Noche mágica en Casa de Teatro de Santo Domingo. Noche caribeña en la Ciudad Colonial. Y en el altillo, Freddy Ginebra y sus amigos. Me descalzo como marca el ritual. Entro en el santuario de la poesía y la amistad. Simulo que bebo el ron que generosamente se me sirve (yo también tengo mis rituales). Pero tarde o temprano caigo en la ingesta de ese brebaje de Dioses a tiempo parcial. Y una lucidez extraña pasa a embargarme.
(Es indudable que Dios existe. Si no, ¿quién hubiera podido crear a Freddy Ginebra?).