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Polémica histórica por el cambio de imagen de la Virgen en Sevilla

La Hermandad de la Macarena pide perdón tras el revuelo por la restauración: Sevilla se parte entre la indignación y la incredulidad

La restauración de la Esperanza Macarena desata protestas, dimisiones y un debate sobre el valor emocional y patrimonial de las imágenes religiosas en España

Periodista Digital 24 Jun 2025 - 22:33 CET
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En Sevilla, ciudad donde las imágenes no solo se veneran sino que forman parte del pulso sentimental de barrios enteros, cualquier intervención sobre la Esperanza Macarena es un asunto delicado.

Esta vez, una restauración aparentemente menor ha desembocado en una crisis colectiva. La Hermandad de la Macarena ha pedido perdón públicamente por el “daño moral y emocional” causado tras los trabajos de conservación realizados a su virgen más icónica, reconociendo la hondura del malestar generado entre los fieles.

La polémica estalló el pasado fin de semana. El objetivo, según la Hermandad, era acometer simples tareas de mantenimiento y conservación.

Sin embargo, cuando la imagen regresó al altar, el revuelo no tardó en estallar: “Esta no es mi virgen… su expresión es distinta. No hay derecho a lo que le han hecho a la virgen”, lamentaba una devota a las puertas de la basílica.

Las redes sociales ardieron y decenas de personas se concentraron para exigir explicaciones e incluso la dimisión de los responsables.

Las claves del escándalo: pestañas, mejillas y una ciudad conmocionada

El detalle que más indignación ha provocado son las nuevas pestañas colocadas en el rostro de la Virgen. Muchos fieles consideran que estas cambian por completo su mirada, símbolo de consuelo y esperanza para generaciones enteras. A esto se sumó un tono facial más claro y menos rojizo en las mejillas, alterando una expresión que para muchos es patrimonio sentimental.

Tal fue el impacto emocional, que algunas personas rompieron a llorar al contemplar el nuevo aspecto. El efecto fue tan adverso que en menos de 24 horas se realizaron hasta dos intervenciones exprés: primero para corregir las pestañas y después para devolver algo del color original a las mejillas. Aun así, muchos seguían sin reconocer a “su Macarena”.

La reacción institucional no se hizo esperar. La Hermandad emitió un comunicado pidiendo disculpas y asumiendo que las decisiones tomadas han podido causar “daño moral y devocional”. Dos altos cargos –el Mayordomo y el Prioste– presentaron su dimisión ante lo sucedido. Además, se ha aprobado que toda intervención futura sea supervisada por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, buscando recuperar la confianza perdida entre devotos y ciudadanía.

El debate: ¿conservar o transformar? El pulso entre técnica y emoción

El caso ha abierto un debate profundo sobre los límites entre conservación técnica y respeto al sentimiento colectivo. Los expertos consultados coinciden en que una intervención de este tipo requiere meses y un equipo multidisciplinar, no solo una semana como ocurrió aquí. Y alertan: limpiar o modificar elementos superficiales puede alterar radicalmente el alma visual de una imagen con carga simbólica tan poderosa.

Curiosamente, el informe técnico justificaba el cambio en las pestañas porque las anteriores no eran originales –fueron añadidas décadas atrás sin criterio conservador– e intentaba devolver coherencia histórica a la obra. Sin embargo, esta explicación no ha calmado los ánimos: para muchos sevillanos, cada detalle forma parte ya de una identidad compartida.

Curiosidades y datos locos: cuando restaurar sale mal

Esta controversia ha servido también para recordar otros casos sorprendentes o desastrosos en la historia reciente del arte sacro español:

Y es que España es tierra fértil para estos “accidentes artísticos” donde lo emocional pesa tanto como lo patrimonial. Las imágenes religiosas no son solo objetos: son referentes vivos para miles de personas.

¿Qué viene ahora? Sevilla ante su espejo cultural

La reacción social ante esta restauración ha sido masiva. Cientos de personas se han manifestado ante la Basílica pidiendo cambios en la gestión y mayor transparencia para futuras intervenciones. No solo está en juego una talla centenaria; también el modo en que una ciudad se reconoce a sí misma a través de sus símbolos.

La Hermandad afronta ahora una etapa clave: recomponer su relación con los fieles y garantizar que cualquier decisión artística respete no solo criterios técnicos sino también ese intangible colectivo que hace única a La Macarena. Porque como rezan muchas voces estos días: “Cuando una pestaña cambia, cambia el corazón entero de Sevilla”.

En definitiva, esta crisis pone sobre la mesa algo esencial: conservar no es solo mantener intacto lo físico; es cuidar también lo emocional, lo identitario y lo simbólico. Y cuando ese equilibrio se rompe, ni siquiera los mejores informes técnicos pueden reparar lo que une –y conmueve– a toda una ciudad.

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