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La tarde del 7 de agosto de 2025 quedará grabada en la memoria de Palma de Mallorca y de los aficionados a la tauromaquia.
El Coliseo Balear volvió a llenarse tras ocho años de espera, y esta vez con un público diverso: nietos, padres y abuelos compartiendo tendido gracias al levantamiento de la prohibición que impedía a los menores disfrutar del espectáculo acompañados por adultos.
Más de 10.000 personas llenaron la plaza, en una jornada teñida de ambiente festivo y expectación por ver en acción a tres figuras: Morante de la Puebla, Sebastián Castella y José María Manzanares.
Entre el bullicio del reencuentro, el francés Castella firmó su nombre como protagonista absoluto al cortar una oreja a cada toro y salir a hombros por la Puerta Grande.
Su toreo elegante y su entrega convencieron al público balear, que reconoció el valor y la calidad de sus faenas.
En contraste, Morante, aunque ovacionado por su arte, perdió sus premios por culpa del acero, mientras que Manzanares, también penalizado por la espada, solo pudo sumar una oreja en el último toro de la tarde.
La faena: detalles, premios y desencantos
La corrida arrancó con toros de Juan Pedro Domecq, un cartel de lujo para un evento histórico. El primer toro, manso y complicado, apenas permitió a Morante lucirse con unas verónicas antes de abreviar. Su mejor momento llegó con el cuarto toro: desplegó su toreo más clásico, provocó una ovación tras una voltereta espectacular y remató con manoletinas; pero el fallo con la espada le privó del trofeo soñado.
Castella recibió al segundo toro con temple y arrimón. Construyó la faena sobre la mano derecha, muy ligado y valiente. Necesitó dos intentos para rematar con la espada y así consiguió su primera oreja. En el quinto toro volvió a apostar por los terrenos comprometidos y ejecutó pases cambiados por la espalda que levantaron al público. A pesar de un pinchazo previo al descabello, se llevó la segunda oreja que le garantizó abrir la Puerta Grande.
En cuanto a Manzanares, mostró su toreo más elegante en el tercero pero falló con los aceros. En el sexto logró estructurar una faena compacta y efectiva, rubricada esta vez sí con una buena estocada que le valió una oreja. Quedó así ovacionado en ambos turnos pero sin poder acompañar a Castella en su salida triunfal.
Curiosidades taurinas: datos locos e historia viva
La tarde en Palma fue especial no solo por lo artístico o lo estadístico. Aquí algunos datos curiosos:
- Era la primera corrida en Palma desde 2017 en que podían acceder menores acompañados, tras un cambio legal reciente. Se calcula que unos 800 menores asistieron junto a sus familias, devolviendo ambiente familiar a los tendidos.
- El Coliseo Balear tiene capacidad para 12.000 espectadores; durante los años 60 llegó a albergar hasta 32 corridas anuales, siendo referente nacional taurino.
- Morante venía de hacer historia semanas antes abriendo por primera vez en su carrera la Puerta Grande de Las Ventas en Madrid durante San Isidro, lo que generó aún más expectación entre los aficionados baleares.
- Solo un centenar de manifestantes animalistas acudió al exterior; su presencia quedó completamente eclipsada por los miles de aficionados que llenaron el coso gritando “libertad”.
- La corrida fue nocturna (21:00h), algo poco habitual entre los puristas del toreo mallorquín que defienden las tardes soleadas como horario tradicional.
Rankings: protagonistas de Palma 2025
La jornada dejó claro quiénes fueron los nombres propios del festejo:
| Puesto | Torero | Trofeos | Momento destacado |
|---|---|---|---|
| 1 | Sebastián Castella | 2 orejas | Salida a hombros; arrimón decisivo |
| 2 | José María Manzanares | 1 oreja | Faena final cerrada con gran estocada |
| 3 | Morante de la Puebla | Ovación | Toreo clásico; perdió premio por la espada |
Otros datos locos
- En los años sesenta, Palma superaba incluso a Barcelona o Madrid en número anual de festejos taurinos.
- El propio Coliseo Balear fue testigo del mítico Concurso Mundial de Coctelería creado por Perico Chicote en los sesenta; allí se popularizó el cóctel “Mallorca” entre toreros y artistas.
- La afición mallorquina mantiene viva la tradición pese a las restricciones políticas recientes: plazas como Inca o Alcudia siguen celebrando festejos relevantes donde conviven arte, historia local e innovación.
La importancia social: más allá del ruedo
La corrida sirvió también como símbolo social para muchos palmesanos. La modificación legal ha devuelto a las familias jóvenes al coso y resucitado debates sobre tradición e identidad cultural frente a movimientos animalistas. Para muchos asistentes fue la oportunidad perfecta para compartir recuerdos entre generaciones, renovar vínculos familiares e iniciar a los más pequeños en las tradiciones locales.
No menos relevante fue el gesto festivo del público: pañuelos blancos ondeando tras cada pase destacado y un ambiente donde se mezclaban turistas curiosos con veteranos aficionados locales.
En definitiva, Castella, Palma y toda Mallorca vivieron mucho más que una simple corrida: fue un reencuentro multigeneracional con la historia viva, salpicado de curiosidades improbables, reivindicaciones sociales y ese punto loco que solo regala la mejor fiesta brava.
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