Sir Francis Bacon filósofo y estadista británico, dejó escrito hace cuatro siglos que «la belleza es como la fruta estival: fácil de corromper y de corta duración».
Siguen siendo válidas sus palabras, pero una diferencia con lo que ocurría en tiempos de Bacon, es que en la actualidad se pueden corregir bastantes coas. Una de ellas son las orejas.
La otoplastia consiste en reducir el tamaño de las orejas o cambiar la posición de las orejas prominentes o de «soplillo» a una posición más próxima a la cabeza. Se suele realizar tanto en niños como en adultos.
El cirujano, en una primera consulta, evaluará tu estado de salud y te indicará cual es el procedimiento más apropiado en cada caso. Además, te indicará como prepararte para la cirugía y resolverá cualquier duda que tengas.
El procedimiento de la otoplastia suele tener una duración de 45 minutos a una hora y media dependiendo del problema que se tenga en concreto. La cirugía consiste en realizar una incisión en la parte trasera de la oreja para así corregir su posición.
Con el objetivo de conseguir una forma de la oreja más natural, se extirpa una parte del cartílago. La cicatriz queda apenas visible y perceptible debido a su localización detrás de la oreja.
LA RECUPERACIÓN
Después de la cirugía, deberás llevar puesto una cinta o vendaje sobre las orejas para ayudar a mantener su nueva posición durante unos días.
La recuperación es rápida, ya que pasadas unas horas tras la intervención, los pacientes suelen encontrarse bien.
Es habitual que durante los primeros días las orejas duelan un poco pero estas molestias se reducen con analgesia.
La vuelta al trabajo suele darse pasados los 5 días de la cirugía.
Los resultados son permanentes e inmediatos.
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