Un conato de infección de una encía me ha llevado a tomar antibióticos durante una semana. La infección no prosperó…pero yo he quedado unos días para el arrastre.
El mundo se me cae encima. Me vienen los pensamientos más extraños y vislumbro los escenarios más pesimistas. Una profunda angustia existencial me atenaza y ante mis ojos aparecen los aspectos más siniestros de la vida.
Sí, todo eso me producen los antibióticos.
Pero ahora el lado bueno: dejo de tomarlos y recupero fuelle. Y qué gran placer entonces retomar un libro, leer mensajes, ver a los amigos o ilusionarme por un proyecto nuevo.
No tengo nada contra los antibióticos. Sé que han salvado millones de vidas. Pero su ingesta me traslada por un tiempo al abismo más profundo. A una malestar que si supiera irremontable haría de vivir una opción a descartar.