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ESPAÑA ANTE UNA NATALIDAD EN MÍNIMOS HISTÓRICOS

Uno de cada cinco jóvenes españoles no quiere tener hijos: el invierno demográfico

El 19% de los jóvenes españoles asegura que no quiere tener hijos, reflejando un cambio profundo en prioridades y expectativas vitales

Periodista Digital 11 Jul 2025 - 09:31 CET
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En España, la natalidad está atravesando una de sus mayores crisis. Según los últimos estudios, uno de cada cinco jóvenes españoles declara abiertamente que no quiere tener hijos.

Si ampliamos la mirada al conjunto de la población entre 18 y 44 años, casi dos tercios descartan la paternidad como proyecto viable antes de 2030.

Este fenómeno no es solo una cuestión estadística: es la consecuencia de nuevas prioridades y dificultades estructurales que marcan el presente y el futuro del país.

Las razones son variadas, pero destacan tres grandes obstáculos:

Además, la media de emancipación se sitúa ya en los 30,4 años, lo que retrasa o incluso impide plantearse la maternidad o paternidad en edades tradicionalmente consideradas idóneas.

El invierno demográfico español

España vive lo que los demógrafos llaman invierno demográfico: hay más muertes que nacimientos desde 2021. En los últimos quince años, los nacimientos han caído un 35% y solo en 2023 nacieron 322.098 niños, 7.153 menos que el año anterior. Para mantener el reemplazo generacional serían necesarios al menos 2,1 hijos por mujer; actualmente la media es de apenas 1,16.

Algunas comunidades autónomas logran leves repuntes puntuales –como Madrid o Extremadura– pero el panorama general sigue siendo preocupante: desde hace cinco años se registran casi 3.000 niños menos al mes respecto a las cifras previas a la pandemia.

Curiosidades y datos locos

Detrás del drama demográfico se esconden datos llamativos y alguna que otra paradoja:

Rankings europeos: ¿dónde está España?

Comparar a España con sus vecinos europeos ayuda a entender la magnitud del problema:

País Hijos por mujer (2023)
Francia 1,79
Suecia 1,53
Alemania 1,46
Italia 1,24
España 1,16

Solo Malta presenta una tasa inferior a la española (1,08), mientras países como Francia mantienen cifras notablemente superiores gracias a políticas familiares más potentes y una mejor conciliación laboral.

El valor de la calidad de vida frente a la duración

Otra tendencia clara: el 60% de los españoles prioriza tener calidad de vida antes que vivir muchos años. Esta preferencia influye directamente en las decisiones vitales: menos interés por formar familias numerosas y más peso para el bienestar personal diario. Los jóvenes prefieren disfrutar del presente –viajar, cuidar su salud mental o ahorrar para experiencias únicas– antes que asumir las exigencias económicas y emocionales asociadas a criar hijos.

Las familias numerosas: una rara avis

Tener tres o más hijos es ya casi exótico en España. Solo hay unas 818.600 familias numerosas reconocidas oficialmente frente a casi cinco millones de hogares unipersonales o casi cuatro millones de parejas sin hijos. Formar una familia grande requiere no solo convicción personal sino también afrontar gastos crecientes y una logística familiar poco adaptada al contexto actual.

“Los mecanismos están pensados para hogares pequeños; tener muchos hijos supone reinventarse día a día”, explica Patricia Cordero, madre de siete hijos en Cáceres.

¿Qué dicen los expertos?

Para sociólogos y demógrafos consultados por medios como El Mundo o El Debate, la baja natalidad española es resultado directo del retraso en la emancipación juvenil y del cambio cultural. Ya no se ve tener hijos como un deber social sino como una opción más entre otras muchas posibles. Además, el miedo al futuro –económico, medioambiental o político– añade incertidumbre extra.

Por su parte, instituciones públicas como el Ayuntamiento de Madrid han lanzado planes específicos para fomentar la natalidad y facilitar la conciliación laboral-familiar. Sin embargo, hasta ahora los resultados son modestos y no compensan el descenso global registrado desde hace más de una década.

¿Hay esperanza?

Algunos expertos apuntan tímidos repuntes puntuales –como el aumento del 0,36% en nacimientos durante 2024– pero insisten en que hacen falta cambios profundos: acceso real a vivienda asequible para jóvenes, mejora en las condiciones laborales y políticas activas para conciliar trabajo y familia.

Mientras tanto,

¿Será suficiente con mejorar ayudas públicas? ¿O estamos ante un cambio irreversible en la forma en que entendemos el futuro? Lo cierto es que nunca antes tener hijos fue tan cuestionado ni dependió tanto del contexto social y económico como ahora.

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