España, a once metros de la gloria: derrota cruel en la final de la Eurocopa femenina ante Inglaterra

Domingo 27 de julio de 2025, Basilea. El fútbol, ese artefacto de pasiones y crueles caprichos, volvió a mostrar su cara más despiadada a la selección española femenina. La Roja, tras un torneo memorable, cayó ante Inglaterra en la tanda de penaltis (3-1) tras un 1-1 que no hizo justicia al esfuerzo y al fútbol desplegado por las de Montse Tomé durante los 120 minutos de la final. El St. Jakob-Park, abarrotado con 34.000 almas, fue testigo de una gesta inacabada, de esas que dejan un regusto amargo a historia inacabada y a oportunidad perdida.

El partido arrancó con una España valiente, fiel a su filosofía de toque y presión alta. El dominio se tradujo en el primer gol, obra de Mariona Caldentey de cabeza tras un centro exquisito de Ona Batlle en el minuto 25. Inglaterra, fiel a su libreto de resiliencia, igualó en la segunda parte con otro testarazo, esta vez de Alessia Russo tras un centro de Chloe Kelly en el 57. El empate llevó el partido a una prórroga donde las españolas, más frescas, generaron peligro, pero la portera Hannah Hampton y la falta de acierto en los últimos metros condenaron a las nuestras a la lotería de los penaltis.

La maldición de los once metros y el factor Hampton

La tanda de penaltis, ese cruel desempate que tanto aborrece el aficionado español, volvió a ser el verdugo. Patri Guijarro fue la única en convertir para España, mientras que Mariona, Aitana Bonmatí y Salma Paralluelo erraron sus lanzamientos. Por Inglaterra, Greenwood, Charles y Kelly no fallaron, asegurando el segundo título continental consecutivo para las de Sarina Wiegman. Cata Coll, heroína en otras noches, detuvo dos lanzamientos, pero no fue suficiente. La imagen de Salma, cruzando su disparo demasiado y enviándolo fuera, quedará como símbolo de la frustración de un grupo que rozó la gloria con la yema de los dedos.

La derrota duele porque España fue, según la mayoría de analistas, el equipo más vistoso y dominante del torneo. La posesión, la presión tras pérdida y la creatividad en tres cuartos de campo fueron sus señas de identidad. Sin embargo, la falta de pegada en los momentos decisivos y el temple inglés en la tanda condenaron a las de Tomé a quedarse a las puertas de un histórico triplete tras el Mundial 2023 y la Nations League 2024.

Antecedentes, contexto y recorrido hasta la final

Esta final suponía la primera vez que la selección femenina alcanzaba el último peldaño de una Eurocopa, tras años de crecimiento exponencial y de superar barreras tanto deportivas como culturales. El camino hasta Basilea fue espectacular: victorias contundentes ante Francia y Suiza, récord de asistencia en cuartos de final y una conexión cada vez mayor con la afición, como demuestran los más de 657.000 espectadores que han pasado por los estadios de esta edición, superando ampliamente el récord anterior. Las audiencias televisivas han pulverizado registros, con más de 400 millones de espectadores siguiendo la Eurocopa en directo.

En el vestuario, las lágrimas se mezclaban con el orgullo. «Lo hemos intentado de todas las maneras. Merecíamos más, pero esto no va de merecer», declaraba una emocionada Aitana Bonmatí, MVP del Mundial y símbolo de una generación que ha cambiado la historia del fútbol femenino español.

Análisis táctico: dominio, variantes y el muro inglés

Montse Tomé apostó por el once de gala, con Cata Coll en portería, una defensa sólida liderada por Ivana Andrés, y el centro del campo para la creatividad de Aitana y la solidez de Patri Guijarro. El plan funcionó durante buena parte del partido: España monopolizó el balón (64% de posesión), generó 17 remates y desactivó a Lauren James, la gran amenaza inglesa, que acabó lesionada antes del descanso.

Sin embargo, la presión británica en la segunda mitad, el acierto de Russo y la aparición estelar de Hampton bajo palos igualaron la contienda. El banquillo español aportó frescura con la entrada de Vicky López y Pina, pero el gol no llegó. En la prórroga, España fue superior físicamente, pero la falta de contundencia en los metros finales y la seguridad de Hampton llevaron el desenlace a los penaltis.

Pronósticos y futuro: ¿puede España reponerse?

El varapalo es duro, pero el futuro invita al optimismo. La media de edad del equipo es de apenas 25 años y la base de la plantilla parece asegurada para el próximo ciclo. Las casas de apuestas ya sitúan a España entre las favoritas para el Mundial 2027, junto a Inglaterra, Estados Unidos y Francia. ¿Podrá esta generación quitarse el maleficio de los penaltis? Los antecedentes, por ahora, son poco halagüeños, pero el aprendizaje y el crecimiento del grupo son incuestionables.

A día de hoy, la selección ha consolidado su estatus entre la élite mundial y ha demostrado que lo suyo no es flor de un día. Queda el consuelo de haber enamorado a media Europa y de haber puesto los cimientos para que las futuras generaciones puedan, por fin, cruzar la línea de meta.

Curiosidades y datos para la posteridad

• El St. Jakob-Park de Basilea registró un lleno absoluto, con 34.000 espectadores en la final.
• La Eurocopa 2025 ha batido récords históricos de asistencia y audiencia en fútbol femenino europeo.
• Cata Coll detuvo dos penaltis, igualando el récord de paradas en una tanda final.
• Lauren James, la estrella inglesa, se lesionó antes del descanso y podría perderse el inicio de la próxima temporada.
• Mariona Caldentey es la primera española que marca en una final de Eurocopa femenina.
• Inglaterra suma su segundo título consecutivo, ambos bajo el mando de Sarina Wiegman.
• España ha sido el equipo con mayor posesión media del torneo (62%).
• Aitana Bonmatí, pese a fallar su penalti, ha sido elegida en el once ideal de la Eurocopa.
• Desde 2017, ninguna final de Eurocopa femenina se había decidido en los penaltis.
• Las jugadoras de la selección lucieron brazaletes negros en memoria de las víctimas de las inundaciones en la Región de Murcia.

La noche de Basilea quedará grabada en la memoria del fútbol español como la de una derrota cruel, pero también como el punto de inflexión de una generación destinada a marcar época. Porque, a veces, perder también es avanzar.