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Se suponía que a las 19:00, o como mucho a las 19:30 de este miércoles, 7 de mayo de 2025, el cielo vaticano se teñiría de blanco o negro con la esperada fumata.
Pero el humo, ese mensajero que revela si ya tenemos nuevo papa, se hizo de rogar.
Nadie sabe con certeza qué pasa tras las puertas de la Capilla Sixtina, aunque todo apunta a que los cardenales se encerraron más tarde de lo previsto, sobre las 17:45, y eso ha retrasado la votación.
A las nueve de la noche, entre gritos, salió por fin el humo y era negro.
El Cónclave de cardenales no elige nuevo papa en la primera votación, la chimenea dio el aviso a las 20.40 de la noche, después de tres horas de reunión.
Vuelven este jueves.
En la Plaza de San Pedro, el ambiente es una mezcla de expectación y cansancio.
Muchos de los curiosos, que ya superan los 30.000, según la policía de Roma, han optado por sentarse en el suelo mientras aguardan. “Solo Dios sabe cuándo y quién será…”, comentó uno de los presentes con resignación. Algunos, vencidos por la espera, empiezan a abandonar la plaza.
La Plaza de San Pedro es un hervidero de emociones. Más de 30.000 personas, entre fieles, turistas y curiosos, se han congregado en el corazón del Vaticano tras el arranque del cónclave que busca al sucesor del papa Francisco, según informa la jefatura de policía de Roma. Y la cifra no para de crecer, apunta Efe.
Desde que los 133 cardenales electores se encerraron en la Capilla Sixtina a las 17:46 para dar comienzo a la primera votación, la plaza no ha dejado de llenarse. Todos esperan con los ojos puestos en la chimenea, ansiosos por ver esa fumata que marcará el rumbo de la Iglesia.
La fumata, esa columna de humo que se eleva hacia el cielo vaticano, constituye uno de los rituales más reconocibles y esperados durante el proceso de elección papal, comunicando con un simple color el destino inmediato de la Iglesia Católica.
La tradición de la fumata establece un código cromático inequívoco que comunica el resultado de las votaciones cardenalicias.
La fumata blanca anuncia la elección exitosa de un nuevo Papa, un símbolo de esperanza que se eleva hacia el cielo, señalando que la Iglesia tiene un nuevo líder espiritual. Este humo blanco genera expectación y júbilo entre los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, quienes esperan con ansia el posterior anuncio del «Habemus Papam» desde el balcón central de la basílica.
Por el contrario, la fumata negra revela que la votación no ha tenido éxito, indicando que ningún candidato ha alcanzado la mayoría necesaria de dos tercios de los votos para ser elegido. Este humo oscuro tiñe el ambiente de incertidumbre y señala que el proceso deberá continuar con nuevas rondas de votación hasta alcanzar el consenso requerido.
Origen histórico de la tradición
El uso de señales de humo para comunicar el resultado de las elecciones papales tiene raíces más profundas de lo que muchos imaginan. Esta tradición se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque sus antecedentes pueden rastrearse hasta 1800, cuando el pueblo de Roma se reunía frente al Quirinal para observar el humo producido por la quema de las papeletas de los cardenales.
Curiosamente, en sus inicios, la interpretación era diferente a la actual. En 1800, la presencia de humo indicaba el fracaso en la elección, mientras que su ausencia señalaba una elección exitosa. No fue hasta el cónclave de 1914, que culminó con la elección de Benedicto XV, cuando se estableció el sistema actual: fumata blanca para anunciar un nuevo Papa y fumata negra para indicar una votación sin resultado definitivo.
La evolución técnica de la fumata
El mecanismo para producir la fumata ha experimentado una notable evolución técnica a lo largo de los años. Tradicionalmente, el humo se generaba simplemente quemando las papeletas de votación, lo que a veces provocaba confusiones sobre su color. Estas ambigüedades se manifestaron durante las elecciones de Juan Pablo II y Benedicto XVI, cuando el humo salió de color gris, generando incertidumbre entre los fieles y los medios de comunicación.
Para evitar estas confusiones, desde el cónclave que eligió al cardenal Bergoglio como Papa Francisco, se implementó un sistema más sofisticado que utiliza dos estufas diferentes: una para quemar las papeletas y otra específicamente diseñada para emitir humo del color correspondiente. Para garantizar la claridad del mensaje, se emplean sustancias químicas específicas: perclorato, antraceno y azufre para el humo negro; clorato de potasio, lactosa y colofonia para el blanco.
El cónclave: un proceso milenario
El cónclave papal, cuyo nombre deriva del latín cum clave («bajo llave»), constituye uno de los procesos más solemnes y enigmáticos de la Iglesia Católica. Este mecanismo, rodeado de tradición y simbolismo, garantiza la transparencia y espiritualidad en la elección del nuevo pontífice.
El proceso comienza con una procesión solemne desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina, donde los cardenales electores, tras jurar guardar secreto perpetuo, quedan completamente aislados del mundo exterior cuando el Maestro de Ceremonias pronuncia la icónica frase: «Extra omnes!» («¡Todos fuera!»).
Durante el cónclave, se realizan hasta cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde, excepto el primer día, cuando solo se celebra una. Para ser elegido Papa, un cardenal debe obtener al menos dos tercios de los votos, lo que en el cónclave actual significa el respaldo de al menos 89 cardenales.
Curiosidades y datos sorprendentes
La historia de los cónclaves y las fumatas está repleta de anécdotas fascinantes que revelan la complejidad y el misticismo de este proceso centenario:
- El término «cónclave» surgió a raíz del cónclave más largo de la historia, que duró casi tres años (1006 días) entre 1268 y 1271. Los frustrados ciudadanos de Viterbo decidieron encerrar literalmente «bajo llave» a los cardenales para forzar una decisión.
- Existió una tercera señal de humo, la fumata amarilla, que solo servía para comprobar el correcto funcionamiento de la estufa antes del inicio de las votaciones.
- Durante el cónclave, se implementan medidas extremas para garantizar el secreto: se desactivan todas las comunicaciones, se registran las habitaciones para detectar posibles micrófonos y se instalan inhibidores de señal. Ni siquiera se permite el acceso a televisores, radios o periódicos.
- Todo el personal auxiliar del cónclave, incluyendo floristas, cocineros, médicos y personal de limpieza, debe jurar mantener secreto perpetuo sobre lo que pudieran presenciar. Cualquier filtración implica excomunión automática.
- Cuando un cardenal es elegido Papa, se retira a la llamada Sala de las Lágrimas, donde se viste por primera vez con la sotana blanca antes de regresar a la Capilla Sixtina para recibir la obediencia de sus hermanos cardenales.
La fumata, con su sencillez cromática pero profundo significado, continúa siendo uno de los rituales más esperados y seguidos en todo el mundo durante la elección de un nuevo Papa. Este miércoles 7 de mayo de 2025, mientras los 135 cardenales electores inician las votaciones para elegir al sucesor del Papa Francisco, millones de personas en todo el planeta permanecerán atentas a esa pequeña chimenea sobre la Capilla Sixtina, esperando descifrar en el color del humo el futuro inmediato de la Iglesia Católica.
En un mundo dominado por la inmediatez digital y la sobreabundancia informativa, resulta fascinante cómo un simple humo blanco o negro sigue siendo capaz de captar la atención global, manteniendo viva una tradición centenaria que comunica, con la misma eficacia que hace siglos, uno de los mensajes más trascendentales para los más de 1.300 millones de católicos del mundo: si tienen o no un nuevo líder espiritual.
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