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En 27 meses, el presidente del Gobierno no quiso recibir al líder de la Iglesia española

Rouco y Rajoy: historia de un desencuentro

La ruptura de relaciones personales no afectó a la coalición en temas de familia o Educación

Jesús Bastante 13 Mar 2014 - 18:04 CET
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(Jesús Bastante).- «Es una cuestión de talante. Los dos son gallegos desconfiados y de los que no perdonan, ni olvidan. No han querido ni sabido entenderse». Quien habla es un alto dirigente del Partido Popular, católico de misa diaria, que en alguna ocasión trató de mediar entre el cardenal de Madrid -y hasta ayer, presidente del Episcopado-, Antonio María Rouco, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Una relación que, a día de hoy, no existe. La prueba más rotunda está en el hecho de que el líder del Ejecutivo que probablemente más dispuesto esté a aprobar legislaciones favorables a la Iglesia tanto en materia educativa -con la eliminación de Educación para la Ciudadanía y un mayor peso para la clase de Religión-, aborto o inmatriculaciones no haya recibido en más de dos años de Gobierno al máximo representante de la Iglesia católica de nuestro país. Se vieron por última vez este martes en el funeral por las víctimas del 11-M. Las imágenes nos mostraron cómo Rajoy pasó de puntillas al lado del cardenal mientras éste recibía a los Reyes. No hubo saludo público entre ellos.

Y es que Rouco y Rajoy hace años que no se dirigen la palabra. En concreto, desde que el cardenal de Madrid apostó, en 2008, por Esperanza Aguirre en detrimento del político gallego, admitiendo que desde la cadena Cope Federico Jiménez Losantos atacara constantemente al actual jefe del Ejecutivo.

Cuentan quienes vivieron de cerca esos momentos que Rajoy fue una tarde de primavera a ver al cardenal de Madrid a su casa de San Justo, y que éste se limitó a contestar con un «No puedo hacer nada» a la petición del presidente del PP de que parase los pies al locutor turolense. Finalmente, en el famoso congreso de Valencia, Rajoy se impuso a las tesis más liberales, y la relación directa entre el presidente del Episcopado y el entonces líder de la oposición se rompió definitivamente.

Cuando el 20 de noviembre de 2011 el Partido Popular ganó las elecciones, sólo hubo una llamada protocolaria de felicitación, sin que conste si Rajoy y Rouco llegaron a hablar directamente. Desde entonces, 27 meses sin un encuentro entre el líder de los obispos y el presidente del Gobierno, que delegó el trato institucional con el cardenal en su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

Trascurrido medio año, el entorno de Rouco trató de tender puentes y provocar un encuentro con Rajoy al que éste se negó, algo inusual en nuestra reciente historia democrática. Según cuenta Ana Pardo de Vera en Público, «en estos dos años largos, Rajoy y Rouco mantuvieron algún contacto informal; jamás los dos solos y siempre con poca gente de testigo alrededor. Los colaboradores del jefe del Ejecutivo nunca han comentado estos encuentros, por tratarse de la agenda privada de Rajoy y a pesar del interés que despertaban».

Lo cierto es que la ausencia de relaciones no se ha trasladado a una ruptura de relaciones Iglesia-Gobierno, que en estos dos años han resultado inmejorables en el ámbito doméstico. Así, las comisiones mixtas de Educación, Justicia y Patrimonio Cultural han funcionado a todo ritmo, con las consecuencias jurídicas que todos conocemos: la reforma de la Ley del Aborto, la derogación de la LOE y toda clase de facilidades para que las diócesis siguieran inmatriculando como propios bienes eclesiástico-culturales.

Las relaciones internacionales, por otro lado, jamás sufrieron merma, pues contaban con el trabajo del cardenal Cañizares, y porque los grandes temas de relación -unidad de España, política educativa y defensa de la vida- eran compartidos por ambas partes. La llegada de Francisco no ha hecho sino estabilizar una relación necesaria y que, por primera vez en siglos, habla en español.

Aunque Rouco Varela ya no está en la presidencia de la CEE, queda por escribir un último capítulo, que ayer ya comenzó a trazarse cuando Mariano Rajoy escribió a Ricardo Blázquez para felicitarle por su nombramiento: que el presidente del Gobierno no tarde en recibir al nuevo presidente de la Conferencia Episcopal.

 

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