras.

Inteligencia y sensibilidad: cualidades poco conocidas

Resulta sorprendente descubrir que los cerdos están entre los animales más inteligentes del planeta, superando incluso a perros y gatos en ciertas pruebas cognitivas. Son capaces de resolver problemas complejos, reconocer su nombre e incluso aprender trucos tan rápido como un perro adiestrado. Esta capacidad intelectual va acompañada de una sensibilidad emocional llamativa: los cerdos pueden sentir alegría, tristeza o ansiedad dependiendo del entorno y del trato que reciben.

Lejos de la imagen tradicional del animal de granja apartado, los cerdos domésticos buscan compañía humana y disfrutan participando en actividades cotidianas. Se adaptan al hogar y responden positivamente al afecto, hasta el punto de mostrar comportamientos muy similares a los de un perro: siguen a sus dueños por la casa, piden mimos e incluso pueden aprender a hacer sus necesidades en un lugar específico.

¿Están en peligro de extinción?

Aunque pueda parecer paradójico por lo comunes que son en las explotaciones ganaderas, existen razas concretas de cerdos domésticos —sobre todo las variedades miniatura criadas como mascotas— que enfrentan riesgos debido a la cría irresponsable o la moda pasajera. Además, algunas razas autóctonas europeas están en peligro por la pérdida de hábitats tradicionales o el cruce indiscriminado con ejemplares foráneos.

Por otro lado, el auge del cerdo como animal de compañía plantea retos sobre bienestar y derechos animales. Organizaciones especializadas señalan la necesidad de informar adecuadamente a los futuros propietarios sobre los cuidados específicos que requieren estos animales: espacio suficiente, dieta equilibrada y atención veterinaria especializada. Es fundamental luchar contra el abandono y evitar la compra impulsiva.

Una amistad con historia… y futuro

La relación entre humanos y cerdos viene de antiguo: desde civilizaciones ancestrales han compartido espacio como animales domesticados. Sin embargo, hoy existe una tendencia creciente a valorar su inteligencia y capacidad emocional más allá del interés productivo. Los estudios recientes sobre comportamiento animal señalan que los cerdos muestran empatía hacia otros miembros del grupo —incluidos los humanos— e incluso pueden aprender mediante observación e imitación.

Diversos proyectos educativos han empezado a incluir al cerdo en terapias asistidas con animales, especialmente para niños o personas mayores. La interacción con estos animales fomenta la empatía, reduce el estrés y mejora el estado de ánimo general.

Curiosidades sobre el cerdo doméstico

Así que la próxima vez que pienses en tu “mejor amigo”, no descartes a ese simpático animalito rosado que podría estar esperándote para darte cariño… ¡y alguna que otra travesura!

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