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CRISIS LABORAL Y PRESIÓN SOCIAL EN CHINA

Por qué miles de jóvenes en China pagan por ir a oficinas y fingir que trabajan

La saturación del mercado laboral y el estigma social impulsan a miles de jóvenes chinos a pagar por simular una rutina de oficina

Periodista Digital 13 Ago 2025 - 09:13 CET
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En Shanghái, Shenzhen o Nanjing, cada mañana, miles de jóvenes se visten como para un día normal en la oficina. Sin embargo, lo que hacen no es trabajar.

Pagan entre 30 y 50 yuanes diarios, unos 4 a 7 dólares, para sentarse en una “oficina falsa” y fingir que cumplen con una jornada laboral.

Lo esencial no es el trabajo, sino la apariencia: en un país donde el empleo define el estatus social y la autoestima, muchos prefieren simular antes que admitir estar desempleados.

A día de hoy, 13 de agosto de 2025, este fenómeno refleja el drama del desempleo juvenil en China.

La tasa para menores de 30 años supera el 14%, la más alta en una década. Este año, más de 12 millones de graduados universitarios buscan un hueco en un mercado saturado y cada vez menos capaz de absorber nuevos talentos.

Qué buscan los jóvenes en las oficinas simuladas

Las “oficinas simuladas” ofrecen mucho más que escritorios y Wi-Fi. Algunos incluyen almuerzo y café; otros incluso permiten contratar un “jefe” para posar en fotos familiares. La experiencia va acompañada de tareas ficticias y rondas de supervisión inventadas. El ambiente replica el mundo corporativo, pero sin exigencias ni contrato.

El perfil es claro:

Para muchos, la rutina da sentido a sus días y ayuda a mantener la disciplina personal. Shui Zhou, antiguo emprendedor gastronómico, relata: “Me siento muy feliz, como si trabajáramos juntos como un grupo”. Xiaowen Tang, graduada universitaria, usó este sistema para simular una pasantía y poder obtener su título.

El peso cultural del trabajo

En China, el trabajo va más allá del salario. Es identidad, respeto familiar y reputación social. El desempleo se vive como vergüenza; la presión social por triunfar marca a toda una generación desde la infancia. Zhang Yong, profesor en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Wuhan, lo resume: “La sociedad ejerce mucha presión sobre las personas para que triunfen”.

El miedo al juicio familiar empuja a los jóvenes a buscar soluciones creativas: algunos incluso pagan por tener fotos con “jefes” ficticios para mostrar progresos laborales a sus padres. Otros usan estos espacios simplemente para mantener rutinas saludables y evitar el aislamiento social.

Una respuesta al mercado laboral saturado

La crisis laboral juvenil tiene raíces profundas:

Christian Yao, profesor en Nueva Zelanda, apunta que “el fenómeno es una respuesta al desajuste entre educación y mercado laboral; funciona como transición para reflexionar y preparar próximos pasos”. Biao Xiang, antropólogo del Instituto Max Planck, ve estas oficinas como un “cascarón protector” ante las presiones externas.

¿Solución temporal o nueva tendencia?

El auge de estas oficinas evidencia que los jóvenes buscan alternativas para proteger su bienestar mental mientras esperan oportunidades reales. Aunque algunas empresas consideran este negocio un “experimento social”, su rentabilidad futura está por ver.

Las oficinas falsas permiten:

No es solo un refugio ante la presión familiar; también es una forma discreta de networking informal y preparación para futuros empleos.

Impacto social e institucional

El fenómeno revela:

En las grandes ciudades chinas, muchas empresas operan estas oficinas fuera del radar oficial; se organizan por redes sociales como WeChat y responden a la demanda creciente.

¿Qué nos dice este fenómeno sobre China hoy?

La popularidad creciente de las oficinas falsas muestra que el desempleo juvenil requiere soluciones imaginativas que vayan más allá de las políticas tradicionales. Mientras algunos critican la teatralidad o dudan de su rentabilidad futura, otros destacan su papel como espacio transitorio y fuente de apoyo emocional.

En un país donde el éxito profesional se mide casi desde la cuna y donde cada año salen millones de nuevos graduados al mercado laboral saturado, fingir trabajar puede ser tanto una estrategia personal como colectiva para sobrevivir a uno de los momentos más difíciles del empleo en China.

El resultado: una generación que busca reinventar su rutina mientras espera que las oportunidades reales vuelvan a abrirse.

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