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La noticia ha sacudido el universo musical: Ozzy Osbourne, vocalista de Black Sabbath y figura crucial del heavy metal, ha muerto a los 76 años. Su familia confirmó la triste noticia en un comunicado que resume el sentir de millones: “Con una tristeza indescriptible, informamos del fallecimiento de nuestro querido Ozzy Osbourne esta mañana. Estaba con su familia, rodeado de cariño. Les pedimos a todos que respeten la privacidad de nuestra familia en este momento”. No se ha revelado la causa exacta de su muerte, aunque desde hace años era conocida su lucha contra el Parkinson y otros problemas de salud.
La desaparición del llamado Príncipe de las Tinieblas supone el fin de una era. Tan solo dos semanas antes, Ozzy se despidió del escenario con un emotivo concierto junto a los miembros originales de Black Sabbath en Birmingham, su ciudad natal, ante más de 40.000 personas y una constelación de estrellas invitadas. Ese último adiós supuso un broche legendario a más de cinco décadas marcando el pulso del rock duro.
Un legado forjado entre excesos, oscuridad y honestidad brutal
Nacido como John Michael Osbourne en 1949 en Birmingham, Ozzy se convirtió en la voz inconfundible y el rostro más reconocible del heavy metal desde la fundación de Black Sabbath en 1968. Con Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, la banda dio forma a un sonido que cambiaría para siempre la música popular: guitarras graves, letras sombrías y una actitud irreverente que conquistó a varias generaciones.
- Más de 75 millones de discos vendidos en todo el mundo
- Álbumes míticos como Paranoid, Master of Reality o Sabbath Bloody Sabbath
- Pionero absoluto junto a grupos como Deep Purple o Led Zeppelin
En los años 70 y 80, Ozzy fue protagonista tanto por sus éxitos musicales como por sus excesos y excentricidades. Su despido de Black Sabbath en 1979 no frenó su carrera: con discos en solitario como Blizzard of Ozz o Diary of a Madman, consolidó su estatus con himnos como Crazy Train o Mr. Crowley. Su vida fue también un desfile de episodios impactantes —desde arrancar la cabeza a una paloma hasta morder un murciélago en directo— que alimentaron su leyenda sin restar ni un ápice a su talento.
Últimos años: lucha, familia y el abrazo final
En los últimos años, el deterioro físico obligó a Ozzy a modificar su rutina y alejarse progresivamente de los escenarios. El diagnóstico público de Parkinson en 2020 marcó un antes y un después: “No es una sentencia de muerte… Es una forma leve por el momento”, confesaba entonces. Pese a las dificultades —cirugías, caídas, infecciones— nunca perdió la honestidad ni las ganas de compartir con sus seguidores.
En febrero se anunció lo impensable: la última reunión con Black Sabbath para el concierto “Back to the Beginning” en Villa Park (Birmingham). “Es mi tiempo de volver a los orígenes, tiempo de regresar al lugar en el que nací”, declaraba emocionado el propio Ozzy. Sobre el escenario se le vio frágil pero entregado; las imágenes cantando Paranoid junto a Iommi, Butler y Ward quedarán para siempre grabadas en la memoria colectiva.
La velada reunió también a bandas como Metallica, Slayer o Pantera, rindiendo tributo al hombre sin cuya influencia no habría existido gran parte del metal actual. Todo lo recaudado fue destinado a organizaciones benéficas locales.
El impacto cultural: más allá del ruido
Ozzy Osbourne trasciende etiquetas musicales. Su figura ha servido para:
- Normalizar lo oscuro y lo marginal dentro del arte popular
- Convertirse en símbolo generacional para quienes encontraron refugio en el heavy metal
- Inspirar no solo músicos sino artistas visuales, cineastas y escritores atraídos por su magnetismo crudo e irreverente
Su presencia mediática —desde realities como The Osbournes hasta colaboraciones inesperadas— le convirtió en un icono pop accesible sin perder la esencia rebelde que le hizo único.
Un adiós sentido
Hoy miles de fans se concentran frente al domicilio familiar en Londres y en puntos emblemáticos como Villa Park o los estudios donde nació Black Sabbath. Las redes sociales hierven con mensajes tanto de músicos (de Metallica a Dave Grohl) como aficionados anónimos que crecieron escuchando su voz rota e inimitable.
La familia Osbourne —Sharon, Jack, Kelly, Aimee y Louis— ha pedido respeto e intimidad. Pero es imposible no compartir públicamente el duelo cuando se va alguien tan influyente.
Ozzy Osbourne deja un vacío imposible de llenar pero también un catálogo inmortal. Como él mismo decía: “No quería irme sin ofrecer a mis fans un último show”. Así lo hizo. Y así quedará para siempre: rugiendo desde algún lugar entre las sombras y la eternidad.
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