Hace 9 días del fallecimiento de Emilio y todavía no puedo evitar el tic frecuente de pensar «esto tengo que comentárselo a Emilio». Porque Emilio ya no está y en breve deberé abordar el doloroso momento de borrar su teléfono de la agenda de mi móvil.
(Cuánto daría por un móvil que permitiera conectar con los difuntos…)