Creo firmemente en la inmersión como sistema eficaz para hacerse con las riendas de una lengua extranjera. La discontinuidad y el ritmo bajo son enemigos del aprendizaje eficaz. Todo eso me enseñó mi caótico aprendizaje de la lengua alemana, donde me faltó regularidad y método, si bien tras muchos años y esfuerzo adquirí el nivel superior C-2.
No quiero que esto me suceda con el sueco. Me ilusiona la idea de alcanzar en los próximos quince meses el nivel B-2, todo ello supeditado a que mis objetivos profesionales se mantengan y pueda pronto iniciar alguna escapada a tierras suecas.
Llevo a fecha de hoy un mes y medio desde que me inicié en el sueco y compruebo con satisfacción que ya medio entiendo las informaciones principales de los periódicos. En ocasiones me da rabia no entender algo y acudo presto al diccionario. Entender lo que no sabía me produce efectos balsámicos y me ayuda a que el vocabulario enraíce en la memoria. hay algo de rabia y sufrimiento en mi método pero me funciona.
La gramática la encuentro francamente sencilla. Los infinitivos verbales tienen su complejidad y ciertamente la comprensión auditiva se me hace difícil. Pero es justamente la salsa de este aprendizaje. Cuando vuelvo a mis grabaciones de lengua alemana se me antoja este idioma fonéticamente sencillo, trivial, acostumbrado yo ya a la selva de sonidos del sueco, su musicalidad imprevisible y esos puñeteros cambios de pronunciación según con qué sílaba una palabra acaba y otra empieza.
(Habrá que poner en este combate lo que hay que poner).