Regresa el fuerte viento, se cuela por las persianas y remueve los perfiles del paisaje urbano.
(E indefectiblemente me viene a la memoria mi padre explicando por enésima vez el cuento de María Sarmiento: fue a la montaña a cagar y se la llevó el viento. Mi padre -atenazado por la risa- apenas podía articular el consabido final del escatológico relato).