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Otro disgusto.
Porque las malas noticias llegan de todos lados.
En los últimos años, la ciencia ha puesto el foco en una amenaza para nuestra salud que hasta hace poco pasaba desapercibida: el calor extremo.
Si antes la preocupación se centraba en las quemaduras solares y los golpes de calor, hoy los expertos advierten que la exposición crónica a altas temperaturas podría acelerar nuestro envejecimiento de manera tan significativa como fumar o consumir alcohol en exceso. Y no, no es un titular sensacionalista: la evidencia molecular es cada vez más contundente.
Un reciente estudio realizado por la Escuela de Gerontología Leonard Davis de la Universidad de California, que analizó a más de 3.600 adultos mayores residentes en zonas con diferentes climas, ha revelado que quienes viven expuestos a temperaturas elevadas durante largos periodos muestran un envejecimiento biológico acelerado respecto a quienes residen en regiones más frescas.
La diferencia no es trivial: el ritmo al que envejecen sus células puede ser comparable al impacto causado por hábitos tan nocivos como el tabaquismo o el abuso del alcohol.
De la edad cronológica a la edad biológica: ¿qué significa “envejecer” realmente?
¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas aparentan menos años de los que tienen y otras, al contrario? La respuesta está en la edad biológica, un concepto que va más allá del simple paso del tiempo y que se calcula a partir de marcadores celulares y moleculares. Este “reloj biológico” puede acelerarse o ralentizarse según factores genéticos y ambientales, entre los que ahora sabemos que el calor juega un papel protagonista.
El mecanismo principal identificado por los científicos se basa en modificaciones químicas del ADN (metilación), detectadas mediante sofisticados relojes epigenéticos. Cuando una persona sufre repetidas olas de calor, sus células activan procesos de estrés oxidativo e inflamación persistente, lo que daña estructuras celulares y acelera el desgaste de los tejidos. Este daño acumulativo se traduce en un mayor riesgo de enfermedades crónicas como diabetes, dolencias cardiovasculares e incluso un aumento de la mortalidad prematura.
¿Por qué nos afecta tanto el calor? El cuerpo humano frente a las altas temperaturas
El cuerpo humano está diseñado para funcionar óptimamente dentro de un estrecho rango térmico. Cuando este equilibrio se rompe —por ejemplo, durante olas de calor—, nuestro organismo debe esforzarse para mantener la temperatura interna constante. Sudamos más, el corazón trabaja con mayor intensidad y se activa una cascada de respuestas hormonales y metabólicas. Si estas condiciones se prolongan, las defensas naturales empiezan a fallar y se produce lo que los expertos llaman “estrés térmico crónico”.
A nivel cerebral, también hay efectos notables: estudios recientes han demostrado que el rendimiento cognitivo disminuye fuera del rango ideal de 20°C a 24°C. Es decir, tanto el frío extremo como el calor excesivo pueden duplicar las probabilidades de sufrir problemas de concentración y memoria, especialmente en personas mayores.
¿Todos somos igual de vulnerables al envejecimiento por calor?
La mala noticia es que no todos sufrimos igual las consecuencias. Los adultos mayores son especialmente sensibles porque sus sistemas fisiológicos tienen menor capacidad para adaptarse a los cambios bruscos del entorno. Además, enfermedades previas, medicamentos e incluso factores sociales —como vivir solos o en viviendas mal acondicionadas— aumentan su riesgo.
Pero no todo es cuestión de edad. Investigaciones recientes apuntan a que la aceleración del envejecimiento por calor es aún mayor si se combina con otros factores ambientales adversos: contaminación atmosférica, desigualdades sociales o baja calidad democrática también suman puntos negativos al reloj biológico. ¡Como si no tuviéramos bastante con elegir entre aire acondicionado o ventilador!
¿Se puede frenar este envejecimiento acelerado? Consejos prácticos para protegerse
Aunque todavía no existe una “vacuna” contra el envejecimiento térmico (¡y qué invento sería ese!), sí hay estrategias recomendadas por los expertos para minimizar sus efectos:
- Mantén tu hogar entre 20°C y 24°C siempre que sea posible.
- Usa ropa ligera y transpirable durante las olas de calor.
- Hidrátate bien incluso si no tienes sed.
- Evita salir al exterior en las horas centrales del día.
- Prioriza las zonas sombreadas y ventila bien tu vivienda.
- Si perteneces a un grupo vulnerable (mayores, niños pequeños, personas con enfermedades crónicas), considera sistemas inteligentes para regular la temperatura interior.
Además, políticas públicas orientadas a mejorar la eficiencia energética de las viviendas y subsidios para climatización podrían marcar una diferencia sustancial en la salud colectiva.
Curiosidades científicas sobre calor y envejecimiento
No podía faltar un apartado para las anécdotas y datos sorprendentes del mundo científico:
- El 80% del envejecimiento cutáneo está causado por la radiación solar; así lo afirma la dermatología moderna. Así que si quieres parecer eternamente joven… ¡no olvides la crema solar!
- Un estudio reciente halló que las olas de calor afectan incluso a la fertilidad masculina: durante periodos cálidos prolongados disminuye tanto el número como la calidad de los espermatozoides humanos.
- El fenómeno del “exposoma global” estudia cómo todas las exposiciones ambientales —desde la contaminación hasta factores políticos— pueden influir en nuestra salud y longevidad. Según esta línea de investigación, vivir en países con menor calidad democrática también acelera el envejecimiento celular.
- Los relojes epigenéticos utilizados para medir el impacto del calor en nuestras células son tan precisos que pueden predecir el riesgo futuro de deterioro cognitivo o pérdida funcional mucho antes de que aparezcan síntomas clínicos.
- En experimentos recientes se observó que variaciones mínimas (de apenas 4°C) dentro del hogar pueden duplicar el riesgo percibido de pérdida de concentración entre personas mayores. Así que ese ligero ajuste al termostato podría ser más importante de lo que imaginas.
Y para quienes buscan excusas para mudarse… resulta que Europa Occidental tiene actualmente uno de los mejores perfiles epigenéticos frente al envejecimiento ambiental. Eso sí: si eres friolero quizá prefieras llevarte una manta.
La próxima vez que escuches aquello de “el verano nos rejuvenece”, recuerda: solo si tienes aire acondicionado cerca… ¡o eres lagarto!
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