
(PD/Agencias).- Ciclismo antiguo en los Alpes, del bueno, con ataques fieros, con tácticas que funcionan como maquinaria suiza, ciclismo del Tour, del que no se veía en mucho tiempo. Se atacó de lejos, y atacaron todos. Sufrieron todos, en una jornada con mayúsculas. Ganó Soler, con un Contador enorme, y un Valverde soberbio.
Top 10 de la novena etapa del Tour 2007
1. Juan Mauricio Soler (COL) BAR 159.5km en 4h14 min y 24seg -(37.617km/h)
2. Alejandro Valverde (ESP) GCE – a 38″
3. Cadel Evans (AUS) PRL – a 38″
4. Alberto Contador (ESP) DSC – a 40″
5. Iban Mayo (ESP) SDV – a 42″
6. Michael Rasmussen (DEN) RAB – a 42″
7. Levi Leipheimer (USA) DSC – a 42″
8. Kim Kirchen (LUX) TMO – a 46″
9. Andreas Klöden (GER) AST – a 47″
10. Carlos Sastre (ESP) CSC – a 47″
Como cuenta Carlos Monasterio en Eurosport, no hubo necesidad de que se llegara en alto. No hubo 21 curvas en Alpe d’Huez, ni subidas al Izoard, ni al Mont Ventoux o Glandon. No. Se subió l’Iseran de salida, de aperitivo, y después se encadenó el Telegraphe con el Galibier. Y el coloso no defraudó. En realidad, no defraudadron los corredores, con Alberto Contador a la cabeza. Ciclismo valiente, osado, de antaño. Ciclismo vintage en el corazón de Los Alpes.

Se temía que la bajada hasta Briançon, 30 kilómetros de bajada al valle, mataría la etapa. Era como si se anestesiara una etapa que sí, que llenaba, pero que no acaba de rematar. Pero las carreras las hacen duras los corredores, gente con alma como Valverde, como Contador, como Soler.
Soler, un colombiano de los de antes, una reencarnación de Lucho Herrera de 24 años. Corriendo con la alegría de un juvenil, sin importarle si hay vida más allá del siguiente kilómetro. Subió el Galibier en moto, con una facilidad sólo comparable a la plasticidad de un ciclista que lo está dando todo y que está andando bien. Y que sabe que está haciendo historia. Son las pequeñas gestas que necesita un deporte narcotizado por temas extradeportivos, por el morbo, por el vicio.
Y a la gesta de Soler, impecable, se sumó Popovych, escapado toda la etapa, en una maniobra digna de Patton del director Dirk Demol. Atacó Valverde, hasta tres veces, con esa cadencia hermosa, con tranco de purasangre, pero fue más un espejismo que una realidad. Suficiente, de todas formas, para menear el arbolito, para que Vinokourov demostrara que no, que no está. Y que no pinta nada. Y para que sufriera Moreau, que se había mostrado poderoso hasta el Galibier. No sufrió Contador, que atacó, como un extreterrestre, dejando de rueda a todos. Veinte años atrás, así enamoraba Delgado.
Atacó Contador, con Popovych esperándole por delante, Demol demostrando que sabe de esto. El ciclismo es fuerza e inteligencia. Y se tiraron a tumba abierta hacia Briançon, a dos minutos de Soler, con Evans detrás, con los capos – Valverde, Rasmussen, Mayo- a apenas una centena de metros, vigilando. No sería difícil enlazar bajando… o sí.
Soler moría por delante, solo, devorando metros, con dos Discoverys detrás, con Valverde volando, cada vez más cerca, dejando atrás a Sastre, a Mayo, a Evans. Finalmente enlazando con Contador, solo con Soler por delante, con suficiente renta para levantar los brazos, en un día grande para Colombia y para el Tour de Francia, que sólo necesita de etapas como la de Briançon para recrear su grandeza, para dar un puñetazo en la mesa y reivindicar que es un deporte como la copa de un pino.
Ganó Soler, a casi 39 km/h, mientras por detrás morían todos, en un último repecho durísimo que reventó a Sastre, a Moreau, a Popovych. A los que iban pelados de fuerzas. No pudo con Valverde, que arrancó como en Tignes, segundo en la etapa, y que cogió su bonificación correspondiente, ni con Contador, cuarto en una jornada emocionante.
Ganó Soler, y ganó el ciclismo, en un día formidable, emocionante, épico. Un día, al fin y al cabo, como muchos otros que hemos vivido antes.
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