Converso con el amigo Antoni Bolinches en el entrañable café «El Velódromo». ¡Qué bonita esa esquina barcelonesa Muntaner/Diagonal que se vislumbra desde los ventanales de esta soleada mañana de agosto barcelonesa!.
En «El Velódromo» he vivido momentos imperecederos. Y como yo, muchas personas. Es una bendición que lo mantengamos en ese enclave. Que haya superado todas las vicisitudes habidas y por haber. Que pueda albergar el encuentro y reencuentro de almas gemelas en torno a una taza de café, rodeados de intrigados guiris alertados sobre el encanto del local por las guías y webs al uso.
(Que por muchos años mantengamos «El Velódromo» como refugio balsámico y vínculo del presente con el pasado).