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Benedicto XVI presidió esta mañana la última gran celebración de su viaje a Portugal, con una multitudinaria Eucaristía en la Avenida de los Aliados de Oporto. En su homilía, el Papa dejó claro que «el cristiano está en la Iglesia, es un misionero de Cristo enviado al mundo», por lo que no deben olvidarse de «ser testigos», porque «estamos llamados a servir a la sociedad de nuestro tiempo».
La misión urgente de la Iglesia, para el Pontífice, es la de «recibir de Dios y ofrecer al mundo a Cristo resucitado, para que todas las situaciones de muerte y la decadencia convertido, por su Espíritu, en tiempos de crecimiento y de la vida». Por primera vez a lo largo de esta visita, se escucharon gritos de «¡Viva el Papa!» en una abarrotada Avenida de los Aliados, pese a la lluvia.
La cruz y el Evangelio son, para el cristiano, «una misión innegable», que incumbe a todos, y cuyo anuncio debe llegar a todos los rincones de la Tierra. «Hoy la Iglesia está llamada a enfrentar nuevos desafíos y debe estar dispuesta a dialogar con culturas y religiones diferentes«, agregó.
Una misión que también ha de estar presente «en la vida cultural, la esfera social y en los corazones de los principales receptores de la actividad misionera», aclaró el Pontífice.
(RD/Agencias)
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