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El valor cada vez mayor de las técnicas manuales

Lipedema: la enfermedad silenciosa que está obligando a replantear la salud femenina

La enfermedad no responde a dieta ni ejercicio, afecta casi exclusivamente a mujeres y suele agravarse en etapas de cambios hormonales

Paul Monzón 28 Nov 2025 - 12:43 CET
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Quien nunca ha oído hablar del lipedema podría confundirlo con un simple problema estético. Sin embargo, para millones de mujeres en todo el mundo —la prevalencia estimada es de entre el 4% y el 11% según estudios recientes— se trata de una enfermedad crónica que condiciona profundamente su calidad de vida.

Dolor constante, sensación de pesadez, facilidad extrema para los hematomas, inflamación persistente incluso en reposo y una progresiva pérdida de movilidad son algunos de los síntomas más habituales de una patología reconocida por la OMS en 2018 y que sigue, aun así, infradiagnosticada.

El lipedema no responde a dieta ni ejercicio, afecta casi exclusivamente a mujeres y suele agravarse en etapas de cambios hormonales. La acumulación de tejido graso es simétrica y se detiene antes de tobillos y muñecas, generando el conocido “signo en copa” que permite diferenciarlo de la obesidad o del linfedema.

Las pacientes describen muchas veces la sensación de convivir con un cuerpo que “no les hace caso”: no por estética, sino por dolor, limitaciones funcionales y la frustración de no encontrar respuestas. La literatura clínica distingue tres grados de severidad que pueden llegar a provocar grandes cúmulos grasos, deformidad de las extremidades e incluso la aparición de un componente linfático añadido en fases avanzadas, conocido como lipolinfedema.

Tratamientos: lo que ya conocemos… y lo que la ciencia todavía investiga

Hoy no existe una cura definitiva. Los tratamientos con mayor respaldo combinan evidencia científica y bienestar funcional: drenaje linfático manual (la técnica más avalada para aliviar dolor e inflamación), terapia compresiva, ejercicio suave, alimentación antiinflamatoria o, en casos seleccionados, liposucción especializada en lipedema realizada por profesionales con formación específica.

Más allá de los abordajes médicos, en los últimos años han empezado a ganar espacio terapéutico algunas técnicas que, contribuyen a mejorar la calidad de vida de las pacientes.

Entre ellas destaca el masaje RDR, una técnica que combina drenaje linfático, maniobras muy suaves y relajación. No pretende sustituir tratamientos clínicos ni ofrecer resultados quirúrgicos, pero sí proporcionar alivio en una enfermedad donde la presión, la inflamación y el agotamiento condicionan cada día.

Así transcurre la mañana en una clínica madrileña orientada al cuidado del lipedema

Para entender cómo encajan estas terapias en el día a día, visitamos el Centro de Estética Aurora donde el método RDR se ha ido adaptando a las necesidades específicas de las mujeres con lipedema. A primera hora, la sala de espera permanece en silencio. Dos pacientes conversan en voz baja. Una de ellas, tras una sesión postquirúrgica, comenta que se siente “menos tensa”, que al fin puede “moverse sin notar tanta presión”.

Jucilene Da Silva, creadora del método RDR y responsable del centro, reconoce que muchas mujeres llegan tras años de incertidumbre y tratamientos que no tuvieron en cuenta la fisiología del lipedema. Algunas incluso recibieron maniobras demasiado agresivas que empeoraron la inflamación; otras aún desconocen su diagnóstico, pero saben que lo que les ocurre no encaja con la celulitis ni con la obesidad.

El primer paso, explica Jucilene Da Silva, es adaptar cada maniobra a un tejido especialmente sensible.

“El lipedema no tolera presiones fuertes. Lo principal es desaprender lo que se enseñatradicionalmente en estética: no se trata de forzar, sino de acompañar al tejido para que drene y duela menos”, señala.

Los efectos, tal y como cuentan las pacientes, suelen notarse con rapidez: sensación de ligereza, menor tensión y, sobre todo, un incremento de movilidad. Este impacto es especialmente visible en mujeres que están en fase inflamatoria tras una liposucción para lipedema, cuando el sistema linfático está saturado y cualquier presión inadecuada puede empeorar el edema. Con autorización médica, el drenaje y las técnicas suaves contribuyen a reducir hematomas, prevenir fibrosis y favorecer una recuperación más llevadera.

Da Silva insiste también en el componente emocional. Muchas pacientes llegan con una carga psicológica acumulada: años de comentarios inapropiados, diagnósticos fallidos y esfuerzos infructuosos que desgastan. Por eso, el efecto relajante no se considera un añadido, sino parte integral del proceso terapéutico: “Durante una hora, sienten que alguien entiende su enfermedad y las trata sin dolor”.

El centro ofrece además una garantía poco habitual: si la paciente no percibe alivio en la primera sesión, esta no se cobra. Simplemente como una cuestión de honestidad profesional: cuando la técnica está bien aplicada, el tejido responde; si no lo hace, no corresponde cobrarla.

Una enfermedad compleja que necesita respuestas completas

Los próximos años serán decisivos para comprender mejor el lipedema. La investigación genética, el estudio de su componente hormonal y vascular y la estandarización de criterios diagnósticos están aportando luz a una enfermedad que durante décadas pasó desapercibida en muchos historiales clínicos.

Mientras tanto, el enfoque que más utilidad demuestra es el que combina ciencia, fisioterapia, hábitos de salud, apoyo emocional y, cuando es necesario, cirugía. En ese marco integral, técnicas como el RDR, aplicadas por profesionales formados y conocedores de la fisiopatología del lipedema, pueden ofrecer un apoyo complementario valioso: no eliminan el lipedema, pero ofrecen un respiro real en la rutina diaria.

Y para muchas mujeres, esa diferencia basta para transformar su día a día.

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